La suerte de Librería Jofi: “Llevo más de 20 años con el mismo jersey para traer la suerte a Almuñécar”
Llevan 23 años repartiendo premios en la Costa de Granada
No lo llame suerte, llámelo Librería Jofi
La suerte no deja de llamar a la puerta de la Librería Jofi de Almuñécar. Este año han repartido ocho décimos del 48020, 160.000 euros de un cuarto premio -20.000 euros al décimo-, que sabe a victoria por la cantidad de premios que reparte cada año. Y tiene truco: un jersey de la suerte que una de las dueñas del negocio lleva cada año, sin falta desde hace 29, desde que su madre lo tejió.
"Mi madre me hizo este jersey hace casi 30 años y me lo pongo año tras año para ver si traemos suerte a los vecinos de Almuñécar, y a todos los que se acercan hasta aquí y parece que algo de suerte sí que nos trae porque hemos entregado ya unos 15 premios grandes entre Lotería de Navidad y de Verano, entre ellos cinco primeros premios", explica a Granada Hoy María Teresa Gamarra.
Sobre el "jersey de la suerte" que lleva siempre, señala que hace casi tres décadas lo hizo su madre y dio la casualidad que el primer año que dieron el Gordo en 2012 lo llevaba puesto, "desde entonces siempre me lo pongo para el 22 de diciembre y todos los años cae un premio bastante apañado en esta administración. Mi madre nunca se habría imaginado que este jersey iba a tener el 'don' tan maravilloso que tiene de traer tanta suerte a los clientes que vienen".
Y bromea que no le importaría tener este "saquito" como "amuleto" también en verano a modo de uniforme de trabajo, "estoy muy orgullosa de que me lo tejiera mi madre". Además, el jersey lo acompaña de su "loterilla", una pequeña muñeca que vende lotería hecha de fieltro que le regaló una amiga y que lleva de broche. "También tiene unos cuantos años, me la regaló una amiga y me hizo mucha gracia, así que me la pongo de vez en cuando".
No tienen ni idea de quién puede ser el agraciado o agraciada, por la administración pasa mucha gente al cabo del día, y cuentan con una amplia clientela de extranjeros. "Ayer mismo nos llamó gente que venía a pasar el fin de semana a Almuñécar y querían comprar un número de última hora y como este año la Lotería ha caído en domingo, muchos clientes tenían la duda de si estábamos abiertos por la tarde. No sabemos a quién le ha podido tocar, pero nos quedamos con que cada año que hemos repartido suerte se ha ido para gente a la que realmente le hace falta. Aquí somos como una pequeña familia y más o menos nos conocemos todos, y cuando te enteras de que le ha tocado un pellizco a alguien que no lo estaba pasando muy bien o que realmente le hacía falta, te alegras el doble", señala.
El negocio es un hervidero desde que se anunció el premio, nadie ha querido perder la oportunidad de acercarse para felicitar la buena nueva, preguntar si se sabe a quién le ha toca y aprovechar para comprar algún décimo del Niño. De hecho, a falta de salir aún algunos premios, varios clientes se acercan para comprobar sus boletos y ver si son alguno de los agraciados. Y mientras María Teresa no deja de atender llamadas de teléfono para felicitarle por los números vendidos, José Nicolás Gamarra y Antonio Joaquín Ruiz continúan atendiendo a los clientes y mirando por el rabillo del ojo el Sorteo para no perder ni un detalle.
"Estamos muy felices de poder ser cauce de la felicidad de la que hacemos partícipes de muchas personas", añade Gamarra emocionada.
Por su parte, Josefina González, la madre y quien inició hace algunos años el negocio familiar, señala que anoche le recordó a su hija que se pusiera el jersey de la suerte. "Ella es la única hija que tengo, tengo también un hijo, pero no le puedo hacer jerséis de croché".
Josefina es muy devota, fue Camarera de la Virgen, y un Viernes Santo, tras echar la oración se dieron cuenta de que se le había jorobado la corona. Los portadores metieron a la Virgen en el interior de un local que estaba en obras para poder recolocársela, algo que Josefina vio como una señal para que se quedasen con el sitio. Solo tres años después de empezar el negocio familiar se trasladaron al local donde tienen sus puertas abiertas cada día desde entonces. A finales del 2000 un señor con traje entró en la tienda para decirles que les habían concedido la licencia para vender Lotería, y a los tres meses de empezar a vender dieron su primer Gordo de la Primitiva. Un primer premio que nunca se olvida, de hecho, tiene un lugar espacial en una pared repleta de cuadros con todos los premios que han entregado, que impresiona y hace sentir ese cosquilleo en el estómago a los que entran que les anima a pedir un número.
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