Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El insulto va en el sueldo del futbolista, qué barbaridad

Lo intención de la Liga de erradicar el mal rollo del estadio es plausible, pero fútbol no es ópera

Sorpresa sideral la que siento cuando veo que se pretenda jugar al fútbol en la Scala de Milán. Pensar en un fútbol de gradas silentes debe ser como jugar el partido en un cementerio. Resulta impensable, de ahí que choque la rigurosidad que se está implantando a la hora de reordenar el comportamiento de un público, el del fútbol, habitualmente vocinglero y poblado de personas que van al estadio dispuestas a echar fuera sus instintos.

He visto muy de cerca la metamorfosis que sufre un probo ciudadano cuando el balón echa a rodar y aquello se convierte en una batalla entre buenos, los de su equipo, y los malos, que son los contrarios y, por supuesto, el árbitro. Ése es el universo del espectáculo más seguido del orbe, por lo que extraña la pretensión de que esa masa de gente vaya al estadio, a falta de esmoquin y pajarita, como si hubiese sacado las entradas para ver, por ejemplo, Turandot, de Giacomo Puccini.

No es lo mismo vituperar a Piccini que extasiarse con Puccini, ergo convengamos en que resulta surrealista pedir que el público del estadio se comporte igual que el del coliseo. El fútbol cuenta, además, con ese ingrediente para que sepa como debe saber, pero tampoco está nada mal que se le intente poner coto a la fiebre de delincuencia, mala educación y zafiedad que de la sociedad se traslada al estadio. Y es que el fútbol sólo refleja el clima de cerrilismo que reina en la calle.

Me parecen correctas las intenciones de la Liga en su objetivo de erradicar el mal rollo, pero me temo que habremos de irnos al meollo de la cuestión. Y ese meollo hay que buscarlo en la educación que recibe el personal en su casa y en la escuela, por lo que poco pueden hacer los clubes en erradicar dicho mal rollo de sus instalaciones. Y es que cuando uno escucha a un ciudadano decir en la calle que el insulto va en el sueldo del futbolista, a uno se le cae el alma a los pies.

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