Motril sigue esperando a María Teresa tras 24 años de ausencia

La familia de la joven motrileña desaparecida en el verano de 2000 mantiene un llamamiento "permanente" para que quien conozca cualquier detalle, "por insignificante que parezca" sobre el caso, que lo dé a conocer a la Policía o a ellos mismos

Motril realiza un homenaje para recordar a María Teresa, la joven desaparecida en 2000, y a personas desaparecidas en todo el país

Los padres de María Teresa con un cuadro de ella
Los padres de María Teresa con un cuadro de ella / Alba Feixas

El 18 de agosto del 2000 es una fecha que Antonio y Teresa difícilmente podrán olvidar. Los recuerdos permanecen intactos en su casa y su memoria perdura, pese a que de ella no se sabe nada en estos últimos 24 años. Las fotografías copan hasta el último rincón, varios cuadros pintados a mano por amigos a lo largo del tiempo ocupan las paredes, y en su cuarto, intacto, continúan sus discos de María del Monte, las Spice Girls o Umberto Tozzi.

María Teresa Fernández desapareció la noche del 17 al 18 de agosto del 2000, en plena feria de Motril. Había quedado, primero con su novio y después con un grupo de amigos, se iba a reunir con ellos para ver el concierto de Café Quijano en el recinto ferial, sin embargo, no se supo nada más de ella. Desde entonces no han parado de lanzar llamadas de ayuda para que alguien le dé alguna pista sobre el paradero o que aclare qué fue lo que ocurrió ese día.

Veinticuatro años, toda una vida, sin saber nada. "Hay que pasarlos, sufrirlos y vivirlos", pero sobre todo "hay que seguir adelante porque aún no se sabe nada de nuestra hija", dice Teresa Martín, la madre de María Teresa. "Son muchos años, los llevamos como podemos, ayudándonos el uno al otro para no decaer en nuestra lucha diaria, nuestro deseo es averiguar primero que pasó esa tarde y después encontrarla".

De todas formas, reconoce que son muchos años y mucho desgaste emocional, psicológico y físico. "Cuando Mari Tere desapareció yo tenía 48 años, ahora tengo 71, ha pasado media vida mía y no me he enterado de nada, solo ha estado marcada por el sufrimiento de no saber qué le hicieron o donde está. Le cortaron su vida, y eso nos tiene en un sinvivir constante, no sabemos si sufrió, si se la llevaron a un sitio u otro, qué quedará de ella. Solo queremos encontrarla y descansar. Que todos podamos por fin descansar".

Teresa Martín reivindica los derechos de las personas desaparecidas he incide en que, pese a que han pasado 24 años, ellos "no tiran la toalla" porque "la gente piensa que con el tiempo el dolor desaparece, pero no es cierto, se acentúa y cada vez sientes más rabia e impotencia por no saber nada".

Su cuarto continúa tal y como lo dejó
Su cuarto continúa tal y como lo dejó / Alba Feixas

Mantiene que "debe de haber alguien que sepa algo de lo ocurrido", por lo que mantiene un llamamiento "permanente" para que quien conozca cualquier detalle, "por insignificante que parezca" sobre el caso, que lo dé a conocer a la Policía, o "se ponga en contacto con nosotros". "Creo que mi hija se pudo subir en el coche con alguien, pero si fue a la fuerza, ¿cómo no se le cae el móvil o el monedero? Se tuvo que cruzar con alguien que la conociese o que le preguntase por alguna dirección y ella con su gran corazón, sabiendo como era, le dijese yo te llevo, ahí también tendría sentido el mensaje que le mandó al novio de tarde pero voy". "Lo que tenemos claro es que alguien tiene que saber algo, no nos cuadra que un lapso de tiempo de ocho minutos una persona desaparezca y no deje rastro".

Por su parte, Antonio Fernández, el padre de la joven motrileña, ha indicado que la investigación "continúa abierta, no se ha parado nunca", aunque en su interior continúa pensando que ese día alguien tuvo que ver algo, "mi hija no era una gota de agua que se evaporó, alguien tuvo que ver algo. Como se subía a un coche, como hablaba con alguien, cualquier cosa, lo contrario es imposible".

Con los ojos vidriosos y las lágrimas contenidas, ambos apuntan que pese a los esfuerzos que se están realizando por parte de la investigación policial, se sabe prácticamente lo mismo que el día de la desaparición, lo que hace más difícil el día a día de toda la familia. Pese a todo, y "mientras no se esclarezca lo que ocurrió, mantendremos la esperanza de que algún día nos despertemos de este mal sueño". Teresa Martín, resalta que "son muchas las lágrimas que hemos derramado en estos veinticuatro años y muchas las preguntas que están sin responder". Pese a todo "vivimos pensando que la vamos a encontrar", aunque "no sabemos cuándo ni cómo, lo que si esperamos que por fin nos despertemos de esta dura pesadilla". Por su parte, Antonio Fernández, apunta que continuamente hace un recorrido mental de lo sucedido aquel día para ver si consigue acordarse de algo que se le haya quedado fuera y que pudiera servir para dar alguna pista, algo que hasta el momento ha resultado infructuoso, y señala que hay ocho minutos de aquel día de los que no se sabe nada y que podrían aclarar muchas de las interrogantes que hay de este caso. 

