La ciudad y los días
Carlos Colón
El avestruz y los tres monos sabios
Entrevista a Felipe González, ex presidente del Gobierno
A sus 82 años Felipe González está muy lejos de apartarse de la vida pública española. Hace ahora 50 años que aquel joven sevillano fue elegido secretario general del PSOE en el congreso celebrado en Suresnes (Francia), un congreso en buena medida fundacional pues supuso el renacimiento de un partido que aún hoy es nuclear en la política española.
Nadie ha sido presidente del Gobierno durante tanto tiempo, 14 años durante los cuales España entró en la Unión Europea y consolidó su permanencia en la OTAN. En 1991 fue el anfitrión de la Conferencia de Paz de Madrid, donde se sentaron los líderes palestinos y los representantes de Israel.
La entrevista se realiza en la sede de su fundación en Madrid, desde donde sigue en los temas que siempre le apasionaron, América, Oriente Medio, Europa y España. Y los bosques, los ríos, el cambio climático. Vamos de Israel a Ucrania, de Kiev a Estados Unidos, y de Trump a España.
Pregunta.-Acaba de recibir el Premio Maimónides, que concede en España la Asociación de Amigos de la Universidad de Tel Aviv, por su contribución a la paz en Oriente Medio. Varias universidades españolas, entre ellas las de Sevilla y Granada, decidieron romper con universidades israelíes después de comenzar la guerra en Gaza. ¿La región está peor que nunca?
Respuesta.- Sí, la región está pasando por un momento dramático, pero me parece que es un error de libro romper las relaciones con las universidades. Si alguien se quisiera formar en alguna especialidad importante, ¿por qué iba a renunciar a relacionarme con ese mundo universitario? Más bien al contrario. He coincidido mucho con José Borrell, sin embargo, ahora que ha propuesto cortar el diálogo de la Unión Europea con Israel, es la primera vez que no coincido, eso no quiere decir que coincida con la política que hace Netanyahu, no coincido en absoluto.
P.-Es cierto que los atentados de Hamas y la Yihad fueron brutales y que Israel tiene el derecho a defenderse. ¿Pero no le parece que en la actuación del Gobierno israelí está falta compasión?
R.-Creo que se están cometiendo errores y errores serios. Seguir con esta guerra le va a hacer perder a la opinión pública internacional que necesitan. La primera víctima de un conflicto es la verdad. Nunca sabemos cuál es la verdad, el último dirigente de Hamas había salido de la cárcel por un intercambio, aunque estaba condenado a cadena perpetua, y había matado a más palestinos que israelíes. Lo difícil es afinar en el análisis y lo primero que hay que hacer es partir de la base de que la primera víctima de todos los conflictos, como ya he dicho, es la verdad. No sabemos la verdad de lo que pasa, no la sabemos, nos dan cifras de muertos y, seguramente, hay infinitamente más de los que dan. A mí me duele ver a los niños muriendo en un bombardeo, aunque debajo del establecimiento haya un túnel que utiliza Hamas. Estoy seguro de que sí, y también de que en ese túnel puede haber rehenes, pero discrepo de esta política de bombardeos masivos de Netanyahu y discrepo, sobre todo, si hay una intención de utilizar Cisjordania para nuevos asentamientos.
P.-¿Cree que hay un objetivo oculto?
R.-¿Por qué oculto? Si hay quien ya utiliza el término de Samaria para no referirse a Palestina. Mi relación con este conflicto es de 50 años, algo más, de 51, de mucho antes de la muerte de Franco. En la Conferencia de Paz de Madrid, de la que fui anfitrión, recibí como primer ministro a Isaac Shamir, que era muy duro con todos. Aunque mi amigo personal fue Simón Peres, con quien tuve más sintonía fue con Isaac Rabin, que pagó con su vida que el conflicto pudiera tener una solución. De Rabin lo que más me impactó fue su argumento de que Israel se puede enfrentar a guerras con dos o tres Estados a la vez, las puede ganar o perder, pero la que no puede ganar nunca es la guerra contra los palestinos, no porque no tengan la fuerza, es que no se lo pueden permitir. Y si uno no se puede permitir ganar una guerra a los palestinos, tiene que llegar a un acuerdo con ellos.
