"Me siento a estudiar trece horas al día porque me gusta": Sale la última hornada del doble grado de Informática y Matemáticas de la Universidad de Granada
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Isabel Moreno y Mario García hablan por ellos y todos sus compañeros de unos estudios duros pero que recomiendan con fervor
"Lo que queremos es disfrutar más y aprender mejor"
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Tienen, y así lo cuentan, más que asegurado el futuro profesional. No les faltará trabajo. El suyo es uno de los perfiles que se esgrimen como necesarios en un mundo laboral que va a lomos de la tecnología. Suman dos mundos estrechamente vinculados, el de las Matemáticas y el de la Ingeniería Informática.
Este doble grado, uno de los títulos más ambiciosos del centenar lago de títulos que oferta la Universidad de Granada, cuenta ya con una nueva hornada. Esta carrera comenzó su andadura en el curso 2011/2012 con una nota de corte que se quedó en un cinco pelado. Los alumnos que ahora se gradúan se matricularon en el 2019/2020, un año académico atravesado de lado a lado por a pandemia. Comenzaron 50 -todos ellos con una nota mínima tras Selectividad de 12,634- y una treintena de ellos estuvieron en el acto de graduación celebrado recientemente en la Facultad de Ciencias. En esta promoción sólo hay tres mujeres.
Isabel Moreno, delegada de la clase, cuenta que siempre quiso hacer algo relacionado con las Matemáticas. Tomó la decisión de entrar en el doble grado sin tenerlo del todo claro aunque muy motivada por conocer qué tienen en común las Matemáticas y la Informática. Mario García, por su parte, asegura que una charla en el PTS, en las jornadas de estudiantes que cada año organiza la UGR, fueron claves para decidirse. Allí echó las redes Joaquín Valdivia, uno de los padrinos de esta promoción -junto a Javier Meri de la Maza-, y pescó a este joven estudiante.
Los dos, granadinos nacidos en 2001, cuentan lo que les ha aportado cada una de las dos ramas de estos estudios. "Muchos matemáticos y físicos acaban en el mundo de la informática", reflexiona Isabel que, como su compañero, en primero se dio cuenta de lo diferente que era el trabajo universitario con respecto a los estudios en el instituto.
"En Bachillerato te enseñan a hacer cuentas. En la carrera no usas la calculadora", resumen estos estudiantes, que señalan que mientras que las Matemáticas les han mostrado cómo abordar problemas, la ingeniería les ha aportado cómo buscar la mejor solución.
La "densidad" de los estudios no les impidió hacer muy buenas migas entre ellos. "El ambiente es guay", señala Isabel, algo en lo que coincide Mario. Hubo, claro, quien decidió cambiar e irse, por ejemplo, a Informática, y quien tuvo que darle la vuelta a las expectativas iniciales. "Nadie acertó", señalan cuando echan la vista atrás.
Empleo
En la primera promoción, en el curso 2015/2016- hubo apenas dos egresados. En la segunda, 18. Han salido con cuentagotas y, según los datos del Observatorio de Empleo, el mercado laboral les ha acogido con los brazos abiertos. El 90% de los titulados que finalizaron sus estudios en 2021/2022 estaba trabajando un año después de terminar. Ninguno de los 25 titulados aquel curso estaba en situación de búsqueda de empleo.
"Todos podíamos estar trabajando, seguro, pongo la mano en el fuego", reta muy segura Isabel que, como Mario, espera avanzar en una carrera investigadora dentro de la Universidad, una decisión que, cuenta, tomó en tercero. "En primero tenía una frase, un cinco [de nota] son seis créditos. Luego me di cuenta de que me quería dedicar a la investigación" y el reto ha sido ir a por el máximo.
Ella cuenta con un mentor que le ha ayudado en la gestión emocional y la ansiedad gracias a haber sido seleccionada en el programa Incubadora de Talento. "Hubiera sido interesante que se extendiera a más alumnos", valora sobre ese apoyo. "Me siento a estudiar trece horas al día porque me gusta". En eso coincide con Mario. "Cuando tienes 18 años echas la lotería, pero la carrera es muy bonita y lo he disfrutado".
Lo mejor de cada una
De cada uno de los dos brazos de la titulación exprimen el máximo. Cada una de las disciplinas -tan vinculadas en el fondo- les dan "curiosidad" por comprender las cuestiones a las que tienen que dar respuesta y "creatividad". "Combinar los dos grados te da lo mejor de cada una de las disciplinas", resume Isabel.
"A un matemático a lo mejor le cuesta hacer una integral, pero sabe de dónde viene", razonan estos estudiantes, que destacan el salto que supone llegar a la Universidad desde el instituto. "Ese año se compensó por la clase", los compañeros y el buen ambiente. Y eso que "la clase es muy variopinta".
Achacan ese salto a que en el instituto se repite un método de trabajo que quizá merezca una reflexión. "Gente que lo pasó mal estudiando matemáticas luego se hace docente y se repite, en bucle" la situación, alumnos desmotivados con esa asignatura que llegan a la Universidad con ese lastre.
El tiempo, como no, pone las cosas en su sitio y cuando estos aplicados estudiantes llegan a segundo ya saben de qué va la historia. "Te organizas mejor, sigue siendo duro por la cantidad de trabajos que hay que entregar en Informática, que no es complicado pero hay que dedicarle mucho tiempo, y luego está Matemáticas...", cuenta Mario. Condensan 360 créditos -lo que se haría en seis años en un grado- en apenas cinco cursos. "No es hasta que te paras cuando te das cuenta" del reto que supone, señala este estudiante.
"Se agradece mucho"
Y sobre el buen ambiente también tienen algo que decir. No ha sido todo espontáneo, sino que detrás del compañerismo que aseguran que se da en su clase también hay un trabajo silencioso. "Nos apoyamos un montón pero no es algo que haya salido de la noche a la mañana", relatan. Hay entre ellos un sentimiento de pertenencia que hace que haya colaboración incluso entre distintos cursos, algo que "se agradece mucho" y, para colmo, "los profesores son maravillosos".
"Si tuviera que escoger, de nuevo haría el doble grado", sentencian. Eso sí, para Isabel hay dos peros. "Echo en falta que se valore más el esfuerzo que se hace en un doble grado" de cara a iniciar una carrera investigadora y hacer las cosas "con más calma". "Vamos con la lengua fuera, algo que criticamos porque lo que queremos es disfrutar más y aprender mejor".
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