Las fotografías de María Teresa están presentes por toda la casa
Las fotografías de María Teresa están presentes por toda la casa / Alba Feixas

La investigación comenzó demasiado tarde

La Policía sigue cada pista o información que les llega, aunque el paso del tiempo juega en su contra, y con cierto recelo y resignación apunta que "tal vez se comenzó a investigar demasiado tarde". "Las primeras horas hubieran sido vitales para esclarecer lo ocurrido y no nos hicieron caso. Recuerdo como nos dijeron que mi hija había cumplido los 18 años, que ya aparecería, que podía ser una pataleta, que no nos preocupásemos. Y aquí estamos 24 años después sin saber nada de ella”. 

Teresa señala con rabia que cuando le dijeron que se fuera a su casa porque ya aparecería, ella sabía que su hija no era así. "Mi hija desapareció la madrugada del 17 al 18 de agosto y ese mismo 18 estábamos ya pegando carteles por todo Motril, sin permiso de la Policía, de hecho, nos regañaron". 

Por su parte, Antonio incide en que aquel entonces Motril era un pueblo, "no estaba preparado para un caso tan grande. Paso tiempo hasta que quisieron venir de Madrid un equipo especializado en desapariciones, estaban unos días, le daban trabajo a los que estaban aquí y se volvían a ir. No es lo mismo que un equipo de investigación que permanezca en la zona, que se implique con los casos y que se centre en averiguar realmente lo sucedido. Vinieron tarde y no estaban permanentemente". 

Esa noche fue la más larga que recuerda, aún hoy en día vive sumergida en ella. "Me llamó Mercedes -su otra hija, que había quedado en recoger a Mari Tere después del concierto-, para decirme que su hermana no había llegado. Me dijo con estas mismas palabras: Mamá, a Mari Tere le ha pasado algo porque Mari Tere no viene. Nos llamó llorando desesperada, revisaron todas las casetas de la feria y no había ni rastro. Tras descolgar el teléfono y escuchar el llanto de mi hija, sabíamos que había pasado algo". "Nos contó que al llegar al ferial, Mercedes le preguntó al novio de Mari Tere que dónde estaba su hermana, y que este le dijo que le había mandado un mensaje de que llegaba tarde, pero que llegaba, pero no llegó. Mi hija la llama por teléfono en dos ocasiones, pero no contesta, a la tercera, el teléfono da dos veces tono y alguien lo corta. Ahí ya no se sabe nada más". 

El sumario del caso de María Teresa no está cerrado, ya que se abre en cualquier momento con la aportación de nuevos datos y continúa siendo instruido por el Juzgado de Instrucción número cinco de Motril. Un expediente que consta de cuatro tomos y más de 1.000 folios en los que hay cerca de dos centenares de declaraciones que han sido tomadas en distintos puntos de España a personas que han intentado aportar datos para esclarecer lo sucedido. Una de las pistas, que Antonio insiste en que es la gran espinita que tienen clavada, en la que se debería de haber continuado insistido fue la posible implicación de Tony Alexander King -el asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes, dos jóvenes de perfiles muy similares a María Teresa que desaparecieron en la Cala de Mijas y Coín en la feria- y Robert Graham. King aseguró en 2008, mientras cumplía condena en la cárcel de Albolote por el asesinato de Wanninkhof, que María Teresa había muerto a manos de Graham.

"Pedimos en múltiples ocasiones que se confrontara a King con Graham y no se ha hecho. No sé de quién fue la decisión de no hacerlo, porque decían que eran fantasías de un asesino. Somos conscientes de que no se puede hacer caso de todo lo que se dice, pero si en ese momento no había ninguna pista, ni ningún hilo del que seguir tirando, y se vio a ese hombre al día siguiente de desaparecer Mari Tere, con su novia desayunando en la Caramba, pues creo que sí había motivos para haber atendido la petición", lamenta Fernández. 

Después de aquello, la familia estuvo siguiéndole la pista por diferentes partes del mundo, Antonio señala que ellos la última vez lo tenían localizado en Irlanda, tras su paso por Egipto, pero que al final desistieron de seguirle la pista. 

Desde el primer momento que desapareció la joven, sus familiares y amigos la han buscado por distintos puntos y se han distribuido fotografías suyas por todas las comunidades autónomas, así como por internet, acompañadas de manifestaciones y actos para evitar que el caso cayese en el olvido. 

Los familiares van a celebrar un acto íntimo y familiar depositando un ramo de rosas rojas en un monolito en el parque de los Pueblos de América de Motril, un homenaje que ha servido para recordar que, pese al tiempo transcurrido, siguen buscando a su hija.

María Teresa Fernández desapareció el 18 de agosto de 2000, cuando tenía 18 años, en la Avenida de Andalucía de Motril, en pleno centro de la ciudad, desde donde iba a encontrarse con unos amigos para posteriormente trasladarse hasta el recinto ferial, ubicado a unos dos kilómetros de allí, para asistir a un concierto del grupo Café Quijano.

Desde un primer momento, los padres descartaron la posibilidad de que María Teresa se escapara de casa porque no encuentran razones para ello. Aparte de pistas que finalmente no llevaron a nada, apenas se sabe que la joven mandó un mensaje corto al móvil de su novio que decía: "puede que tarde pero voy, espérame".

Cuando se cumplieron 15 años de la desaparición, los padres de María Teresa Fernández solicitaron al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Motril los trámites para declararla como fallecida por cuestiones administrativas, al objeto también de "evitar futuros problemas con la herencia" a las otras dos hijas del matrimonio, según informaron en su día.

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