Juanma Moreno recibe a pie de patio en el Parlamento de Andalucía
El presidente de la Junta aprovecha el final de las sesiones de control para contactar con distintos colectivos
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Un alcalde de un municipio andaluz, de aquellos que cuesta recordar el nombre de su antecesor, tenía como costumbre no estar en la cama después de las siete de la mañana. Media hora después, en una rutina de la que sólo prescindía unos días de verano, entraba en su despacho. Por delante, casi dos horas de recepción a vecinos a los que conocía por su nombre y que aguardaban pacientemente ser recibidos por quien siempre recordaban en el cargo. Otro de una provincia cercana coincidía en la hora, aunque por motivos diferentes; creía que quienes iban a quejarse por algo, les costaba madrugar. Su visita a los barrios era constante, no hacía falta que los vecinos se desplazaran. Los consejeros aprovechan cada fin de semana para organizar actos en sus provincias de origen y bañarse en más o menos concurridas multitudes con aquellos que le conocen. ¿Y el presidente de la Junta?
Las sesiones de control que se celebran cada quince días en el Parlamento de Andalucía comienzan con un descenso por las escaleras de Juanma Moreno a quien suele acompañar el portavoz de su grupo, Toni Martín y alguno de sus consejeros. En el breve trayecto que hay desde el último escalón hasta la entrada lateral al salón de plenos, llega el momento del canutazo, aprovechado por los medios de comunicación y por el propio presidente, para transmitir algún mensaje fuera de guión. Valga como ejemplo: esta semana tocó referirse al asesinato de dos guardias civiles en Barbate, las protestas de los agricultores, los resultados de las elecciones de Galicia y el escándalo protagonizado por uno de los asesores del ex ministro José Luis Ábalos.
Después de la sesión de control y nuevamente según los requisitos de su agenda, llega el momento de esos contactos con representantes sociales, institucionales o económicos que, con el pertinente visto bueno de su equipo, reclaman unas palabras con el presidente del Ejecutivo, normalmente acompañado por el representante de la Consejería relativa al mismo. Valga el ejemplo de esta semana: los trabajadores de la planta de Acerinox en el Campo de Gibraltar, tuvieron la ocasión de explicarle los motivos de sus movilizaciones para reclamar un convenio colectivo; a su lado, el consejero de Industria, Jorge Paradela y la de Empleo, Rocío Blanco, intervenían a la más mínima duda. Con la ministra Ribera esperándole en San Telmo y con el tiempo justo para comer, Moreno se excusó por el poco tiempo dedicado a atenderles, aunque se despidieron entre agradecimientos.
Hace un par de semanas, el paseíllo incluyó a los representantes del colegio Domingo Lozano de Málaga que reclaman la agrupación de los alumnos afectados por el cierre de su centro; una fotografía y los saludos correspondientes a los miembros de Nuevas Generaciones y tuvo que tirar de empatía para consolar a una madre con un niño en cuidados paliativos. Esta semana tuvo un momento más agradable, cuando usuarios del futuro conservatorio de música Juan de Castro de Andújar quisieron agradecerle su implicación con la decisión de impartir enseñanzas profesionales a partir del próximo curso para lo que estuvo acompañado de la consejera Patricia del Pozo.
En la sesión de miércoles la tribuna de público estuvo ocupada por el alcalde de Barbate, Miguel Molina, acompañado del subdelegado del Gobierno en Cádiz, la subdelegada en el Campo de Gibraltar y representantes de la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera que luchan contra el narcotráfico y que esperaron pacientemente hasta el final de la jornada para departir en la entrada con el presidente de la Junta y el consejero de Presidencia, Antonio Sanz, quien había protagonizado un enfrentamiento con los representantes del PSOE momentos antes.
El Patio del Recibimiento del Parlamento andaluz hace honor a su nombre. La próxima semana se vestirá de gala para una nueva celebración del 28-F y, aunque la solemnidad suele ser lo que reviste a la mayoría de sus actos, todavía se recuerda la aprobación de la Ley del Flamenco en el mes de abril del año pasado, cuando artistas de varias generaciones no pudieron reprimir las ganas de bailar y cantar después de la foto oficial con los diputados que habían respaldado el texto.
La casa de todos los andaluces tiene esas ventanas a la alegría y a la tragedia; a la felicitación y la crítica; al apoyo y rechazo; a la solemnidad y la fiesta. Al fin y al cabo, se le supone un fiel reflejo de lo que sucede más allá de sus patrios. También para el presidente es una manera de contactar con la gente, con aquellos a quienes representa y, sobre todo, con todos los que desean hablar con él y a quienes debe escuchar.
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