La Universidad de Granada estrena curso: "Ya tenía ganas de estar aquí"

"Churros, churros". Algarabía en la terraza de la cafetería de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. El camarero ofrece en un gesto simpático y calórico una bandeja de calentitos a estudiantes, profesores y persona técnico de gestión, administración y servicios que ocupan las mesas. Primer día de clase y se nota en una Facultad, la de Ciencias, que cuenta con más de 5.000 estudiantes. Este lunes es el estreno de curso para algo más de 46.000 matriculados en grados en los campus de Granada, Ceuta y Melilla. Casi 10.300 son de primero, los nuevos. Si se incluye a los de posgrado y otras enseñanzas propias la UGR alcanza los 100.000 matriculados.

En la entrada de la Facultad -donde ahora cuelga el esqueleto real de un calderón que quedó varado en Torremolinos- un grupo de estudiantes de Ingeniería Química acaba de salir de la primera clase. Es el momento de un feliz reencuentro. Marcos, de Toledo, asegura que llega con las "pilas cargadas". No sabe cómo llegará al segundo cuatrimestre, pero el primero lo empieza con energía. Está ya en tercero, con alguna asignatura pendiente de cursos anteriores. La jornada previa al inicio de las clases la pasó tranquilo, en casa. Sobre las once y media de la noche echó un ojo al horario. Este curso tendrá clase por la mañana.

Marcos reside durante el año académico en una residencia en camino de Ronda. Prefiere este tipo de alojamiento antes que la opción de piso compartido. Gonzalo, también de tercero de Ingeniería Química, comparte con otros tres estudiantes alojamiento en Caleta. Cada uno de ellos paga 300 euros al mes. Ha notado el incremento de precios y recuerda que cuando comenzó la carrera una tostada completa de jamón y tomate estaba por debajo de los dos euros. Gonzalo asegura que sí, que tiene ganas de volver a la Facultad, a la rutina.

Lo mismo asegura Marina, de Las Palmas y también del mismo grupo. A las 9:30 horas estaban todos citados para el inicio de las clases. Todavía tiene un pellizquito de nervios en el primer día. Ella vive en un piso residencia, compartido con quince personas, muy cerca de la Facultad. El precio, 240 euros al mes.

El decano de Ciencias, Manuel José Pérez Mendoza, resume la jornada como "intensa y emocionante". El equipo de docentes y el personal del PTGAS llega rodado. Ellos se incorporaron el 2 de septiembre "a tope para que esté todo preparado" en este lunes de estreno. La jornada, recuerda el decano, se dedicará a dar instrucciones básicas al estudiantado, presentar las guías docentes de las asignaturas, que contienen la información sobre cómo se desarrollarán las distintas materias, e informar de los recursos y servicios de la UGR sobre todo a los de primero. Este curso, señala el vicerrector de Estudiantes y Vida Universitaria, Juan Luis Benítez, esa información fundamental para saber dónde acudir o qué herramientas tiene la Universidad a disposición del alumnado -becas, asociacionismo, alojamiento, tarjeta inteligente o Gabinete Psicopedagógico- viene compactada en lo que se ha bautizado como Kit básico de supervivencia. "Desde el equipo de gobierno les damos la bienvenida y esperamos estar a la altura de sus expectativas", expresa Benítez en un audio difundido por la Oficina de Gestión de la Comunicación de la UGR.

Falta espacio

Pérez Mendoza destaca que los de primer año tendrán su periodo de adaptación a su vida universitaria, una rutina bien engrasada en una ciudad universitaria como Granada. También se cuida especialmente a los erasmus. "Es un orgullo para esta Facultad" ser destino de tanto estudiantado foráneo. La tasa de granadinos que cursan sus estudios de grado en la UGR ya está por debajo del 40%. El resto de matriculados proceden de otras provincias o del extranjero (7%).

El decano destaca la normalidad de esta primera jornada, y también apunta a la necesidad de afrontar retos en este y los próximos cursos. El principal, el espacio. "La Facultad por la mañana está al 100% y el principal problema está en los espacios de investigación", laboratorios y departamentos fundamentales para que el centro mantenga la actividad científica que ha permitido, junto con el trabajo de las otras 26 facultades y escuelas de la UGR, liderar el sistema universitario andaluz y estar en posiciones de cabeza a nivel nacional. "En Ciencias estamos limitados porque no podemos crecer demasiado", recalca Pérez Mendoza, que insiste en que "cualquier infraestructura de investigación en Fuentenueva será bien recibida".

En el campus se trabaja desde el pasado verano en la remodelación de la piscina universitaria, un centro deportivo que hasta su cierre hace algo más de una década siempre ha estado al servicio de universitarios y granadinos. Ese espíritu de apertura a la ciudad es el que reclama el decano, que asegura que es fundamental "abrir la Universidad a la sociedad" y llama a "aprovechar el impacto" que la institución tiene en el entorno.

Otra Facultad muy imbricada en la ciudad es la de Derecho, que mantiene los andamios a la espera de que comiencen las obras que repararán los daños en dos de los patios. La conservación de los edificios es otro de los caballos de batalla de la gestión universitaria. Y la necesidad de espacios. En este punto la argumentación de la vicedecana de Ordenación Académica de la Facultad de Traducción e Interpretación, Cristina Álvarez de Morales, es muy similar a la expresada por el decano de Ciencias. Este centro universitario cuenta con tres sedes, el Palacio de las Columnas, despachos en Buensuceso y el Palacio de la Jarosa, pero requiere de más.

Álvarez de Morales, que destaca la normalidad con la que ha comenzado el curso y los 200 erasmus que este año académico pasarán por las aulas del Palacio de las Columnas, apunta a la falta de espacios del centro. "Necesitaríamos más". Sobre todo les faltan laboratorios de interpretación. Tienen tres que, además, deben compartir con dos másteres. "Ese es el gran problema", reflexiona. Es una cuestión sobre la que hizo hincapié el rector, Pedro Mercado, en el acto de apertura del curso, el pasado viernes en el Hospital Real. La imposibilidad de crecer es un "hándicap", aseguró, para una institución que tiene unas necesidades acuciantes.

Normalidad

En la entrada de la Facultad, en la calle Puentezuelas, grupillos de estudiantes se saludan y charlan. María, de tercer curso de Traducción e Interpretación, viene de Rota y Jerez. "Ya tenía ganas de estar aquí", expresa con una sonrisa. La experiencia de sus profesoras animaron a esta joven a solicitar plaza en la UGR. Destaca el "ambientazo y la ciudad, que es preciosa. Y la carrera, me está gustando". Como la cosa va de espacios, comentar que María comparte piso cerca de la Facultad, en la calle Buensuceso. Le han subido la mensualidad de 250 euros a 300.

Lucía es de Granada. En el segundo cuatrimestre se irá a Bolonia de erasmus. Está en tercero del grado de Inglés. Esta semana será de prueba. Tiene todavía que ver cómo encajar asignaturas que se solapan. Un reto que también tiene su compañera Alicia, de Francés. En el segundo cuatrimestre tendrá días en los que entrará en la Facultad a las nueve de la mañana y saldrá a las ocho de la tarde. Esta semana es de ajetreo en Secretaría, con los últimos trámites para, como estas estudiantes, redondear lo que ya este nuevo curso 2024/2025.