Las ideas naufragan
Granada 74 | ud salamanca · la crónica
Romo El conjunto rojillo se queda sin concretar sus ocasiones de cara a los tres palos y cede dos puntos en casa Desaprovechado Los granadinos pudieron hacerse con los tres puntos en la primera parte
La marea es así de impredecible. El Granada 74 ahogó por completo sus ideas en un choque del que pudo sacar más renta, por momentos, y también pudo salir escaldado, por instantes. El conjunto rojillo mostró dos caras sobre el rectángulo de juego, pese a ello, supo medir bien las distintas fases que tuvo el choque.
En el planteamiento, Antonio Tapia contaba con el aliciente de poder alinear, de inicio, a uno de sus hombres clave: Luque. El sevillano demostró volver con fuerza al once de salida, de hecho, fue, sin duda, el hombre clave del partido para su equipo. También volvió Aranda, aunque el caso del malagueño dejó varios análisis a posteriori. Se dice en el fútbol que, a veces, es mejor sacar de inicio a jugadores que estén tocados, ya que si entran como suplentes y demuestran no estar al cien por cien, pueden mermar las posibilidades del equipo, por ejemplo en el ataque. Eso le ocurrió al Granada 74 cuando Aranda, aún muy resentido tras la lesión, redujo las opciones de su equipo ante la meta de Pagola.
El choque comenzó con un vaivén de iniciativas por parte de ambas escuadras. Si bien, el Granada 74 sacó sus cartas al tapete en los primeros compases y comenzó a tomar las riendas del choque. Tapia se vio obligado a modificar su línea en la zaga. La altura de Sergio Postigo (196 cm) obligó a Assemoassa a pasar al puesto central y, de paso, mandó a Crespí a la derecha y a Ruz a la izquierda. La modificación sobre la marcha le salió bien a Tapia, pues la virtud del delantero salmantino quedó reducida a la mitad.
Fue en el minuto 6 cuando llegó la primera posibilidad de acercarse a la meta rival con claridad por parte de los locales. Entonces, Assemoassa colgó el balón al área para Javi Guerra, pero éste, de espaldas al esférico, apenas tuvo la opciones de rematar en condiciones óptimas como para crear peligro.
Mediada la primera parte los locales dispusieron de la ocasión más clara. Las reducidas dimensiones del Escribano Castilla posibilitan que cualquier balón parado, incluidos los saques de banda, puedan convertirse en ocasiones de gol. Así ocurrió en un saque lateral de Torrecillas, Saizar metió la cabeza en la frontal del área pequeña, pero su balón se marchó al larguero.
Después llegó otra posibilidad de peligro, aunque en esta ocasión el centro de Luque desde la línea de fondo no encontró rematador, pese a que Saizar estaba cerca del esférico.
A partir de entonces el choque entró en una fase de amoldamiento y conformismo. Así, apenas llegaron oportunidades de gol. Si bien, los salmantinos avisaron con un tiro sin la suficiente mordiente como para asustar a un seguro Jaime, que detuvo sin problemas. Apenas faltaba un cuarto de hora cuando Luque lanzó una bolea que Pagola envió a córner en otra ocasión.
De ahí al final, los locales empezaron a carecer del control del juego y las ocasiones, aunque el Salamanca no tuvo tampoco demasiadas oportunidades de lucidez ante la meta de Jaime. Al descanso, cero a cero con más pena que gloria en los rojillos.
Aranda, que se había resentido de su lesión en la recta final del primer periodo, salió a calentar cinco minutos antes del comienzo de la segunda. Pese a ello, Tapia no se planteó sustituirlo. El jugador tampoco había solicitado el cambio.
Tras la reanudación cambió por completo la lectura del choque. Los pupilos de Juan Ignacio Martínez tomaron la iniciativa del duelo y lo controlaron hasta la recta final, momento en el que la astucia local empezó a resurgir de sus propias cenizas y, con más corazón que cabeza, se buscó el tanto del triunfo. Sin cambios en las scuadras, ambos equipos saltaron con los mismos jugadores al césped.
Pero antes de que los salmantinos se hicieran dueños del choque, los locales avisaron con un disparo alto de Luque en el primer minuto. Las intenciones de los pupilos de Tapia cayeron en saco roto. Después vino el gran susto para la afición del Granada 74. El veterano Quique Martín dio un serio aviso a los once minutos cuando estrelló en el larguero un disparo desde la frontal. Poco después, de nuevo gracias a Martín, el Salamanca dispuso de otra oportunidad. Éste disparó desde lejos y algo desviado un tiro desde la frontal. Un fallo de Martí Crespí pudo costar el primer gol de la tarde al 74. En una contra salmantina, el defensa no estuvo atinado a despejar y dejó 'vendido' a su guardameta Jaime, cara a cara ante David. El delantero salmantino cruzó demasiado el disparo, que se marchó cercano al palo izquierdo.
Tuvo que ser éste, y no otro, el momento de la reacción local. Precisamente cuando el respetable comenzó a impacientarse. Entonces, Javi Guerra quedó bloqueado en la frontal con el balón en sus botas para después perderlo. El propio Guerra fue protagonista, a veinte del final, de otra ocasión. Luque lanzó un tiro cruzado que el máximo goleador del Granada 74 no atinó a rematar en el segundo palo.
Después, las erratas cara a la meta rival llegaron de mano de Aranda. Luque se empecinó en crear peligro desde el lateral, una opción acertada a tenor de la situación en la que se encontraba el choque. El interior colgó un balón al malagueño, pero éste no supo qué hacer con él en la frontal del área pequeña y lo perdió. Inmediatamente después se calcó la jugada, aunque en este caso Aranda se atrevió con disparar a meta. Lástima que el balón se marchara muy alto. Apenas hubo tiempo para más en un choque en el que al Granada 74 se le agotaron las ideas tan pronto como el Salamanca planteó problemas.
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