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El poder de la cancelación
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Con frecuencia hay fechas que desaparecen del imaginario colectivo porque se le superponen otras con mucha mayor carga mediática o histórica, relegándolas al ostracismo o al olvido; este es el caso del 20 de octubre de 1981, día en el que los andaluces votamos en referéndum el Estatuto de Autonomía de Andalucía elaborado en Carmona, que fue reformado en 2007. Dos fechas se recuerdan hoy del espectacular proceso autonómico de Andalucía: el 4 de diciembre de 1977, que llevó a la calle a cientos de miles de andaluces pidiendo autonomía por iniciativa de todos los partidos políticos, y el 28 de febrero de 1980, en el que se votó en referéndum la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía, con 2.843.820 votantes, de los que el 55,4% lo hizo afirmativamente. El 4-D y el 28-F señalaron el camino que se plasmó en un Estatuto de máximos, con todos los elementos que la Constitución reconocía para Euskadi, Cataluña o Galicia, que suponía un gran avance para Andalucía, pero que también consiguió subvertir el proceso autonómico prefigurado en la Constitución española de 1978, haciendo que el modelo resultante se basara en la igualdad de todos los territorios, nacionalidades o regiones, dándoles autonomía política y no sólo administrativa. El Estatuto de Carmona, ratificado el 20 de octubre de 1981, por el voto de 2.430.603 votantes, de los que el 89,3% fue afirmativo, fue el espejo en el que se miraron desde ese momento todas las demás comunidades autónomas, construyendo un Estado de las Autonomías solidario que ha funcionado correctamente hasta que Cataluña ha roto las reglas de juego demandando independencia y, como reacción y contrapartida, que se inicie un perceptible movimiento para configurar un nuevo mapa del Estado Autonómico, de dos velocidades, desigual, en el que Cataluña se sume a Euskadi y en todo caso con Galicia, con mayores recursos económicos y mayor peso político.
Ni que decir tiene que el camino recorrido por Andalucía para conseguir la autonomía por el 151 de la CE, ha sido muy esforzado y tuvo que superar inmensas dificultades, planteadas por el Gobierno de Suárez durante el 28-F y, posteriormente, también por partidos como Unidad Andaluza de Manuel Clavero o el PSA de Alejandro Rojas Marcos. Dificultades superadas, no sin forzar el ordenamiento jurídico vigente en algún caso, por la obstinación de un líder carismático como Rafael Escuredo, presidente entonces de la Junta de Andalucía, quien consiguió en las Cortes Generales y en el corazón de los andaluces que su apuesta por el máximo nivel de autonomía a través del 151 de la CE germinara imparable en toda Andalucía, que premió su dedicación y entrega respaldando continuadamente a su partido, el PSOE de Andalucía, con mayorías absolutas o suficientes para gobernar esta tierra ininterrumpidamente desde 1982, en el que se celebraron las primeras elecciones autonómicas. Los esfuerzos por modular este proceso y construir un nuevo relato, que intentó la UCD y posteriormente su heredero, el Partido Popular, o que asimismo ha construido el entorno del Partido Andalucista, se han estrellado con el recuerdo fatídico de Lauren Postigo, diciendo "andaluz, este no es tu referéndum", o la percepción inequívoca y caricaturesca de la escena del sofá de Rojas Marcos con Martín Villa. El relato de la lucha por la autonomía andaluza ha intentado ser también alterado por los anticapitalistas de Podemos Andalucía, que han convertido aviesamente la lucha por la autonomía en un germen de lucha por la independencia, y que siguen orgullosos de asumir que el 1 de octubre en Cataluña fue la segunda vuelta del 15-M, rompiendo de nuevo el relato de la Transición para intentar sacar provecho partidario de un modelo que ha funcionado, con unos protagonistas que construyeron un paso de la dictadura a la democracia, sin duda, con más aciertos que errores.
Los andaluces participamos activamente en la Transición democrática, nuestros líderes fueron indispensables en la configuración de la Constitución de 1978, supimos forzar democráticamente que un modelo desigual, pasara a ser solidario e igualitario. Ahora de nuevo, algunos quieren romper el modelo de la Transición y el resultado de la lucha de Andalucía, pero van a tener enfrente, si el camino es construir comunidades de dos velocidades y dos rangos, el rechazo inequívoco de los andaluces para impedirlo. Ninguna solución para Cataluña puede pasar por no mantener la igualdad de todos los territorios de España, por la igualdad de los ciudadanos, vivan donde vivan, sin trato vejatorio o injusticias, como la que mantiene el PP con la financiación de Andalucía.
Recordemos el 20 de octubre de 1981, en el que los andaluces crecimos en derechos y futuro, aportando simultáneamente a toda España igualdad, solidaridad y justicia al modificar de facto el modelo pergeñado en la Constitución Española de 1978. Defendimos Andalucía, como lo hacemos siempre, defendiendo España.
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