Hundidos por una jaimitada

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La expulsión de Diakhaté condena a un Granada que sigue sin tener gol

Javier Aguilera Granada

21 de octubre 2013 - 05:02

Luis García, entrenador del Getafe, acertó de lleno en el análisis que hizo en la previa del encuentro -pidió a su equipo paciencia confiando en su oportunidad ante un Granada que esperaba rocoso- y también anduvo acertado cuando tras el encuentro aludió a la expulsión de Diakhaté como la acción clave que determinó el desenlace del duelo.

Existe tanta igualdad entre la mayoría de equipos de esta Liga que jugar una hora con uno menos es demasiada losa como para sacar un buen resultado. Existen otras acciones, como bien recordó Lucas en sala de prensa, que también resultan importantes, como el tempranero fallo de Brahimi, la mala suerte en el 0-1 o las postreras ocasiones falladas, mas la jugada determinante, lo que realmente provocó el desenlace del duelo fue la jaimitada de Diakhaté, la tarjeta roja que vio el senegalés después de protagonizar dos acciones absurdas e innecesarias.

Sacó a pasear sus brazos cuando al fútbol se juega con las piernas, convirtió el maltrecho césped de Los Cármenes en un ring de boxeo del que salió a la media hora tras repartir 'estopa' sin venir a cuenta, condenó a los suyos con una acción que tardará tiempo en olvidarse.

INICIO ESPERADO

Tenía claro el Getafe que iba a salir a verlas venir, que sus opciones pasaban por aguantar al principio y crecerse con el paso de los minutos. También era consciente el Granada que debía llevar el peso del partido, que le tocaba crear fútbol y llegar ante un plantel que dejaba pocos espacios. Eso sí, los locales no cantaban con fallar una ocasión clarísima nada más empezar ni los visitantes con que Diakhaté les iba a poner la victoria en bandeja.

CAMBIO DE BANDAS

Tal y como ensayó el técnico durante la semana, Recio sustituyó a un Yebda que pasó directamente de la titularidad a la grada, mientras que Pereira y Brahimi siguieron siendo los interiores del equipo. Eso sí, cambiados de banda respecto a lo acontecido en anteriores encuentros. Aunque este hecho resultó, a posteriori, intrascendente, a Brahimi se le va más cómodo en la derecha, con mayor facilidad para hacer sus habituales diagonales hacia el centro, mientras que Pereira puede explotar, partiendo desde la izquierda, el recorte hacia fuera y el buen disparo que tiene con su pie diestro.

EL PUNTO DÉBIL

Independientemente de que la acción clave fuese protagonizada por el error garrafal de Nyom al tocar el balón hacia atrás y la gamberrada infantil de Diakhaté, la zona que ocupan ambos jugadores es por donde más peligro le crean al Granada, donde los rivales encuentran un auténtico filón. Pasó en Villarreal y pasó ayer. Ojalá que no pase más.

LOS CAMBIOS

Pitaron a Alcaraz en todas las sustituciones. No entendió el respetable que Buonanotte tuviera que salir para dar entrada a Mainz, sustitución entendible desde el punto de vista de que hacía falta otro central para reorganizar al equipo tras la roja y que el argentino iba a ser un jugador con poco protagonismo en el nuevo partido que empezaba. Después entró Piti por Recio y, tras un breve paso de Brahimi por la zona de creación, Rico sustituyó al argelino. Lleva razón el técnico cuando justifica ese cambio en que sin centrocampistas la pelota no llega al ataque, también los que veían desde la grada cómo, estando por debajo en el marcador, apenas llegaban jugadores al área para culminar las acciones de ataque mientras Riki e Ighalo calentaban banquillo.

IMPOSIBLE

Llegó el Granada a la meta rival con 0-1 y con 0-2 pero da la impresión de que no le marca un gol ni al arco iris. Es preocupante, tanto como haber perdido cuatro partidos de cinco jugados en casa, o como el divorcio creado ayer entre parte de la grada y el técnico y algunos jugadores. Tanto también como la falta de concentración y de madurez de un jugador que hunde al equipo con una tontería.

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