Cuerpo de pez, alas de pájaro y patas de cangrejo
Los peces golondrina y ‘rubios’ pertenecen a una familia de peces que presenta curiosas adaptaciones en sus aletas parecidas a alas y patas
Cómo mola el ‘pez Mola’
Los fondos marinos están llenos de sorpresas y curiosidades. En ocasiones podemos encontrarnos con unas especies de peces que, vistos desde arriba, parecen un extraño pajarraco con las alas desplegadas; observados desde abajo, podrían parecernos un crustáceo y mirados de costado nos llevan ya a sumergirnos en leyendas y a empezar a pensar en criaturas misteriosas y extrañas, diferentes a nuestra idea mental de un pez típico.
La familia Triglidae son un grupo de peces marinos que llaman poderosamente la atención por sus alas de pájaro, patas de cangrejo y cuerpo de pez. Reciben diferentes nombres comunes como rubios, peces golondrina, vacas, cabrillas, borrachos, peces gallo, escarchos, petirrojos de mar… Pertenecen al orden Scorpaeniformes, un grupo de peces que incluye a los famosos peces roca y peces escorpión, conocido por su diversidad de formas y adaptaciones a diferentes nichos ecológicos marinos. Los antecesores comunes probablemente eran peces que vivieron en fondos marinos poco profundos hace millones de años, evolucionando con adaptaciones como espinas, placas óseas y camuflaje, para protegerse de los depredadores y capturar presas. Aparecen por primera vez en el registro fósil en el Eoceno, en el Terciario inferior.
Hábitat y distribución
Viven en mares y estuarios de aguas templadas y tropicales generalmente entre los 40 y 50 m de profundidad aunque su rango se amplía desde unos 10 metros hasta más de 150. Son todos especies bentónicas que viven en el fondo marino, donde se alimentan desenterrando sus presas.
Descripción
Las especies de esta familia son peces de pequeños a medianos, desde los 10 cm hasta 1 m de longitud, máxima descrita. Presentan el cuerpo más o menos fusiforme, más alto y grueso en la región anterior; cubierto de escamas y escudetes óseos, a veces espinosos. Cabeza fuerte, recubierta de un hueso a modo de casco y provista de espinas. La línea lateral es bien aparente.
Las dos aletas dorsales están claramente separadas. Las pectorales tienen tres radios más alargados, parecidos a patas, que se separan de las aletas y sirven tanto para la locomoción como para la detección sensorial del entorno y para localizar el alimento; algunas especies tienen estas aletas agrandadas y con colores llamativos, como de aves. Este conjunto de apéndices no es solo una peculiaridad visual ya que, en realidad, representan un notable avance evolutivo que les ha permitido ‘caminar’ sobre el fondo marino, escarbar en la arena y descubrir presas ocultas bajo ella.
Adaptaciones morfológicas
Las más importantes son esas ‘patas’ pectorales, estructuras que facilitan el movimiento pegados a los fondos arenosos en busca de alimento, lo que les da una ventaja sobre otros peces que nadan a mayor altura en la columna de agua. A lo largo de millones de años, este grupo se ha diversificado y especializado para ocupar diferentes nichos ecológicos. Algunas especies han desarrollado estructuras óseas en la cabeza para protegerse de los depredadores y para ayudarse en la captura de presas. La coloración y otras adaptaciones para el camuflaje en su hábitat son clave para sobrevivir en su entorno, por un lado, evitando a sus depredadores y por otro, permitiendo acercarse sigilosamente a sus presas.
Importancia Ecológica
Los peces de la familia Triglidae desempeñan un papel crucial en las cadenas alimentarias marinas. Son depredadores de invertebrados bentónicos como crustáceos, moluscos y pequeños peces, lo que ayuda a mantener el equilibrio de las poblaciones de estas especies. Al mismo tiempo, sirven de presa para peces más grandes y otros depredadores marinos, siendo una pieza clave en los ecosistemas donde habitan.
Al ‘caminar’ por el fondo marino con sus aletas pectorales modificadas, contribuyen a la bioturbación, el proceso de remezclar los sedimentos del fondo marino. Esto puede tener efectos beneficiosos en la oxigenación del sedimento y en la distribución de nutrientes, lo que a su vez favorece la biodiversidad del ecosistema bentónico. Esta habilidad para escarbar el medio marino permite a otras especies seguir su pista y beneficiarse de la localización de alimento.
Debido a su sensibilidad a cambios en el ambiente, pueden ser utilizados como bioindicadores de la salud de los ecosistemas marinos. Cambios en sus poblaciones pueden reflejar alteraciones en la calidad del agua, la disponibilidad de hábitat o la abundancia de presas, lo que puede ser útil para la gestión y conservación de los ecosistemas marinos.
Importancia Económica
Algunas especies como el pez gallo europeo tienen importancia comercial en las pesquerías de muchas regiones. Son apreciados por su carne blanca y sabrosa, y se capturan tanto mediante pesca de arrastre como pesca artesanal. Su valor económico puede ser significativo en las economías locales, especialmente en comunidades costeras.
Los Triglidae también pueden contribuir al turismo y actividades recreativas. Por su comportamiento único y su apariencia distintiva, son un punto de interés para los buceadores y entusiastas de la fauna marina. La pesca deportiva de algunas especies también puede generar ingresos adicionales a través del turismo de pesca.
En algunos lugares estos peces tienen un valor cultural y gastronómico. Platos tradicionales que incluyen estos peces forman parte de la identidad culinaria de diversas regiones, atrayendo a turistas y promoviendo la preservación de tradiciones culinarias.
Etimología
El género Trigla que da nombre a la familia, es el término griego que se refiere al salmonete rojo. Comparte con esta especie, además de cierto parecido en la forma, (y a menudo en el color), la capacidad para crear sonidos sacados del agua, gracias a la presencia de un pequeño músculo que tamborilea emitiendo sonidos al golpear la vejiga natatoria. De ahí viene uno de los nombres comunes con los que son conocidos, rubios. Al capturarlos emiten un croar similar al de una rana, lo que les ha dado el nombre onomatopéyico de rubio.
Otro de los nombres comunes, petirrojo de mar, proviene del color anaranjado de la superficie ventral de algunas especies del género Prionotus y de las grandes aletas pectorales que se asemejan a las alas de un pájaro.
Uno de los géneros destacados de la familia es Chelidonichthys una composición del griego ‘chelidon’, que significa golondrina, e ‘ichtys’, que significa pez. Literalmente traducido sería pez golondrina.
Especies presentes en el Mediterráneo occidental
En el Mar de Alborán se ha citado la especie Trigla lyra, 3 especies del género Chelidonichthys, Ch. lucerna, Ch. lastoviza y Ch. obscurus y 2 del género Lepidotrigla, L. cavillone y L. dieuzeidei.
(+ información sobre la familia Triglidae en la web Litoral de Granada)
Exaptación y adaptación.
La exaptación y la adaptación son dos procesos evolutivos que se relacionan estrechamente. La adaptación se refiere al proceso por el cual una característica o estructura evoluciona para cumplir un propósito específico en el entorno. En cambio, la exaptación se refiere al proceso por el cual una característica o estructura evoluciona para cumplir un propósito diferente al que originalmente tenía. En el caso de las ‘patas’ de los peces golondrina se suman estos dos procesos, primero con una adaptación de las aletas pectorales para caminar y remover el fondo y posteriormente, en algunas especies, cumpliendo funciones sensoriales para una mejor detección de presas.
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