P.- ¿Sigue estando de acuerdo con la solución de los dos Estados?
R.-Siempre ha estado de acuerdo, aunque esa posibilidad no está sobre la mesa, ha desaparecido. La Autoridad Palestina hoy no es autoridad palestina ni siquiera en Cisjordania, no digo ya en Gaza.
P.-¿Usted cree que el Gobierno español está actuando bien?
R. -Yo creo que hay que intentar ayudar a buscar una línea de salida con algunas precondiciones. Por ejemplo, no se le puede pedir a Israel que negocie con fuerzas irregulares o con países que se niegan a reconocer la existencia de Israel. Se puede llegar a una negociación para el rescate de rehenes, claro, pero lo que nadie puede pedirle a Israel es que negocie con quienes quieren que desaparezca. Ha habido un enfoque que ha sido válido hasta ahora, incluso, para los países árabes. Un enfoque que sostiene que, si se resuelve el conflicto de Israel con los países árabes y se encapsula el destino de los palestinos en Cisjordania, el problema deja de tener importancia. Eso son los acuerdos de Abraham que impulsó Trump. Pero el problema de verdad, como bien sabía Isaac Rabin, es llegar a un acuerdo con palestinos.
P.-Con la nueva administración de Donald Trump, ¿es posible que Israel se sienta libre para culminar algunos objetivos no reconocidos como echar a los palestinos?
R.-Pero son personas. ¿Dónde los echan? ¿Al mar? No, no puedes. Algunos muy amigos, como Solomo Ben Ami, con los que coincido mucho, me dicen que, si no hay dos Estados, debe haber un nuevo territorio jordanopalestino. ¿Es posible? Hombre, habría que olvidarse de lo que ocurrió con el Septiembre Negro y eso en Jordania no es nada fácil [Septiembre Negro fue un grupo terrorista palestino que se alzó contra el rey Hussein en Jordania y terminó por matar a un primer ministro jordano].
P.-¿Qué repercusión va a tener Trump en estos conflictos?
R.-Si no sabemos qué repercusión va a tener siquiera en Estados Unidos...
P.-... A Ucrania le vendrá mal.
R.-A Ucrania le vendrá mal, sí, yo creo que le vendrá mal a Estados Unidos y le vendrá mal al mundo en general. Incluso los que están más contentos con Trump se van a encontrar con que sus políticas son contradictorias.
P.-Joe Biden acaba de autorizar a Ucrania a utilizar misiles de largo alcance para atacar en territorio ruso. ¿Teme que pueda desembocar en un conflicto como una Tercera Guerra Mundial?
R.-No creo que estemos ante una amenaza de Guerra Mundial en estos momentos. Lo de Putin es bastante impresentable, él sí se permite utilizar todo tipo de misiles para destruir lo que quiera en Ucrania. Putin, que no ha perdido ni un centímetro de territorio de lo que era Federación Rusa, nunca se le ha amenazado, en cambio él no ha dejado de moverse para intentar morder en otros territorios como Crimea. Por tanto, la gente que justifica a Putin no tiene ni un solo argumento válido porque ni ha sido ni va a ser amenazado, y él lo sabe. Él lo que tiene es una voluntad expansionista que viene del tiempo del imperio de los zares y de Stalin.
P.-Hay quien sostiene que la OTAN ha provocado a Putin al acercarse demasiado a países que antes estaban en la esfera de Rusia.
