La impresionante imagen del equipo de mantenimiento de radomos del Sistema de Vigilancia y Control Aéreo en el EVA-9 de Motril

Han revisado los más de 19.000 tornillos que fijan los 440 paneles de la estructura que protege al radar

EVA-9: Cincuenta años de historia del Ejército del Aire en Motril

Dos miembros del EMR revisando la cúpula del EVA 9 de Motril / Ejército del Aire

Los vecinos de una buena parte de la Costa Tropical están acostumbrados a mirar hacia el sudeste y ver en la cima del monte de El Conjuro el radomo del Escuadrón de Vigilancia Aérea n.º 9 (EVA 9) de Motril, el gran recubrimiento que protege el radar que permite vigilar día y noche el cielo de esta zona del litoral. Son mecanismos de gran envergadura que necesitan recibir periódicamente un mantenimiento para que no sufra ningún contratiempo, y precisamente esta tarea ha dejado unas imágenes poco usuales y que muestran la magnitud de estas instalaciones.

Desde el Ejército del Aire explican que esta semana un equipo de mantenimiento de radomos (ERM) se ha desplazado al EVA 9 para "mostrar su pericia, profesionalidad y capacidad de trabajo revisando los más 19.000 tornillos que fijan los 440 paneles a la estructura, comprobando la integridad de la misma y reparando las heridas que la meteorología causa a lo largo del año en esta piel que protege al radar".

Un trabajo que han realizado "en el mínimo tiempo posible, para no menguar la tarea de vigilancia permanente asignada al escuadrón", señalan.

Dos miembros del EMR realizando las tareas de mantenimiento / Ejército del Aire

El Sistema de Vigilancia y Control Aéreo (SVICA) cuenta con un equipo de personal técnico experto en el mantenimiento de los diferentes tipos de radomos instalados en los distintos escuadrones de vigilancia aérea repartidos por el territorio nacional. Conocido como EMR, este equipo cuenta con 13 personas entre oficiales, suboficiales y personal de tropa profesional, encargados de planificar y llevar a cabo el plan de mantenimiento de estas auténticas estructuras que protegen los radares. Unas estructuras que los salvaguardan del agua, la nieve, los rayos y los vientos de hasta de 100 km/h que dominan en los exigentes enclaves geográficos en que se ubican estos escuadrones de vigilancia aérea.

Se trata de una tarea que no está exenta de riesgo y que "implica trabajar en altura, al límite que marcan la seguridad y las condiciones meteorológicas, desplegándose periódicamente a lo largo y ancho de nuestra geografía, y llevando a cabo una tarea esencial para el Ejército del Aire y del Espacio".

Además, dichos trabajos han permitido mostrar unas imágenes poco usuales de esta zona del litoral y ver la dimensión que tienen estos radomos en comparación con una persona.

Vista aérea del EVA- 9 con dos trabajadores sobre el radomo / Ejército del Aire

El verano de 1971 el Jefe del Estado Mayor del Aire, el Teniente General Enrique Jiménez Benamú ordenó la organización del escuadrón de vigilancia y control que iba ubicado en Motril. En agosto de ese mismo año se puso en marcha en el pico del Conjuro, una instalación con la que se completaba la red de vigilancia y control del espacio aéreo español. Nacía el EVA número 9.

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