Saltar por un precipicio para detener a un delincuente o tirarse al mar para un rescate: las hazañas de un Guardia Civil en prácticas en la Costa Tropical
Costa
Lleva menos de medio año en la Unidad de Refuerzo de la Compañía de Motril en Seguridad Ciudadana y ya ha protagonizado dos actuaciones de riesgo
El rescate de película de un Guardia Civil le salva la vida a un kitesurfista en Almuñécar
La Guardia Civil detiene en la Costa de Granada a un "escurridizo delincuente" que intentó huir tirándose por un acantilado
Motril/Riesgo, adrenalina, pero sobre todo vocación de servicio. Hay momentos en la vida que un simple segundo puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte o detener o dejar escapar a un delincuente, algo que Miguel Vila Fernández-Santaella, un Guardia Civil en prácticas destino en Motril tiene muy claro y que le ha llevado a protagonizar en los últimos meses dos intervenciones de riesgo con repercusión pública en el mar.
Este granadino de 30 años afincado en La Herradura se encuentra en la actualidad destinado en la Unidad de Refuerzo de la Compañía de Motril en Seguridad Ciudadana, aspira a ser monitor de buceo y de deportes de alto riesgo, una de sus grandes pasiones, y se muestra especialmente interesado por el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS). Quizás por eso, le quita cierta importancia a su hazaña, pese al riesgo no se lo pensó ni dos veces para meterse a gran velocidad en el agua y rescatar a un kitesurfista que se aproximaba peligrosamente en Almuñécar hacia una zona de rocas con un estado del mar en contra, o a tirarse por un acantilado para perseguir a un delincuente después de que otros compañeros le hubiesen acorralado, existiendo solo la opción de tirarse al mar para emprender una huida. Dos operaciones que han sido muy mediáticas por su dificultad y que se desconocían que habían sido protagonizadas por la misma persona, lo que le ha servido para "salir del anonimato" para orgullo de su familia y amigos, pero sobre todo, de su abuela, Purificación Santiago.
En el caso del rescate del kitesurfista, Vila se encontraba de servicio junto a sus compañeros de patrulla -Fran y María-, "nos avisaron de que en la playa de Velilla había un hombre al que se le había perdido la pista durante 30 o 40 minutos dentro del agua, cuando llegamos a la zona intentamos hablar con su mujer para que nos explicase la situación e intentar localizarlo por la zona donde había sido visto por última vez. El gran problema es que las inclemencias del mar no ayudaban mucho, pero por fortuna, tras echar un vistazo con los prismáticos conseguimos localizar en la lejanía un objeto extraño que aparecía y desaparecía con las olas. El oleaje lo estaba aproximando peligrosamente hasta el Peñón de Almuñécar, no me lo pensé, o me tiraba al agua para intentar rescatarlo o no sé que habría pasado. No había tiempo de esperar ni al Servicio Marítimo ni a Salvamento Marítimo. Había que actuar rápido, me quité corriendo el uniforme y me puse a nadar en su dirección".
Sus compañeros inciden en que las condiciones eran adversas, el hombre se encontraba a la deriva a algo más de media milla de la playa de Almuñécar, mientras era arrastrado hacia una zona muy rocosa por el fuerte oleaje. "El hombre estaba agarrado a su tabla, esperaba a que alguien le ayudase tras intentar de forma infructuosa volver a la orilla, y tenía principio de hipotermia", señala.
Una acción heroica pese a que se excusa en que solamente hacía su trabajo. Su otra gran intervención es totalmente distinta. El pasado fin de semana se encontraba fuera de servicio con unos amigos disfrutando de su tiempo libre en la playa. "Me gusta mucho el buceo, de hecho hace unos años me saqué el curso de instructor de buceo e intento sumergirme en La Herradura siempre que puedo", explica a Granada Hoy.
Unos compañeros de la Guardia Civil estaban tras la pista de un delincuente asiduo de la zona, sabían que solía moverse en autobús o en taxi, por lo que estaban vigilantes con estos vehículos de servicio público, y sobre la 20:30 horas vieron en un taxi al sospechoso. Al darle el alto al vehículo, el presunto ladrón huyó en dirección a Marina del Este, llegó hasta una calle donde la única salida era un acantilado y el mar, y el individuo no dudó en arrojarse al agua. Vila se encontraba allí, casi por casualidad, ya que al enterarse de que había unos compañeros del puesto de Motril por la zona quería ir a saludarlos. "Mis compañeros lo localizaron y corrieron tras él, con la mala suerte para el delincuente, de que lo hicieron para mi dirección. A principio no me di cuenta de lo que pasaba, perro tras ver a mis compañeros correr detrás del hombre, supuse que era quien estaban buscando. Al vernos, saltó un muro y se tiró por un precipicio para intentar escapar a nado. Le pedí a mis amigos que no le perdiera ni un momento de vista y me tiré detrás suya y pude detenerlo". Posteriormente, la patrulla se hizo cargo de él tras reducirlo, pese a lo cual intentó huir de nuevo agrediendo a los guardias civiles.
"Me siento cómodo en el agua y creo que solo hice lo que tenía que hacer", asegura entre risas el Guardia Vila, como lo conocen los compañeros del cuerpo. "He tenido mucha suerte, en el tiempo que llevo destinado en Motril he podido participar en varias operaciones con mucha acción, no siempre pasa, porque puedes estar una larga temporada y que no ocurra nada, aunque se realizan más operaciones de las que la gente se piensa".
Al hilo, incide en que el mérito no es solamente suyo, en ambos casos fue un trabajo en equipo. "En el caso del operativo de La Herradura, mis compañeros hicieron la parte más importante, porque consiguieron localizar al delincuente, acorralarlo y perseguirlo, y yo tuve la suerte de que vino en mi dirección y me tiré al agua, pero es algo que hicimos entre todos", añade quitándole importancia al asunto.
Miguel cuenta que siente una vinculación especial con la Guardia Civil por su abuelo, que era capitán, y por su abuela, que ha vivido muy de cerca todo este mundo. Se siente "muy a gusto" en este cuerpo, especialmente en esta unidad operativa, donde asegura estar aprendiendo "mucho a marchas avanzadas" gracias a sus compañeros y miembros de la compañía de Motril, por lo que no le importaría quedarse una temporada por la zona, aunque sueña con ingresar en el GEAS, para lo que ya se está preparando y ha realizado las primeras pruebas de acceso.
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