R.-Se nos olvida que los países que se liberan del paraíso comunista de la Unión Soviética tienen dos propósitos: primero la OTAN y segundo, Bruselas, la Unión Europea. ¿Y por qué la OTAN no sólo no les molesta, sino que están dispuestos a cooperar estrechamente? Porque no olvidan ni olvidarán la amenaza rusa, nunca. ¿Y por qué algunos de ellos son poco compatibles con Bruselas? Porque por primera vez en su historia son países soberanos y la Unión Europea es la construcción de una soberanía compartida, no se pierde la soberanía, pero se comparte, y ellos ven a veces la actitud de Bruselas como un reflejo de lo que era su dependencia de Moscú. La OTAN para ellos es un paraguas de defensa ante la amenaza rusa y, para colmo, el comportamiento de Putin les deja claro que la amenaza sigue latente. Putin no va a parar, es más, si le ceden una parte del territorio de Ucrania, la tomará, parará un rato y después verá cuándo ataca, por dónde y a quién.
P.-Sobre esta victoria de Trump, no sé si comparte la tesis de que los demócratas han priorizado las políticas identitarias y han dejado de un lado las políticas de igualdad.
R.-Tiene razón, se equivocaron, pero ése es uno de los problemas de la socialdemocracia. Para entenderlo en una sola idea, con una sola frase: en España aumenta la desigualdad, pero se amplían los derechos de, digamos, las minorías. ¿Significa que estoy en contra de la ampliación de derechos de las minorías? No, no estoy en contra, es verdad que a veces faltan letras en el abecedario para saber hasta dónde se puede llegar para describir esas minorías. Pero si pierdes el foco de la lucha contra la desigualdad, que es el fenómeno fundamental que vivimos en la sociedad actual, desaparece nuestra razón de ser. La justicia social, pilar de la socialdemocracia, ha pasado a segundo plano. También en Estados Unidos se llegaron a imaginar que, sumando un montón de componentes diversos, tendrían una mayoría, incluso, indestructible, y de pronto se dan cuenta de que la gente está preocupada por los precios y para llegar a final de mes.
P.-Por la inflación.
R.-La lucha contra inflación en Estados Unidos ha sido un éxito, sí, pero es evidente la gente no lo ha notado. En España no se deflactó el ingreso a las clases medias y medias bajas, y se perdió mucho poder adquisitivo. Hoy es inimaginable que una pareja de cualquier tipo, con 30 ó 35 años, tenga la posibilidad de pensar en una vivienda, han perdido autonomía relativa y aun trabajando los dos. No te digo nada si es una familia monoparental. Los socialdemócratas han perdido el foco. Puedes ser de cualquiera de esas minorías, pero si tu problema es el problema de que te cuesta más trabajo llegar al final de mes que hace cuatro años, no hay nada que hacer, aunque la economía haya crecido con mucha fuerza y se haya corregido la inflación. Esto es un fenómeno de la socialdemocracia, insisto, también en Europa, y lo mismo ocurre en España, aunque cuando lo digo yo, hay gente que se molesta.
P.-José María Aznar ha declarado que algo muy grave debe estar pasando en Estados Unidos para que un ex presidente que ha animado al asalto al Capitolio y que está condenado haya vuelto a ser elegido. Que es necesario saber qué está ocurriendo.
R.-La fundación FAES [presidida por Aznar] hizo un informe muy, muy crítico sobre la reelección de Trump. Yo también soy muy crítico, pero no sólo con lo de Estados Unidos, también con Bolsonaro en Brasil o con lo que ha pasado en Argentina con Milei. Hay una corriente evidente en Europa y menos evidente en España, pero evidente también. Me parece que eso se combate teniendo una visión de país, pero veo que el Partido Socialista ha dejado de ser alternativa. Somos tercera fuerza en Madrid, tercera fuerza en Galicia, en el País Vasco no somos alternativa y así voy sumando sitios. No somos tercera fuerza en Andalucía porque no hay segunda fuerza. Lo digo en serio, tenemos una expectativa muy baja.
P.- ¿Y cree que es el mismo problema? ¿Que el Partido Socialista se ha olvidado de las políticas clásicas de la socialdemocracia?
R.-Sí.
P.- ¿Y cuándo comienza eso?
R. -Creo que los socios de Gobierno han influido mucho en eso.
P.-Pero esos deberían estar más preocupados por las políticas de igualdad.
R.-Sí, pero como no las entienden...
