Corales nazaríes

En las costas granadinas también hay corales vistosos

En la actualidad se están descubriendo y describiendo nuevas especies

Trompeta de Tritón

Arrecife de coral naranja (Astroides calycularis) en la Rijana.
Arrecife de coral naranja (Astroides calycularis) en la Rijana.
Alfredo Rosales e Ignacio Henares

04 de octubre 2024 - 05:47

Quizás el primer punto de atención al divisar la ciudad de Granada en el horizonte son los colores pardos y anaranjados de la Alhambra, que contrastan con el cielo azul y el verde de los Jardines del Generalife. Presidiendo la ciudad desde su privilegiada atalaya, esta fortaleza esconde en su interior un juego de imbricadas formas geométricas labradas sobre los blancos yesos de los techos palaciegos. 

En un paralelismo casi total, el primer punto de atención al divisar las paredes y pináculos submarinos de nuestra provincia son las pequeñas (y no tan pequeñas) ‘fortalezas’ anaranjadas y pardas erigidas a lo largo de siglos por colonias de diferentes especies de coral. En el interior de estas bellas masas que contrastan con el azul del mar y los tonos verdosos de las algas y fanerógamas marinas, encontramos unas estructuras geométricas muy intrincadas con la base de un color blanco níveo, (del carbonato de calcio), construidas con tesón de forma paulatina por diferentes organismos coloniales.

La belleza de esos espacios submarinos de nuestra provincia se debe a su singular biodiversidad derivada de diversos factores ambientales, biogeográficos y paleohistóricos. Su convulsa historia natural, nos sigue proporcionando sorpresas aún en la actualidad con descubrimientos de nuevas especies.  

Hace unos 10 millones de años, los contornos de Sierra Nevada y sus estribaciones se encontraban bañados por un mar tropical, de no mucha profundidad, en el que se desarrollaban arrecifes de coral muy similares en composición de especies a los arrecifes que conforman hoy las islas coralinas del Caribe o rodean algunas islas del Golfo de Guinea. El estrecho de Gibraltar contaba en esta época con una disposición distinta a la actual, estando la conexión entre el Atlántico y el (Proto) Mediterráneo conformada por un sistema de estrechos que inundaba las cuencas de los principales ríos costeros del mar de Alborán andaluz. En Granada, la cuenca del actual río Genil conectaba con la actual cuenca del Guadalfeo, generando un paso de poca profundidad flanqueado por islas. 5 millones de años después, el movimiento de las placas tectónicas europea y africana, propició el cierre de estos estrechos, la desconexión total o parcial entre las masas de agua que, se cree, fue responsable de la desecación de una parte muy importante del Mediterráneo actual. El cataclismo ecológico que desencadenó este proceso, unido a posteriores cambios climáticos llevó a la extinción de estos grandes arrecifes. Hoy día, es posible ver los restos de estas imponentes estructuras que otrora rebosaron una vida multicolor en distintos afloramientos fosilíferos del Valle de Lecrín o la Vega de Granada. 

Arrecife en Jayena.
Arrecife en Jayena.

Reductos y relictos

Al igual que los moriscos descendientes de los que construyeron la Alhambra, (albañiles, carpinteros, ceramistas, yeseros y jardineros), quedaron refugiados en algunas comarcas como la Alpujarra, los estudios desarrollados en estos últimos años están mostrando que una parte de la diversidad de estos arrecifes proviene de especies, de aquel mar de Tethys tropical, que encontraron refugio en los acantilados y cañones submarinos de la actual costa granadina que albergan reductos en el que se conservan especies raras, algunas de ellas relictas y endémicas.

En 2020, un grupo de investigadores del Museo del Mar de Ceuta, el Aula del Mar de la Universidad de Granada y la empresa de consultoría ambiental Gestema Sur, se encontraban realizando una inmersión en los Acantilados de Calahonda-Castell de Ferro cuando observaron unas diminutas colonias de coral parasitando a una esponja en el techo de una pequeña cueva submarina. Este coral, un zoantario, podía asemejarse a Parazoanthus axinellae, el (mal) denominado comúnmente ‘anémona incrustante amarilla’, aunque algunos caracteres ecológicos, su morfología más delicada y un color amarillo más brillante que en los ejemplares de la especie conocida, hicieron saltar las alarmas, pues podría tratarse de una especie nueva. 

Una especie descubierta en nuestra costa, Parazoanthus franciscae.
Una especie descubierta en nuestra costa, Parazoanthus franciscae. / Alfredo Rosales

El primer estudio realizado a partir de muestras recogidas sobre la población observada en Calahonda permitió iniciar su caracterización tanto morfológica como molecular, confirmando su carácter como nueva especie para la ciencia. Este pequeño animal fue bautizado como Parazoanthus franciscae, (en honor a Francisca Serrais Benavente, presidenta del Museo del Mar de Ceuta desaparecida en los días previos al descubrimiento).

Posteriormente esta especie fue detectada en otros puntos del litoral andaluz y africano, estando no obstante la mayoría de sus poblaciones conocidas y el punto con mayor diversidad genética en Granada. En la actualidad se conocen únicamente 6 poblaciones de P. franciscae, situándose 3 de ellas en el municipio de Almuñécar y una entre el territorio de Carchuna-Calahonda y Castell de Ferro. Esto podría indicar que la costa granadina ha actuado como refugio para esta especie, pues la mayor parte de sus poblaciones se encuentran en ella. Así, esta especie habría sobrevivido a la gran extinción de los corales tropicales en el litoral andaluz en los espacios costeros granadinos.

Otros ‘primos’ en la familia. 

