La Rayuela
Lola Quero
Tierra de espías
Tribuna de opinión
AHORA que se acerca el final de año es momento de hacer balance. Andalucía progresa, converge y su economía crece con fuerza y dinamismo. Y para conseguir todo ello, el turismo ha vuelto a ser un elemento clave. Nuestra principal industria va a cerrar el ejercicio con los mejores resultados de toda la serie histórica: más ingresos, más empleo y un crecimiento en visitantes responsable y sostenido.
Desde la Junta de Andalucía tenemos claro que esta actividad afronta un nuevo ciclo en el que nuestro destino tiene que reposicionarse para mantener su estatus de referente. Es obligatorio abordar la gestión del turismo desde la sostenibilidad en sus tres vertientes: medioambiental, económica y social. Esta última ha tomado protagonismo en los últimos tiempos y desde la Consejería de Turismo nos hemos puesto manos a la obra. Hacer compatible la llegada de visitantes y sus intereses con los intereses de los destinos y la convivencia con las comunidades de residentes nos ocupa.
Para ello, hemos impulsado una estrategia que parte desde una promoción quirúrgica e inteligente: vamos en busca del turista que más nos interesa, aquel que viaja en épocas del año distintas a la temporada alta, que tiene un nivel de gasto por encima de la media y que compatibiliza mejor con los residentes.
Los resultados avalan esta línea de trabajo. En Andalucía los mayores crecimientos en visitantes se producen en el primer y en el último cuatrimestre, mientras que en el verano los aumentos son más moderados. En la temporada estival los destinos que más crecen son los de interior: Jaén y Granada.
Es también en estos periodos del año cuando Andalucía crea más empleo turístico. ¡Quién lo diría hace unos años! Somos la comunidad que más puestos de trabajo genera en los meses de enero, febrero o marzo. Una de cada cuatro familias en nuestra comunidad vive del turismo.
Además de todo ello, conseguimos esponjar el territorio, es decir, los turistas que llegan al destino visitan cada vez más municipios y por tanto los beneficios de esta actividad se extienden.
Ante estos datos irrefutables, sorprende en estos últimos tiempos los ataques que desde algunos sectores se han lanzado en contra de la principal industria de Andalucía. El turismo se ha convertido en el saco al que golpear y culpar de problemas como la falta de vivienda.
Este problema es común y estructural en España, no es exclusivo de los destinos turísticos. Y ello es debido a una Ley de Derecho a la Vivienda impulsada por el Gobierno Central que ha fracasado con estrépito. La norma ha retraído a los propietarios a sacar sus viviendas al mercado. Hay viviendas vacías, pero no se ponen en alquiler. Vayamos a las fuentes, el Instituto Nacional de Estadística apunta a que en España hay más de tres millones de viviendas vacías. ¿Dónde está pues el problema? La vivienda turística no puede ser la culpable.
También se achaca al turismo la pérdida de identidad de los centros históricos de algunas ciudades. Situémonos una mañana cualquiera en el servicio de transporte metropolitano de una de nuestras capitales. La imagen sirve de ejemplo para explicar el proceso social y urbanístico que se ha dado en las ciudades desde hace más de tres décadas. Miles de universitarios se desplazan cada mañana hacia sus centros de estudio desde los municipios de la periferia. Son los hijos de aquellas familias que decidieron hace varios lustros abandonar los centros urbanos y los cascos históricos en busca de viviendas más espaciosas, accesibles, próxima a zonas verdes y comerciales y a menor coste en los municipios próximos a la capital.
En ciudades como Málaga, Sevilla y Cádiz existían hace tres o cuatro décadas zonas abandonadas, edificios apuntalados y se hablaba de infravivienda en sus cascos históricos. Ha sido el turismo el motor que ha revitalizado muchas zonas que se encontraban en estado de semiabandono.
Por tanto, considero que el turismo en Andalucía ha sido regenerativo. Ha mejorado la calidad de vida de muchos andaluces, ha servido para poner los pilares de muchos proyectos de vida, ha revitalizado nuestras ciudades y nuestro patrimonio ya sea cultural, histórico o natural.
Es necesario, pues, ser rigurosos a la hora de analizar las externalidades que genera la principal industria de Andalucía. Tenemos que profundizar en las incomodidades o problemas que perciben los ciudadanos y definir a partir de un estudio riguroso, basado en datos y no en relatos, cuál es la mejor solución para cada caso. Al turismo hay que cuidarlo, no hay que dar por hecho que es un fenómeno que va a durar siempre en nuestra tierra. Entre todos somos responsables de una industria que hace que el nombre de Andalucía llegue a todo el mundo como un destino de excelencia y que cuida a los que nos visitan y también a los que los reciben.
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