P.-¿Qué grandes reformas piensa que habría que hacer para romper las brechas de desigualdad? En los años 80 fuera la reforma de la sanidad, la educación, la fiscal.
R.-El problema de España es que casi no vamos a tener Presupuesto, ya veremos. Vamos a ver, necesitamos reformas, por ejemplo una reforma fiscal, no ir picoteando con un impuesto a las energéticas o la banca. Hay reformas estructurales que hay que resolver de verdad y hay que resolver con acuerdos, como mínimo, con el PP. Una reforma fiscal no se puede hacer sin el PP. Si hemos sacado 600 millones de euros de un impuesto especial a la banca y hemos ingresado 35.000 millones de euros porque no se ha deflactado el IRPF, que los han pagado las clases medias y medias bajas, hagamos una reforma fiscal porque la necesitamos. Además, la fiesta de las repercusiones de la pandemia en Europa se está acabando, así que tenemos que ajustarnos a las reglas del juego porque no podemos mantener una deuda superior al PIB. Y si de verdad no podemos hacernos cargo de la fiscalidad del País Vasco, de Navarra y de Cataluña, tal como dice Esquerra que ha pactado, tendremos un 30% menos de recaudación para el Estado. ¿Cómo se financiará la prima de riesgo si el poder central renuncia a ese 30%?
P.-Lo que se explica es que Cataluña pagará una suerte de cupo para financiar gastos del Estado, entre éstos, el de la deuda.
R.-Si el Estado no recauda sobre el 100%, y aun recaudando sobre el 100% todavía hay un 5% de salto sobre la media de la Unión Europea, no es posible financiar la deuda. No sin ese 30%. Vamos a ver, podemos disimularlo durante el tiempo que tengamos los ingresos extraordinarios europeos, pero esto va a desaparecer. ¿Va a desaparecer al mismo tiempo la deuda? No, pues entonces vamos a tener que ponernos de acuerdo. En este país nuestro, PP y PSOE están condenados a ponerse de acuerdo, no en todo, que sería ridículo, pero sí en estos grandes asuntos.
P.-Pues hemos pegado otro salto más, el consenso también se ha roto en la Unión Europea, donde PSOE y PP siempre habían ido por la misma vía.
R. -Eso no es verdad, la única vez que hubo un acuerdo fue durante mi etapa de Gobierno, entre otras cosas porque teníamos mayoría absoluta y dos comisarios y, por tanto, yo tenía la posibilidad de nombrar a dos personas y le pedí a Fraga que me propusiera una. Aunque tuviéramos 202 diputados. Y Fraga propuso a su cuñado [Carlos Robles Piquer]. Aquello tenía cierta gracia, Fraga decía que no era porque fuese de su familia, sino que era el mejor, pero en Bruselas hubo una alarma, medio escandalosa, por el papel que su cuñado había jugado, entre otras cosas, con la censura, así que se lo dije y le propuse que me presentase una terna y la decisión menos chocante fue la de Abel Matutes. Pero cuando ya tuvimos sólo un comisario, el PSOE también votó en contra de los que propuso Aznar, de Miguel Arias y de Loyola de Palacios.
P.-Pero, presidente, lo que se ha puesto en riesgo ahora es la Comisión Europea al completo, no un veto sólo de la parte española de un grupo parlamentario.
R.-Claro, porque lo que se ha hecho ahora son extrañísimos equilibrios para llegar a un acuerdo, que están rompiendo políticas de unos y de otros. Por ejemplo, en España nadie hubiera imaginado que íbamos a apoyar en la Comisión a un representante de Meloni. No digo que sea bueno o malo. O que íbamos a participar en una Comisión que considera la energía nuclear como una energía limpia, que por cierto es más limpia que los demás. Yo no estoy por la energía nuclear, pero es más limpia que las demás.
P.-¿Pero el veto a Teresa Ribera le ha parecido normal?
R.- No. ¿Qué no la quiere votar el PP? Bueno, pero que no fuerce al PP europeo y haga peligrar el acuerdo de la Comisión.
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