Incendio de Los Guájares: un año del peor fuego de la provincia en varias décadas
Sucesos
Durante todo el operativo trabajaron 3.208 profesionales de distintos puntos de Andalucía, 110 vehículos pesados, 34 aviones de carga en tierra, 15 aviones anfibios, 12 aviones de coordinación, 67 helicópteros de transporte y extinción, 21 helicópteros pesados, y ocho helicópteros de control y mando
El incendio recorrió una superficie de 5.194 hectáreas y un perímetro de longitud de 150 kilómetros
¿Cuáles han sido los incendios forestales más graves de la historia en la provincia de Granada?
Las obras de emergencia avanzan medio año después del incendio forestal de Los Guájares
Granada/Se cumple un año del comienzo del peor incendio forestal declarado en la provincia de Granada en las últimas décadas. El 8 de septiembre de 2022, un poco antes de las dos de la tarde, saltaron todas las alarmas, uno de los grandes pulmones verdes del territorio empezaba a arder de forma descontrolada en el paraje de Guájar Alto, alcanzando una superficie total de 5.194,02 hectáreas y un perímetro de longitud de 150 kilómetros.
El corazón de los granadinos se mantuvo en vilo durante varias semanas mientras miraban con incredulidad y desasosiego como el fuego avanzaba sin ver un fin claro. Los más mayores miraban al horizonte con la imagen del incendio de la Sierra de Huétor, en 1993, que arrasó 6.223 hectáreas; o echando la vista más atrás al registrado en 1975 en la Sierra de Cázulas que se llevó por delante 11.065 hectáreas de uno de los grandes pulmones verdes de la provincia.
No fue hasta última hora de la tarde del 13 de septiembre cuando el Servicio de Extinción de Incendios Forestales (Plan Infoca) anunciaba que estaba estabilizado, dos días después se daba por controlado, pero no fue hasta el 20 de octubre cuando un mensaje por redes sociales confirmaba que por fin, tras más de un mes de trabajo, se daba por extinguido. Entre medias se activó el Nivel 1 del Plan de Emergencias por Incendios Forestales de Andalucía y se desalojó a quince personas de sus viviendas. Fue de noche, sobre las 20:54 horas, y no pudieron regresar a sus casas hasta el mediodía del día siguiente.
Pese al esfuerzo y al trabajo incansable de todo el personal involucrado, las llamas parecían no cesar, se propagaron rápidamente recorriendo una superficie de 5.194,02 hectáreas y un perímetro de longitud de 150 kilómetros, afectando en diferente medida a los términos municipales de Albuñuelas (777,29 ha), Vélez de Benaudalla (243,30 ha), El Valle -Restábal y Saleres- (582,03 ha), Los Guájares (2.255,92 ha) y El Pinar -Pinos del Valle, Ízbor y Acebuches- (1.336,47 ha).
Son los datos de uno de los incendios más virulentos de los que se recuerdan en la provincia de Granada en los últimos años. En esta centuria solo dos incendios superaron las mil hectáreas calcinadas: Lanjarón en 2005 y el de Vélez de Benaudalla en el 2000. El de la Sierra de Los Guájares comienza en una ladera con un comportamiento de intensidad media. Seguidamente, en su zona de cola, toca el Barranco del Girón y el frente se alinea con el viento moderado del sur-sureste y el valle en ascenso hacia el norte, provocando un aumento en la intensidad y en la velocidad de propagación. Uno de los grandes hándicaps a los que se enfrentan los actores implicados es a una topografía muy abrupta: hay laderas con pendientes elevadas y ejes de crestas pronunciadas, un gran número de barrancos y nudos, alta pedregosidad, lo que genera problemas de acceso de los recursos humanos al perímetro y dificultades en la liquidación de los mismos. Según apuntan a Granada Hoy fuentes del Infoca, estos factores fueron determinantes en el comportamiento del fuego y dificultaron en gran medida las operaciones que se llevaron a cabo, tanto a pie de terreno como por el aire. La zona afectada por el incendio está caracterizada por un riesgo extremo por continuidad de combustibles pesados con alta probabilidad de generar grandes incendios forestales según se recoge en el Estudio de Riesgos por incendios forestales de Andalucía (2015).
La meteorología tampoco ayudó. Los agentes tuvieron que lidiar con vientos errantes a los que se le sumaban que en cada sector del fuego existieran unas condiciones meteorológicas distintas y cambiantes, lo que hacía casi imposible planificar las tareas de ataque. Vientos constantes de 20 a 30 kilómetros hora con rachas de hasta 50 kilómetros hora. Solo durante los primeros días una convergencia de vientos dificultó las tareas, a lo que se le sumó la afección de la borrasca tropical Daniel que entró el día 13 con un aumento de la inestabilidad y aumentando la velocidad de viento, reactivando la zona Este.
Por otra parte, la vegetación de la zona venía de sufrir un gran estrés hídrico, con más de 40 días, la mitad del verano, afectada por distintas olas de calor, lo que le impidió recuperar humedad durante los periodos nocturnos. Convirtiéndose en el combustible perfecto.
Para combatir el incendio, el despliegue de medios también fue excepcional: 3.208 profesionales de distintos puntos de Andalucía, 110 vehículos pesados, 34 aviones de carga en tierra, 15 aviones anfibios, 12 aviones de coordinación, 67 helicópteros de transporte y extinción, 21 helicópteros pesados, y ocho helicópteros de control y mando. El 13 de septiembre fue el día que más personas del Infoca estuvieron desplegados sobre el terreno -538-. Los responsables del dispositivo coordinaron todo un despliegue de medios, tanto aéreos como terrestres, bajo criterios técnicos, en lo que siempre se primaba la seguridad de los intervinientes. La presión bajo la que trabajaban era tan intensa que tenían que hacer grandes rotaciones para asegurar el bienestar de los trabajadores. Además, inciden que bajo ciertas condiciones meteorológicas y orográficas, el incremento de medios de extinción no solo no es conveniente, sino que es contraproducente, puesto que lejos de asegurar el éxito de la misión puede poner en severo riesgo la vida de los bomberos forestales y personal técnico.
Un año después los vecinos de la zona continúan limpiando los destrozos de este desastre medioambiental, el paisaje evoluciona muy lentamente y el rastro del fuego sigue presente por las distintas laderas pese a que se ha retirado mucho árbol quemado.
Actuaciones de emergencia
Tras el incendio empezó otra lucha: buscar la forma de devolver la normalidad a la zona. Aunque aseguran que pasarán bastantes años hasta que el paraje vuelva a ser lo mismo, y que la regeneración natural jugará un papel importante, las administraciones trabajan en las actuaciones de emergencia para recuperar la zona, y más tras comprobar los daños ocasionados por los arrastres de lodo y ceniza tras las lluvias posteriores en El Pinar.
En la zona múltiples técnicos y operarios continúan trabajando meses después para reparar los caminos forestales perdidos durante los hechos, 'limpiar' la zona quemada, y levantar diques para evitar que las lluvias formen avenidas en mitad de la montaña y destrocen todo a su paso. Trabajos en los que se han invertido 3,5 millones de euros, divididos en cuatro lotes encargados a distintas empresas y una superficie total de 1.450 hectáreas, en las que se están arreglando caminos, desbrozando árboles y construyendo diques. Una vez finalizadas estas actuaciones de emergencia facilitaran los trabajos posteriores de gestión forestal del área afectada, promoviendo un modelo de territorio forestal futuro con mayor capacidad preventiva y de resiliencia ante los incendios forestales y los efectos del cambio climático.
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