De La Herradura a Capileira: El camino para mantener viva la trashumancia en Granada
La travesía la realizan con más de mil ovejas y cabras desde la Costa Tropical hasta la Alpujarra para pasar la primavera y encontrar los mejores pastos
El frío devuelve la estampa de la trashumancia a Granada

Apenas pasan unos minutos de la nueve de la mañana y el silencio característico de la carretera de la Costa a la Alpujarra es interrumpido esporádicamente por el sonido del motor de algún vehículo que despreocupado recorre la vía en uno de los dos sentidos. Hace algo de fresco, pero los incipientes rayos de sol que se cuelan entre la frondosidad tan típica de la zona, empiezan a picar al contacto con la piel. Dos hombres aguardan en sus camionetas, en el claro que hay junto a la antigua instalación del cable aéreo que unía Dúrcal y Motril, a que empiecen a sonar los cencerros de las cabras y ovejas que están por llegar. A lo lejos comienza a escucharse el sonido, ambos se preparan, y casi al instante se ve aperecer campo a través a Jorge Gallegos, junto a unos amigos -en total participan unas 8 personas- , y un rebaño de más de 1.000 ovejas y cabras, para emprender una vez más su particular peregrinación entre la Costa Tropical y la Alpujarra para buscar la "eterna primavera" de Granada y ofrecer al ganado pasto fresco.
Es uno de los pocos trashumantes que quedan en la provincia de Granada, el único si se busca por la cara sur -hay varios pastores que realizan la ruta por la zona norte en dirección a Jaén con vacas-, y a pesar de su edad, solo 23 años, está curtido ya en la experiencia aunque hace poco que tomó el relevo de su padre en el mundo del pastoreo. Es la tercera generación que se pone al frente de la ganadería y que cada año se echa a la carretera para realizar la trashumancia con el deseo de que esta profesión "tan noble" no se pierda y encuentre a nuevas generaciones que quieran dedicar su vida al campo.
Con el aumento de temperaturas emprende su camino de vuelta a casa. Tras pasar unos cuatro meses en La Herradura, Gallegos guía a su rebaño hasta Capileira a pie, en una travesía que suma más de 100 kilómetros durante seis etapas. "Esto lo hacemos principalmente porque hay que cambiar al rebaño de lugar por los deshielos y porque buscamos los mejores pastos y temperaturas. Ahora volvemos a casa porque el pasto se agota en la Costa Tropical y volvemos a la alta montaña que ahora están más frescos". Ya están en la recta final del viaje. Este domingo hacen el tramo que une Soportújar con Pampaneira y el lunes tienen prevista llegar a destino.
Uno de los tramos más llamativos de su particular viaje, y el que acapara más miradas es entre Vélez de Benaudalla y Órgiva porque acompañado por la Guardia Civil de Tráfico realizan el corte de la A-346, conocida como carretera de la umbría hasta el puente de Siete Ojos, con circulación lenta de vehículos y condicionada al paso del ganado. Durante el trayecto no cesan las fotos, más de un curioso aprovecha el parón para bajarse del coche y grabar algún vídeo o intentar tocar la lana de las ovejas, aunque estas no se dejan con tanta facilidad y al más mínimo intento se apartan.
A Lasse, un extranjero que lleva varios días de vacaciones en La Alpujarra, el paso del ganado le sorprende realizando una ruta ciclista por la carretera, y en lugar de esperar el paso se baja de la bicicleta para continuar la ruta a pie entre ellas. Al final, uno de los pastores que ayuda a Gallegos con la trashumancia tiene que acercarse para abrirle paso y que prosiga su camino. Entre risas señala que le parece curiosa la imagen y que solo había visto algo parecido en las carreteras secundarias de Suiza donde podías encontrarte con un rebaño de vacas.
Pocos metros después otro grupo de extranjeros salen del coche para grabar esta imagen costumbrista y uno de ellos pregunta a uno de los pastores que si esto lo hacen todos los días, mientras entre risas le contesta que "eso es lo que nos faltaba".
El sol empieza a apretar un poco más y ya se empieza a ver el final del camino, algo que da más fuerza para dar el último empujón. "En la entrada de Órgiva nos desviamos para no pasar por el túnel y volvemos a incorporarnos en la carretera junto al puente. En el bar que hay al lado cada año hay gente esperando para vernos llegar. En ese punto ya solo pensamos en buscar un lugar fresco para que el rebaño descanse y tome fuerzas para el día siguiente, y nosotros también", indica.
"Es un oficio muy sacrificado, cuando me toca estar en La Herradura estoy cuatro meses sin pasar por casa, y hay que estar pendiente de todo, estás un poco abandonado a tu suerte, pero me gusta porque lo he vivido desde chico con mi padre y no me imagino otra vida", explica Jorge Gallegos que apunta que es una pena que este oficio se esté extinguiendo porque "ya no queda gente para manejar el ganado, se van perdiendo las tradiciones y el trabajo de ser ganadero en general".
La lluvia de marzo han beneficiado al campo
Las intensas precipitaciones que se registraron en la provincia pillaron a este ganadero en La Herradura. Una lluvia que ha llegado "como mano de santo", "ha favorecido al campo y las ovejas se han hartado de hierba y han comido bastante bien, se ha notado bastante la diferencia de un año a otro. No solo sirve para que coman las ovejas, viene bien para darle fertilidad al campo y que rebrote, además de limpiar zonas de monte", indica Gallegos.
Por otra parte, señala que el sector no atraviesa su mejor momento. "Cada vez llueve menos, menos este último mes, la climatología cambia a peor y estamos bastante preocupados porque hay años que pueden venir buenos, pero luego te vienen tres malos y con escasez de lluvia. Además, no hay ayudas suficientes para atraer a nuevos ganaderos y es un trabajo muy sacrificado".
La próxima temporada volverán a la Costa en busca de una temperatura primaveral que les permita seguir manteniendo la tradición, aunque antes permanecerán durante varios meses guiando al rebaño por la Alpujarra, y cuando aumente el mercurio recurrirán al pasto de Sierra Nevada.
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