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El pasado jueves celebramos en Sevilla un encuentro de federalistas de Andalucía. El objetivo era constituir un grupo andaluz que confluya federalmente con los creados en otras comunidades. Pero, ¿por qué defendemos el federalismo? Somos muchos los que pensamos que no podemos permanecer impasibles ante la crisis territorial de España. Y la respuesta no puede ser ni el inmovilismo de quienes creen que los problemas se arreglan solos; ni el rupturismo de quienes quieren terminar con una comunidad política de siglos. Una respuesta adecuada ante este diálogo de sordos es la reforma federal de la Constitución.
Para ello hay que hacer pedagogía federal; explicar a la ciudadanía cómo se abordan en otros Estados federales algunos problemas similares a los nuestros. Pero también hay que influir en los partidos políticos para que impulsen una reforma de la Constitución que nos permita actuar en federal. Actuar en federal significa configurar un Senado que represente a los territorios; delimitar bien el reparto de competencias de forma que no sea una continua fuente de enfrentamientos que terminan en el Tribunal Constitucional; reconocer y facilitar los foros y los instrumentos de colaboración, desde la Conferencia de Presidentes a los convenios entre Comunidades, prácticamente inexistentes hasta aquí, o regular un modelo de financiación equitativo que garantice la participación de los territorios en su concreción.
Cuando planteamos estas reformas nos suelen preguntar si con ellas se va a resolver la crisis de Cataluña, como si hubiera soluciones mágicas. Podemos decir, no obstante, que es la mejor respuesta posible porque aporta un paradigma nuevo para abordar la situación. Hemos construido la España autonómica desde la defensa yuxtapuesta de los intereses respectivos; en definitiva, desde el conflicto entre el Estado y las Comunidades. Lo que planteamos es configurar una España federal en la que resulte constitucionalmente necesario el diálogo y el acuerdo entre todos para la adopción de decisiones que a todos afectan.
En ese marco federal, los territorios participan en las decisiones del Estado; se reconoce su identidad; tienen constitucionalmente garantizadas sus competencias y funcionan con normalidad los instrumentos y foros de colaboración. En ese marco constitucional federal, la España territorial funcionaría mejor. Y si España funciona mejor será más fácil convencer a la mayoría de catalanes, de vascos o de andaluces de que es mejor seguir juntos; no por el simple hecho de estar juntos sino para construir algo juntos.
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