Ecológico, cuestión de confianza
la opinión invitada
Mañana empieza el II Simposio de Agricultura Ecológica organizado por Coexphal
Posiblemente, usted, que regenta una joyería en el Paseo de Almería vaya a cerrar el primer semestre de 2018 con un descenso superior al 20% en sus ventas. Al igual que el comercio de textiles que se encuentra en la Avenida de la Estación de la capital o el garden que se encuentra en La Rambla de Almería.
Son algunas de las consecuencias directas del pésimo ejercicio de precios que está recogiendo la industria hortofrutícola almeriense y que afecta siempre al resto de las actividades comerciales de toda la provincia. Es un ejemplo, más que visual, de la importancia que tiene la industria hortofrutícola almeriense y del sureste español en el Producto Interior Bruto de muchas provincias.
Puede que usted no lo sepa, pero sólo las exportaciones de frutas y hortalizas frescas de Almería superan a las de un país como Brasil. Con este ejemplo, trazamos la dimensión de la industria hortofrutícola almeriense y del sureste español, y su capacidad para intervenir en el devenir económico de otras actividades paralelas.
La oferta hortofrutícola del sureste español -Granada, Almería, Murcia y Alicante- mira a los mercados internacionales y las exportaciones hortofrutícolas de estas cuatro provincias se acercaron a los seis millones de toneladas, tocando todos los destinos de la Unión Europea.
Y desde la perspectiva de fuerza que emanan los números, la industria hortofrutícola se ha vinculado también con la línea ecológica. El sureste español goza de la materia prima, del compromiso del talento y del servicio hacia su clientela. Cuando la clientela europea ha ido girando hacia las necesidades ecológicas, las empresas de Almería y del sureste español han reaccionado de manera clara y directa.
Hoy el sureste español es la otra huerta europea para la alacena de los productos hortofrutícolas en ecológico y lo hace de manera ágil y desde la sabiduría que contemplan los horticultores almerienses. No es labor sencilla, pero tampoco desquicia a aquellos productores que han decidido dar el paso por el agro orgánico. Es cierto que el mundo del ecológico revive etapas del pasado, ya que los horticultores que apuestan por el sistema orgánico suman más horas de control y trabajo que los del convencional, debido a un menor número de herramientas para atacar plagas y enfermedades que acechan los cultivos.
El ecológico no es una moda. El consumidor europeo tiene dudas de sus consumos y la línea ecológica le transmite seguridad. Es una cuestión de confianza. Y debido a la rapidez de acción de las empresas del sureste español, esta industria se ha convertido en uno de los pilares de provisión de esta confianza. Los mercados nórdicos y los suizos son los grandes consumidores per cápita de las frutas y hortalizas ecológicas y de la agroalimentación orgánica, en general. Cada suizo destinó 262 euros a comprar productos ecológicos durante 2016. Una realidad que es visible nada más entrar a los dos grandes comercios detallistas del mercado helvético: Coop y Migros. Ambas cadenas disponen de grandes espacios para el orgánico, destacando los grandes corners que recoge la cadena Coop.
Es la misma realidad que se respira en Dinamarca y Suecia, donde el gasto se sitúa por encima de los 190 y 170 euros, respectivamente, con unos canales de distribución donde el orgánico se hace visible.
No se trata sólo de alimentación saludable, sino de conciencia medioambiental. Y por este motivo hay supermercados como Migros en Suiza o Biocoop en Francia que han renunciado a adquirir cualquier producto ecológico se use como medio de transporte el avión.
Podríamos seguir hablando más sobre ejemplos de la corriente orgánica en Europa. Son estos ejemplos los que están provocando la movilización en origen por parte de los horticultores del sureste español, pero esta respuesta debe ser medida y no fundada tanto en argumentos económicos.
Es cierto que las liquidaciones de las frutas y hortalizas orgánicas son superiores a las convencionales pero los diferenciales se están reduciendo año tras año, ya que los niveles de oferta están creciendo más que los de la demanda y se puede provocar un grave desequilibrio a medio plazo en la cuenta de resultados de las empresas.
España es un productor europeo de referencia de hortalizas ecológicas al sumar más de 13.400 hectáreas y con tendencia a elevar este techo, pero la demanda doméstica es muy débil.
El gasto español en comprar productos ecológicos se sitúa en los 32 euros, de los que casi un 30% se destinan a las frutas y hortalizas ecológicas. Son números muy alejados de otras realidades europeas, pero son números que van al alza.
La demanda española de productos ecológicos se concentra básicamente en las grandes urbes y en las localidades del Mediterráneo. Barcelona es el reinado del orgánico y la provincia que más supermercados ecológicos dispone, con la cadena Veritas como la líder del segmento.
Otra realidad que impacta positivamente en el ecológico es la apuesta que realizan los matrimonios jóvenes con niños, ya que se han convertido en un 'target' fuerte de demanda de productos orgánicos. Es habitual ver los sábados por la mañana a matrimonios jóvenes en las cadenas orgánicas como GranBiBio o Veritas.
Y por este motivo referencias como zanahorias o calabacines son de las categorías más demandadas en el mercado español, ya que ambas referencias son usadas para la realización de purés y papillas para los infantes.
La realidad española avanza y suma, pero al igual que en lo convencional España es una referencia de consumo per cápita en frutas y hortalizas; en ecológico será un destino de demanda moderada.
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