Números blancos en un partido de tensión
Muchas llegadas al área del Granada y del Espanyol
Granada y Espanyol al final dirimieron un partido de guante blanco. Y eso que había en juego muchas cosas. Los rojiblancos la permanencia y los pericos el honor, mancillado por las sospechas de amaño ante el Sporting de Gijón el sábado pasado.
Los números equilibraron un encuentro que sólo las individualidades podían romper. Sobre todo con las llegadas al área. Prolijo el conjunto de Abel Resino, que como su rival, tenía el punto de mira bien calibrado y casi siempre los tiros iban a portería o muy cerca de ella. De hecho, durante la primera parte, casi la mitad de los intentos rojiblancos llevaban marchamo de gol, con nueve disparos a portería que obligaron a la intervención de Christian Álvarez. El Granada acudía a la cita del gol. Tras cuatro intentos a puerta y diez llegadas al área llegó el 'chicharro' de Ighalo.
Menos le costó a los barceloneses perforar a Júlio César. El gol de Dídac Vila era el primero de la segunda parte. Pero la producción ofensiva de los de Pochettino en esos minutos quedó al final en artificio. Dos tiros derivados de la inercia del gol parecían variar el panorama pero sus incursiones finales en busca del empate las cerraban bien entre la defensa y el arquero brasileño, muy activo y atento y que fue un central más ayudando a pausar el juego y hacer inofensivos a los pericos.
Fueron muchas llegadas, escarceos cerca del área de los dos contendientes, lo que obligó a estar atentos a los porteros. El Granada forzó más a parar a Christian Álvarez en la primera parte. El arquero detuvo ocho veces ocasiones rojiblancas, sólo dos en la segunda. Júlio César, a cien metros de él, tuvo dos grandes intervenciones y en la segunda parte estuvo al quite en todo momento.
Por lo demás, el partido fue limpio. Muy tenso, pero de guarismos poco llamativos. El Espanyol sacó más córners en la primera mitad, algo que equilibró el Granada en la segunda, una tendencia que se repitió con el número de faltas cometidas por cada equipo. En donde mejor se observan estos datos es en el número de tarjetas. Sólo una, recibida por el eslovaco Weiss, y fue por protestar. Ahí se notó, también, que el árbitro era el permisivo Mateu Lahoz. El preferido de Mourinho. Por algo será.
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