Granada cuando juega el Granada

La poca asistencia que registra Los Cármenes esta temporada refleja una relajación de la afición por el Granada Basta un paseo por la ciudad para darse cuenta que el soufflé ha bajado

Aspecto vacío de la Avenida Severo Ochoa a las 12:05 horas, mientras el Granada juega contra el Getafe.
Aspecto vacío de la Avenida Severo Ochoa a las 12:05 horas, mientras el Granada juega contra el Getafe.

21 de octubre 2013 - 05:02

No hace muchas semanas, el redactor de este diario Enrique Abuín escribía que la fiebre granadinista empezaba a remitir. En aquella contracrónica, correspondiente al partido contra el Valencia, Los Cármenes registró su entrada más baja en Primera División: se superaron las 13.000 personas en sólo 60 unidades. A excepción del encuentro contra el Real Madrid, en el coliseo del Zaidín la media de entrada está en esas cifras. O lo que es lo mismo: van los socios y nada más.

Los Cármenes ya no aprieta tanto como en las últimas campañas. El termómetro mide la temperatura de la grada, pero también la de una ciudad que se ha acostumbrado a eso de la máxima categoría. Con la de años, sufrimiento y promesas de futuro ("yo me haré socio cuando esté en Primera", decían muchísimos) que han costado que la rojiblanca horizontal esté en lo más alto, para que Granada le de ahora la espalda. Un paseo por la ciudad antes y durante el partido de ayer contra el Getafe es el mejor testimonio de una realidad triste y tozuda que, además, el equipo no se empeña en revertir.

A las 10:05 horas, a menos de dos para que Mateu Lahoz diese la orden de jugar en Los Cármenes, cerca del estadio el trasiego de gente dejaba entrever muy poco lo que iba a pasar en un rato. En una avenida aledaña al estadio quedaban largas hileras de aparcamientos sin ocupar. Los aficionados más tempraneros encontraron premio al evitar las largas colas que se forman, tanto para llegar como para salir del campo. Ya incluso al mismo lado del estadio, sobre las 10:30 horas ya se notaba el ambiente de fútbol. Más tranquilo que en otras ocasiones, como contaba Luz, una vecina de la zona desde cuya casa, si no fuera por las gradas supletorias de las esquinas, vería la portería del fondo norte. "Ni siquiera a los 'kolokones' se les oye", se extrañaba. Los bares cercanos también tenían movimiento, pero menor. En la cafetería Daniel, uno de sus camareros comentaba mientras preparaba un cortado que "se nota que hay más actividad cuando juega el Granada, pero no sabría cuantificar cuánto". Enfrente, el dependiente del Badulake, o las típicas tienda de 'chuches', se preparaba para recibir el aluvión de aficionados en busca de pipas.

Pero conforme el radio de acción de Los Cármenes se aleja, lo rojiblanco reduce su presencia, y los latidos del granadinismo se van apagando. Es cierto que Granada parecía dormir la mona tras una Noche en Blanco exitosa, pero ya en Camino de Ronda, si alguna camiseta rojiblanca se veía era en dirección al estadio, en algún ciclomotor o en los autobuses urbanos. Y muy pocas. En un semáforo de Severo Ochoa, Fran, Paco y Andrés, tres ciclistas de montaña esperaban el verde. Dicen seguir al Granada, pero su paseo del domingo no se lo quita nadie. "Es nuestra forma de desconectar. Aunque somos del Granada, la economía no nos deja ser socios y las entradas son muy caras. Nos reservamos para partidos mejores", contaba uno de ellos.

Falta un cuarto de hora para que arranque el partido. La Avenida Constitución está de domingo: transeúntes y deportistas la recorren. Nadie con 'pinganillo' oyendo el Granada-Getafe. Las terrazas están llenas. A esa hora son más habituales los cafés y las tostadas. En 'El 12', situado en la Avenida de Madrid, una gran pantalla, aunque apagada, dice que allí se pone fútbol cuando lo hay. Una camarera dice que se ponen los partidos del Granada, "pero depende del día se llena más o no" el local. "En un día como hoy -por ayer- de sol, está todo el mundo fuera y pocos ven el fútbol. Es más en invierno", relataba. 12:05 horas: Empieza el fútbol en Los Cármenes... y Granada, como si nada.

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