Invirtiendo en adrenalina

Feriantes, padres e hijos esperan con ahínco el clásico 'día del niño', una jornada para hacer números en un sentido y otro

El calor retrasa la llegada al ferial de las familias

Combatir las altas temperaturas con un buen baño en Cataratas.
Combatir las altas temperaturas con un buen baño en Cataratas.
Miguel López

14 de junio 2017 - 02:34

Un año entero esperando un día como el de ayer. El del niño, que por algo se llamará así. Pese al sofocante calor de las primeras horas de la tarde, la progresiva caída del sol conforme entraba la noche en la zona de columpios del ferial de Almanjáyar fue llenando de ilusión, correteos y mucha, mucha adrenalina cada una de las 169 atracciones de esta Feria del Corpus. Un día que los niños esperan como agua de mayo y los padres también. Los primeros para quitarse el gusanillo y los segundos para saldar la deuda pendiente con sus vástagos. Una deuda que suele empezar con una reclamación infantil y que se zanja con la frase: "El día de los columpios baratos te montas en todos los que quieras".

Los padres y madres no son los únicos que sacan tajada de esta tradición. También los feriantes. Al menos algunos. Aquellos que tienen atracciones más caras o con menos capacidad de carga por tirada reconocen que la jornada puede llegar a salir cara si se hace una lectura global de los ocho días que dura el Corpus. Unos días que arrancan fuertes ya hoy en casetas y columpios.

El presupuesto que consume cada niño en un día así oscila entre los 20 y los 50 euros

Es en estos pesados artilugios, normalmente de hierro, donde la creatividad y los nervios saltan por los aires. Muchas veces, literalmente. Susana es granadina, tiene dos hijos y ambos están en los coches de choque. "Es el día de los columpios, y tal y como está la situación económica hay que aprovechar para que disfruten los niños", asevera. Ella ha presupuestado un saldo total de 40 euros, 20 por cada uno de sus descendientes. "Hay que agradecer esta colaboración de los feriantes", apostilla antes de admitir que entres sus críos, los propios coches de choque, las plataformas de obstáculos o las Cataratas son las atracciones que se llevan la palma en el ferial.

En esa misma horquilla (20 euros) se mueve por ejemplo Lourdes. Su hijo tiene 11 años y se atreve con todo. Por ejemplo se monta en el Extreme, una atracción no apta para cardíacos que da vueltas en torno a dos ejes: uno central que voltea toda la estructura y otro en cada uno de sus brazos que vira sobre su propio árbol rotacional. "Mi hijo me pide los más peligrosos, igual que hacía yo cuando tenía su edad, que como los he probado sé que son seguros. Hay que ponerle un poquito de límite", sostiene.

Algo más está dispuesta a gastarse María Ángeles González. Ella y unas amigas se tiran a la piscina con un total de 50 euros por niño. Entre las cuatro suman ocho. Se tiran a la piscina literalmente, porque para combatir el calor han decidido empezar por Cataratas, la ya clásica caída acuática de troncos. "Volveremos a la feria pero ya para cenar; los columpios los cerramos hoy", coincide con el resto de madres preguntadas.

Al otro lado de la barrera se encuentran los feriantes. A ninguno le gusta hablar de recaudación, pero sí que acceden a dar cifras que aproximan el montante de lo que les cuesta vender adrenalina o ilusión. Roberto Salas es propietario del Tronkito, un mini tren infantil muy popular entre los más pequeños. No es muy grande, pero el precio en el mercado de una atracción así no baja de 100.000 euros. A ello hay que sumarle licencias. Él es de Sevilla, una de las ciudades más caras para montar "en la que cada día te dejas miles de euros" por ocupar un solar del Real de la Feria.

Cuenta Roberto que no todos las capitales tienen un día de precios populares. "El de Granada es uno de los mejores. Hace calor hoy [por ayer] y eso hará que la gente venga toda de golpe más tarde; pero venir, vendrán", dice. Y aporta un dato más: "En atracciones como castillos hinchables te puedes encontrar algunos que son de los chinos y te los llevas por quinientos euros, pero luego pasa lo que pasa. Yo tengo uno por 18.000 euros homologado e ignífugo".

De un columpio para los más 'peques' a uno para verdaderos valientes. El Tirachinas. No hace falta definirlo, pero por si alguien se pierde básicamente es una bola que suelta a sus pasajeros en vertical decenas de metros a una velocidad vertiginosa mientras da vueltas. Alfredo Serna es su propietario. Ayer vendía a seis euros el billete, hoy lo hará al precio habitual de diez. "La gente no entiende que aquí los precios suben porque solo se montan dos personas por viaje". El mantenimiento de este columpio es costosísimo. "El problema es este" (señala una bolsa con lo que parecen ser unos cordones gordos). Son las dos gomas que tensan la cuerda para que el artilugio salga disparado. "Cada cuatrocientas tiradas hay que poner unas nuevas, y un juego cuesta mil quinientos euros". Ahí es nada. Para Serna "un día como hoy no hace que sea rentable". "Ayer no hicimos un duro y mañana notaremos la vuelta a la realidad, pero es un detalle con una ciudad, Granada, en la que El Tirachinas gusta mucho", celebra. Pese a que hay algunos fijos por la península, el suyo es el único móvil que queda, pues explica que "antes éramos tres propietarios por las ferias de toda España y ahora me he quedado yo solo".

Alfredo es de Alicante. Juan Luque de Chiclana, Cádiz. Su atracción, 'la olla', se pasea al año por "unas 18" ferias andaluzas. Opina distinto a su compañero respecto a si compensa un día de precios populares. "Sí compensa un día como este a nivel económicos. Este es el día en el que disfrutan los que están un poco peor a nivel económico y, cuando refresque más tarde, subirá todo el mundo al ferial", contesta el empresario; cuyo columpio sólo experimentó ayer una rebaja de euro y medio (de 3,5 a 2 euros).

Y el último eslabón de esta cadena son los propios niños. José Alejandro Gómez y José Miguel Villada acaban de bajar del Top gun, un 'sofá' gigante que sube, baja y da vueltas sobre sí mismo. "No siento el cuerpo en este momento pero pensamos montarnos en más, confirma el primero. "Ahí arriba se siente mucha adrenalina", remata el segundo. Juan Segovia y Magdalena Ferreira son más mayores y directamente bajan del Tirachinas. Él reconoce que los segundos previos a la suelta sirven "para descargar la tensión". Ella apostilla que "ahí estás muy nervioso". "Nos hemos puesto una cuenta atrás y cuando estaba llegando a cero nos ha soltado. De repente te ves arriba y te cagas", resume con acierto el joven.

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