Orgullosos de ser antipáticos

Tras el orden táctico del Sevilla y la memorable actuación de Javi Varas, Guardiola no asimiló el primer tropiezo de la Liga en el Camp Nou: "Jugaron con nueve defensas"

Orgullosos de ser antipáticos
Juan Antonio Solís

25 de octubre 2011 - 05:02

Mal asunto es que un entrenador, después de un partido, colme de elogios al equipo rival: "Desde aquí vaticino que van a hacer una gran campaña, les deseo lo mejor"; "felicito al entrenador porque juegan con orden y son competitivos"; "nos han obligado a jugar al cien por cien". En el 99,9% de los casos, esas alabanzas están alimentadas por el chisposo estado anímico que te inyecta una victoria. Si ese rival inferior sobre el papel se sale con la suya, es mucho más complicado que ese mismo entrenador se deshaga en elogios al que ha provocado su ofuscación.

El penúltimo caso se vio y oyó en la sala de prensa del Camp Nou. Guardiola, el mismo que en la víspera del partido recordó que el Sevilla "es un grande", echó en cara a Marcelino tras el empate a cero que el equipo de Nervión dispusiera a "nueve defensas". Juguemos al 'fútbol-ficción': ¿qué hubiera dicho Pep si a Javi Varas se le mete un mosquito en el ojo y Messi convierte su penalti? Posiblemente, que el Sevilla demostró lo gran equipo que es, que Marcelino planteó un partido tácticamente perfecto... Son pautas de conducta comunes a los entrenadores. De ellas no se libra ni siquiera alguien que parece sobrevolar por encima de todo lo prosaico que tiene el fútbol, como es Josep Guardiola.

Si el gran entrenador catalán pretendía que el Sevilla sacara pecho con el pitido inicial de Iturralde, estaba muy equivocado. El mayor arrojo de los blancos estuvo en el lema de sus camisetas: "Orgullosos de Andalucía". ¿Qué quería Guardiola, que Medel, Campaña y Trochowski le plantearan un pulso de tú a tú a Keita, Xavi e Iniesta? ¿Presionar en el mediocampo del rival hasta perder el resuello y dejar 45 metros entre la línea defensiva y Javi Varas para que Daniel Alves o Xavi pegaran un pelotazo cruzado a Villa o Messi?

Cada cual juega con sus armas. Y Marcelino ordenó la colocación y los movimientos de sus piezas según las virtudes de su equipo y las del rival. Luego, el Barça tiró con peligro entre los tres palos hasta en siete ocasiones porque es inevitable que ese caudal ofensivo no genere al menos ese peligro. Pero para puntuar en el Camp Nou, hoy, es necesario defender colectivamente muy bien, y además que tu portero esté perfecto. Fue lo que sucedió. El Sevilla defendió posicionalmente, los jugadores apenas se tiraron al suelo para anticiparse o cortar. Cumplieron la máxima defensiva de que tirarse al suelo debe ser el último recurso. Así negó a los hábiles Iniesta, Villa, Daniel o Messi que se colaran hasta la cocina con conducciones y paredes.

Por esperar bien colocados, con ayudas y coberturas constantes, el Sevilla sólo realizó 7 faltas en casi 100 minutos, cuando el Barça, que cometió 9, recibe una media de 15 por partido. El Barça empezó a sentirse incómodo. Tanto, que el Sevilla recuperó casi tantos balones como él: 68 por 78, algo inusual.

Para el espectador barcelonista, e incluso para el neutral, los sevillistas se mostraron como un equipo rácano, retraído, incluso antipático: no plantearon un juego agradable, alegre, vistoso, e incluso el paradigma de deportista limpio y ejemplar, como es Kanoute, utilizó sus argucias para descentrar a Messi desde el punto de penalti. Pero los barcelonistas ya estaban incómodos desde mucho antes, porque los blancos se encargaron de que no disfrutaran jugando. En el fútbol no se trata de caer simpático. Muy buen síntoma es que el entrenador del equipo rival te niegue los elogios en la sala de prensa...

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