Ya somos de Segunda (1-0)
Alcorcón-granada
El Granada CF hace valer la renta de la ida para regresar a la categoría de plata después de 22 años. Fabri plantea un partido a la defensiva que da resultado, pese a tener que sufrir hasta el final
Al fin. Parecía un sueño imposible después de tantas frustraciones y desencantos en las últimas dos décadas y de una vez ya se puede contar que se ha convertido en realidad. Veintidós años han tenido que pasar para regresar a la Segunda División A. Nadie podía imaginar que hubiera que esperar tanto. La era Pozzo-Pina no ha podido tener mejor broche en su primera temporada. El objetivo de dar el salto a la segunda categoría del fútbol nacional ya es un hecho. El 23 de mayo de 2010 pasará a la historia como el día en el que se puso fin a un calvario que se había prolongado demasiado. Atrás han quedado batacazos como el de hace diez años ante el Murcia y otros intentos fallidos.
Lágrimas, emociones a flor de piel, sufrimientos, abrazos... Las casi dos horas que duró el partido se hicieron eternas. A muchos les pareció casi un día entero. A nadie le importó haberlo pasado mal. Lo que todos los seguidores rojiblancos querían por encima de todo era asegurar el ascenso. Todos hubieran firmado perder por la mínima, aunque el juego fuera pésimo.
El Granada CF salió con la intención muy metida en la cabeza de defender la renta adquirida en la ida. A veces dio la sensación de que tentó un poco la suerte y que quería jugar con esa apuesta hasta al final. Su consigna fue aplicarse con mucho orden defensivo y tratar de tener controlados los frentes de peligro de su rival. Su juego fue netamente defensivo, apenas intentó arriesgar en ataque. Pero estaba muy claro que el objetivo era ganar tiempo para que la presión se hiciera más fuerte en los jugadores del Alcorcón. La estrategia salió bien, aunque para ello hubo que sufrir desde el primer instante y hasta que el colegiado riojano dio el pitido final tras haber prolongado el partido más de seis minutos.
El equipo de Anquela partió como una auténtica fiera. Era algo que se intuía que iba a pasar, al estar necesitado de voltear una eliminatoria que se le había puesta cuesta arriba con el resultado de la ida. El entrenador jienense decidió dar entrada en el once a David Sanz para disponer de mayor poderío en el juego aéreo. Esa apuesta le dio resultado desde el primer minuto. Dos acciones consecutivas estuvieron a punto de darle un buen susto a los rojiblancos. David Sanz desaprovechó un error de Mainz y en ese mismo primer minuto, Ernesto envió un balón al palo. El miedo se instaló entre los seguidores rojiblancos, que ya empezaron a pensar en fantasmas del pasado, mientras que la afición local recordaba con sus cánticos que lo del Alcorconazo ante el Real Madrid se iba a repetir. El partido empezó a un ritmo muy alto. el Granada CF respondió con una contra. Ighalo recibió de espaldas y abrió hacia Collantes (3'), pero el gaditano lanzó el esférico fuera en una buena posición para abrir el marcador.
El Alcorcón se mostró muy agresivo en la primera mitad. Llevó en todo momento la iniciativa, mientras que el Granada CF prefirió cederle el balón para tratar de sorprenderlo a la contra. Béjar dispuso de una nueva oportunidad y después Iván Amaya tuvo que zancadillear a Borja para impedir su avance y vio una tarjeta amarilla. Los rojiblancos casi no inquietaron en ataque. Su única intención fue la de no perder el sitio y presionar al máximo para que su oponente se sintiera incómodo. El equipo madrileño bajó el ritmo a partir de los primeros veinticinco minutos. Pese a todo, pudo marcar de cabeza David Sanz (35'). Cuando parecía que ya había pasado el vendaval y la situación estaba más controlada, llegó el único tanto del partido. El árbitro pitó una falta que no cometió Álvaro Cámara. La lanzó Sergio Mora y en el segundo palo remató de forma impecable Íñigo López. El empuje del equipo madrileño tuvo recompensa antes de alcanzar el descanso.
El inicio de la segunda mitad fue parecido al de la primera. El Alcorcón apretó mucho. Borja (47') tuvo una de las mejores. Su disparo colocado fue enviado a córner por José Juan. Volvió a intentarlo unos minutos después Nagore. A partir de ahí se acabaron los agobios importantes. Dio la sensación de que al equipo madrileño se le acabó la gasolina y ya no volvió a contar con opciones de marcar. Se limitó a volcar balones por arriba, a la espera de un fallo de la zaga rojiblanca. Cada minuto fue una eternidad. El Granada continuó replegado, a veces en exceso, pero ya daba igual. Sólo se pensaba en cantar el ascenso y en romper a llorar con el pitido final, como así sucedió.
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