Las especies del género Parazoanthus, normalmente actúan como parásitos de esponjas. Con un color amarillo, anaranjado o pardo, los representantes de este género suelen provocar las delicias visuales de muchos de los visitantes submarinos de la costa granadina. Además de la nueva especie descrita (Parazoanthus franciscae), este género está representado por otras tres especies en nuestras costas, lo que convierte al litoral granadino en el punto con mayor diversidad conocida de este género en el Mediterráneo. Uno de estos taxones está pendiente de clasificación, tras la revisión taxonómica que se está realizando tras su descubrimiento el pasado mes de mayo, en una de las exploraciones de los diferentes cañones submarinos que se desarrollan frente a la costa de Torrenueva. 

Parazoanthus axinellae parasitando una esponja.
Parazoanthus axinellae parasitando una esponja. / Alfredo Rosales

Parazoanthus axinellae. La pared del cuerpo está totalmente cubierta de partículas incrustadas que forman una capa gruesa. De color amarillo o naranja, cada pólipo tiene de veinticuatro a treinta y seis tentáculos dispuestos en dos verticilos. Los pólipos miden 5 mm de diámetro y 20 mm de altura. Están conectados entre sí en pequeñas colonias por una capa continua de tejido, el coenénquima. Se encuentra sobre sustratos rocosos en las zonas templadas del océano Atlántico oriental y el mar Mediterráneo, en profundidades que oscilan entre los 23 y los 45 metros. Se han descrito tres subespecies, P.a. liguricus, P.a. muelleri y P.a. adriaticus

Parazoanthus brevitentacularis. De color naranja en la columna y en el disco, y radios amarillentos, llega hasta los 4 cm de altura, tapizando paredes infralitorales y llegando a los estratos superiores del mesofótico en algún punto del Mar de Alborán. 

Parazoantus brevitentacularis
Parazoantus brevitentacularis / Alfredo Rosales

Encuadre taxonómico

Los cnidarios (del griego ''knídee'' = ortiga) son un FILO de animales diblásticos relativamente simples, que viven exclusivamente en ambientes acuáticos, mayoritariamente marinos. Agrupa alrededor de 10.000 especies, englobando medusas, diversos tipos de corales, anémonas e hidras (únicos cnidarios que habitan en agua dulce).

Los antozoos (del griego “anthos” = flor, y “zoon” = animal) son una CLASE de animales del filo Cnidaria que presentan exclusivamente forma de pólipo. Incluye especies tan conocidas como las anémonas de mar, los corales, las gorgonias y las plumas de mar; pueden ser solitarios o coloniales, con esqueleto o sin esqueleto. Se conocen más de 6.000 especies, todas marinas. 

Los hexacorales, son una SUBCLASE de cnidarios antozoos, solitarios o coloniales, que incluye las anémonas y los corales verdaderos. Los pólipos presentan una cavidad gastrovascular dividida en muchas cámaras por tabiques o sarcoseptos. Estos sarcoseptos, dispuestos en parejas, suelen estar en un número múltiplo de 6. Tienen una o dos filas de tentáculos, nunca pinnados y también en número múltiplo de 6, y poseen diversos tipos de cnidocitos (células especializadas únicas porque contienen estructuras capaces de disparar un pequeño filamento llamado nematocisto que puede contener sustancias tóxicas o adhesivas, o incluso puede tener un efecto paralizante en las presas).

Los zoantarios son un ORDEN de cnidarios antozoos hexacorales que agrupa a especies tanto solitarias como coloniales que se encuentran comúnmente en muchos ambientes marinos incluidos los arrecifes de coral. La mayoría de sus representantes tiene un tamaño de unos pocos centímetros. Es un orden cercano a las anémonas (actiniarios), los corales negros (antipatarios) o los corales escleractinios o duros que son los que forman verdaderos esqueletos como es el caso del coral naranja (Astroides calycularis) y el coral candelabro (Dendrophyllia ramae). 

Al estudio de las zonas de penumbra. 

El proyecto MESO_Alborán, desarrollado por la Fundación Museo del Mar de Ceuta, ha estado dedicado al estudio de los hábitats mesofóticos del Mar de Alborán que se extienden desde aproximadamente los 25-40 m de profundidad hasta los 120-150, (dependiendo de diversos factores que afectan a la penetración de la luz como la turbidez o las partículas en suspensión). En estos entornos en los que la intensidad luminosa se ve disminuida, van desapareciendo la mayoría de las especies fotosintéticas para dar paso a animales ‘bioconstructores’ como diversos tipos de corales o de esponjas. 

En estas zonas de penumbra o de medianoche se producen las conexiones entre los hábitats someros y profundos. Estos poco estudiados y menos conocidos hábitats albergan una gran diversidad de especies propiamente mesofóticas así como estadios larvarios y fases juveniles de especies de gran interés que desarrollan sus vidas adultas en áreas más profundas o más superficiales. El conocimiento de esta peculiar biodiversidad marina en estas cotas, y de los servicios ecosistémicos que aportan, es esencial para su protección y para el futuro de actividades económicas muy importantes como la pesca o el turismo. Este proyecto tendrá continuidad en los próximos años al ser aprobada por la Fundación Biodiversidad una segunda fase.

¿Qué son los ‘bioconstructores’? Se conocen con este nombre a aquellas especies capaces de generar estructuras, normalmente mineralizadas, cuyo desarrollo tridimensional, cobertura del entorno y capacidad de fijar nutrientes, actúa modulando las condiciones físico-químicas del medio, construyendo unos ecosistemas propios que propician el desarrollo de redes tróficas y se convierten en los principales hotspots (puntos calientes) de biodiversidad de los hábitats mesofóticos alboraníes. 

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