Mikel Merino se eleva en la agonía para impulsar a España a las semifinales (2-1)

Un fabuloso testarazo del navarro en el minuto 119 clasifica a España para la semifinal y apea a la anfitriona Alemania

Dani Olmo adelantó a la selección, que perdió vuelo con los cambios y cedió el empate en el 89

Mikel Merino gira su cuello para cabecear y meter a España en las semifinales de la Eurocopa.
Mikel Merino gira su cuello para cabecear y meter a España en las semifinales de la Eurocopa. / Georgi Licovski (Efe)
Juan Antonio Solís

05 de julio 2024 - 21:50

En otra época, la de la España maldita, quizás el árbitro inglés Anthony Taylor hubiera pitado pena máxima por la mano de Cucurella en el minuto 16 de la prórroga, o seguramente ese testarazo de Mikel Merino al borde de la tanda de penaltis hubiera botado en la línea de gol tras rebotar en el larguero. Pero el medio navarro, que pareció suspenderse en el aire por un momento para alargar el cuello y girarlo en un plástico y complicado escorzo, alojó la pelota en la jaula de un resignado Neuer cuando apenas había tiempo para más. Y toda España volvió a estallar de alegría, como en los penaltis aquellos ante Italia de 2008, o la pelota picada de Fernando Torres ante la Mannschaft diás después, o como Carles Puyol en otro testarazo menos plástico, pero igual de efectivo para tumbar a los germanos, en aquella noche de Durban, Suráfrica. 

La selección española cambió su sino hace 16 años en Viena y la estrella dorada que luce en su pecho, sobre el escudo, es la misma estrella que tuvo en Stuttgart para apear a Alemania, nada menos que Alemania. Sí, la Alemania que nos echó de nuestro Mundial o que seis años después también nos tumbó en aquella Eurocopa que, como la actual, organizaron. Desde entonces no nos ganan en partido oficial. Y seguirán portando esa cruz de penitencia... 

Quien soltó su particular cruz con el cabezazo de Merino a templado y preciso centro de Dani Olmo –qué partidazo se marcó el jugador del Leipzig...– fue el seleccionador español, Luis de la Fuente, que se empeñó en desmontar el divertidísimo mecano que él mismo había armado para avivar la ilusión de toda la afición española. La salida del terreno de juego de Lamine Yamal por Ferran Torres (63’) tuvo un efecto revitalizador para los germanos, que dieron un paso más al descargarse de distracciones atrás. Y el preparador riojano terminó de descomponer la delantera con las sustituciones de Nico Williams y Morata por Merino y Oyarzabal a diez minutos del final, cuando el riesgo de la prórroga desembocó en el amargo empate en el minuto 89. Lo hizo Wirtz, un mayúsculo revulviso por la derecha. Como también lo fue Füllkrug en el área de Unai Simón. Flotaba que Alemania mejoraba en el rosario de sustituciones mientras España, con los relevos, perdía ese vuelo y esa frescura que la ha llevado a ser favorita en el torneo.   

Julian Nagelsmann analizó en profundidad el juego de la España de hoy, la de Nico y Lamine, y tenía muy claro que para frenarla debía inyectar más mala uva en su equipo. Lo plasmó con la entrada en la zona ancha de Emre Can, que suelta la pierna y luego la disculpa, y también con la ardorosa actitud de todos los de blanco. Incluso el refinamiento hecho futbolista, Tony Kroos. El admirable arquitecto alemán dejó patente qué guion pretendía imponer la laureada Mannschaft. Sólo se habían disputado tres minutos, España robó una pelota cerca del área de Unai Simón y cuando Pedri quebró la entrada de Kroos, éste no se cortó pese a llegar tarde y le soltó un violento golpe en la rodilla. Una tarjeta amarilla clarísima para todo el mundo que lo vio excepto para el que administraba justicia o estaba para ello, el inglés Anthony Taylor. Kroos riñó para no ser reñido, algo muy antiguo, pero el trencilla pasó por el aro. Y ahí vieron claro los alemanes que podían sacar le hacha. Y la sacaron.

Los españoles no se amilanaron por esa ruda propuesta. Cucurella y Carvajal recogieron el guante y neutralizaron a Musiala y Sané. Más visos de peligro tuvieron las ocasionales incursiones de los laterales germanos, Kimmich y Raum.

Alemania estuvo más cómoda sobre la hierba. Su agresividad conllevó una mayor posesión del balón, que Carvajal y Cucurella no pudieran desdoblarse como en los partidos precedentes y que Lamine y Nico no dispusieran de opciones claras para encarar a sus pares y dibujar diabólicos regates o paredes. Apenas un par de veces pudo hacerlo Nico en la primera parte, sin su finura habitual para elegir la mejor opción en el pase.

La violenta entrada de Kroos a Pedri ya le cambió el paso a España. A los ocho minutos tuvo que ingresar Dani Olmo por el liviano mediocampista canario. Y aunque el jugador del Leipzig acabó con el trofeo de MVP del partido, España no pudo desplegar el exhuberante juego, pleno de gusto y verticalidad, de días anteriores. Alemania le discutió la posesión, fue al límite en cada pequeño detalle y trató de doblar sus bandas en cuanto pudo. Encima, Nagelsmann acertaba en cada retoque. Suerte para España que como nueve empezó Havertz, y no Klinsmann o Klose. El punta del Arsenal perdonó en un cabezazo franco (21’) y en otra ocasión que provocó un fallo de Le Normand a centro desde muy atrás de Rüdiger (35’). 

España, por su parte, parecía que iba a recitar de nuevo su lección. Al minuto de juego, Nico adelantó a Morata, éste cedió atrás a la incorporación de Pedri y el canario chutó blandito a las manos de Neuer. También Fabián lanzó alto desde la corona del área, cuando los teutones ayudaban por fuera a los marcadores de Lamine y Nico y desprotegían sus zonas interiores. Pero pasado ese cuarto de hora inicial, los españoles empezaron a cometer demasiados fallos en el pase, forzados también por la agresividad e insistencia de los anfitriones.

En el intermedio, De la Fuente hizo un cambio obligado, Nacho por Le Normand, pero Nagelsmann hizo dos tácticos: Andrich por Emre Can y Wirtz por Sané. La calidad de España emergió en una conexión mágica entre Fabián, que rompió líneas con su pase, Morata, que abrió a Lamine, y el genio de 16 años, que siempre elige la mejor opción en zona caliente y esta vez era asistir a Dani Olmo, un especialista en llegar desde la segunda línea. Abrió el pie, le metió el efecto hacia fuera y Neuer fue un espectador más (52’).

Tras el 1-0, Nico y Lamine tuvieron las primeras galopadas a campo abierto para intentar la sentencia, pero a medida que Alemania daba pasos adelante con el empuje físico de Andrich, la calidad de Wirtz y Musiala por fuera y el remate de Füllkrug, España menguaba con un inoperante Ferran Torres por Lamine y Merino como interior por Nico para que Dani Olmo se abriera a la izquierda.

Andrich avisó con un tiro duro abajo (70’), Füllkrug chutó a la base del palo en el 76 a pase de Wirtz y Havertz volvió a perdonar en el 83 tras un regalo en el saque de puerta de Unai Simón. 

Cuando Wirtz acertó en su tiro tras ganarle el salto Kimmich a Cucurella, parecía que volverían aquellos fantasmas de la España maldita. Pero de la agonía de una espesa prórroga emergió la testa de Mikel Merino y España es ya semifinalista de la Eurocopa. Y la clara favorita. Ahora sí.  

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