GUILTY o non GUILTY: la Ciencia en el banquillo

Ciencia abierta

Hay que redefinir el rendimiento de la actividad científica para evitar malas tentaciones

Algunos científicos, en el punto de mira
Algunos científicos, en el punto de mira
Francisco González

09 de mayo 2023 - 05:04

Granada/En las últimas semanas se han dado a conocer diversas noticias sobre la compra-venta de artículos científicos, dicho en palabras de un científico: "Esto se ha convertido en un zoco". Quien así lo califica es Sakhr Alhuthali, un ingeniero químico de Arabia Saudí, que pretende defender la honradez de muchos científicos, ciertamente la mayoría, de su país y en general de la actividad científica.

Pongamos en antecedentes por si usted no conocía el tema. A saber, el zoco parece lo ponen algunas universidades árabes que pagan a investigadores de otros países para que al firmar sus trabajos en revistas de alto nivel declaren que su lugar de trabajo es esa universidad que pone el dinero. El resultado es que la dicha universidad sube en los rankings internacionales más prestigiosos, como el famoso ranking de Shanghái, ese que todas las universidades españolas están esperando cada curso para sacar pecho y vender sus prestaciones.

Este fraude no se produciría si ningún científico aceptara semejantes pagos, pero los hombres de blanco, me refiero a los científicos claro, son tan susceptibles a las corruptelas como cualquier otro humano que se dedique a tareas diversas. Ya lo dijo un poeta de nuestro Siglo de Oro: poderoso caballero es don dinero.

El poder del dinero tienta a todos los humanos y los investigadores no son inmunes

Ciertamente resulta curioso que en la lista de científicos con trabajos más citados en diversas categorías aparezcan de continuo que su afiliación principal, lugar de trabajo, resulte ser una universidad localizada la zona del mundo donde se extrae de continuo mucho petróleo, ya saben. Si ustedes consultan, por ejemplo, la base de datos Clarivate, una de las más completas a la hora de clasificar y ordenar el prestigio de los investigadores pueden sacar sus propias conclusiones. Tan solo comentar que es muy habitual que los investigadores más prestigiosos tengan lugares de trabajo diversos pues reciben invitaciones de otras universidades o tienen estancias temporales en centros de alto nivel. Digamos que entre los investigadores de la UGR que podemos encontrar en Clarivate varios tiene lugares de trabajo en otros centros, ninguno desde luego en la Arabia Saudí.

Se preguntarán ustedes si este mercadeo es cuestión extendida o solo una mancha ocasional. Algo así si estamos ante una sola manzana podrida en un árbol sano y vigoroso con frutas riquísimas o la cuestión es más grave y debamos talar según que ramas o el mismísimo tronco.

El informe de la consultora SIRIS Academic ha intentado una cuantificación del problema relacionado con ese zoco de compra de autoría de artículos y denuncia que desde hace años unos 200 científicos, muy citados en sus áreas, declaran que su lugar de trabajo es una universidad saudí. De ellos, 44 son de China, el país con más casos. En el segundo lugar de ese ranking, de dudoso prestigio, se encuentra el Reino de España con 19, seguido a corta distancia por países como Estados Unidos (16 casos), Turquía (14 casos), India (13 casos), Reino Unido (12 casos), Italia y Alemania (con 11 casos cada uno).

¿Dónde aplicamos el corte?, nos preguntamos.

En esta sección de Ciencia Abierta hemos comentado diversos problemas que aquejan a la actividad de la ciencia que, como actividad humana, no está exenta de las dificultades y enredos que sufre todo lo humano. Desde los líos de la burocracia, la lucha por publicar a toda costa y sobrevivir en la selva académica, o los límites del plagio de resultados o dónde empieza la originalidad de un trabajo como ejemplos de acciones poco virtuosas y dignas de eliminar. Empero también hemos ilustrado las virtudes de la ciencia y gracias a ella los investigadores son reconocidos y tienen una alta valoración entre la población en general. Hemos hablado de su capacidad de mejorar nuestras vidas en base a unas formas de trabajo rigurosas y contrastables que, ejemplo recién, nos permitió salir de la pandemia del Covid en un tiempo relativamente corto.

En definitiva estamos ante un dilema complejo. Sin duda que no podemos acusar a todos los científicos de dejarse corromper por el dinero en un mundo en que todo tiene un precio pero tampoco podemos seguir pensando que los hombres de bata blanca siempre actúan por amor al arte, a la ciencia más bien. Lo cierto es que el problema de 'monetarización' de la actividad científica o de la 'cosificación en dinero' de las publicaciones en la academia científica no es baladí y así lo reconoce el Ministerio de Ciencia e Innovación en su recientemente publicado plan ENCA (Estrategia Nacional de Ciencia Abierta).

Eso de Ciencia Abierta –open science– (ya es casualidad el nombre) se refiere "al acceso abierto a los resultados de investigación (publicaciones, datos, protocolos, código, metodologías, software, etc.), la utilización de plataformas digitales basadas en código abierto y la apertura de todo el proceso científico, tanto y tan pronto como sea posible, incluyendo prácticas como la revisión por pares en abierto, los recursos educativos en abierto, el fomento de la ciencia ciudadana y el desarrollo de nuevas formas de medir el rendimiento investigador". En definitiva es un intento de poner coto y salvar a la actividad 'humana' científica de los peligros del todo tiene un precio y todo se puede comprar o vender. Recordemos que Platón creía que el mundo debía ser gobernado por los más sabios, pero sus enseñanzas las borraba el viento. Si hoy los más sabios son los científicos, el huracán del dinero no puede arrastrarlos. Quizás no seamos inocentes, y digamos muy a lo americano, que no somos culpables.

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