La suerte no es amarilla

Granada 74 | cádiz cf · la crónica

Fortuna El Granada 74 logra los puntos gracias a un penalti 'light' en la recta final tras un partido discreto Otra vez ahí La victoria deja de nuevo a los de Tapia a tres puntos de la zona de ascenso a Primera

Aranda presiona a Contreras en un despeje del arquero cadista.
Aranda presiona a Contreras en un despeje del arquero cadista.
Alejandro Morales / Motril

28 de enero 2008 - 05:02

Los lamentos de la tarde en la que la Real Sociedad se llevó los puntos del Escribano con la ayuda arbitral se apagaron definitivamente ayer en las gargantas de aquellos que siguen la trayectoria del equipo de Marsá. La sensación de robo que en aquella ocasión acompañó el desfile de coches a la salida del estadio fue ayer la misma, pero justo al revés. La procesión de vehículos que irremediablemente desembocó en el momumental atasco de la noche costera olía ayer a alivio, a satisfacción por volver a estar a tiro de piedra de la zona de ascenso, a júbilo por haber sacado adelante un partido de máxima complicación... pero por encima de todo primaba la sensación de haber recibido la ayuda de la diosa Fortuna, la más caprichosa de las divinidades que de vez en cuando interfieren en el deporte.

El '74' estuvo espeso y sin chispa, no mereció los tres puntos, estuvo a merced del Cádiz durante toda la segunda mitad y parte de la primera, y se hubiera contentado con un punto visto lo visto. Sin embargo, la suerte estuvo del lado rojillo, pues un penalti de los que no se suelen castigar (fue mano, pero sin intencionalidad), buscado por Elvis y 'pitado' por el asistente y por la grada, otorgó al equipo de Tapia la oportunidad de apuntillar un resultado que el central Fagoaga había abierto al poco de iniciarse la contienda, pero que Dani había igualado nada más volver del descanso.

No transmitió ayer el equipo granadino las sensaciones de otras tardes. Quizá fue por la tempranera amarilla a Torrecilla, que limitó mucho sus prestaciones, la baja forma mostrada por Aranda tras sus dos partidos de sanción (el malagueño se fue lesionado, de nuevo una dolencia muscular) o el hecho de haberle permitido al Cádiz crecerse tras abrir el marcador muy pronto. El caso es que el equipo de Tapia no mandó, especialmente tras el empate del Cádiz, viviéndose una primera media hora de la segunda mitad realmente mala por parte de los granadinos.

Los primeros puntos del partido fueron para Assemoassa, nueve. El bravo zaguero togolés recibió una 'tarascada' en una de sus cejas que necesitó de nueve puntos de sutura, pero aún así regresó al campo, embutida media cabeza en un aparatoso pero eficaz vendaje. En lo sucesivo, 'Ludo' no eludió ni un golpeó con la testa.

Lo siguiente que vieron los muchos espectadores presentes ayer en las gradas fue el gol del '74', que partió de la estrategia perfectamente ejecutada. Luque botó un 'gilicorner' junto a Juanlu, envió el cuero por bajo a la frontal y allí Fagoaga, libre de marca, acertó con el marco con un tiro fuerte y raso (14').

Los minutos siguientes al tanto arrojaron un par de lanzamientos más sobre el marco de Contreras, pero no tardó el Cádiz en hacerse con el control del cuero con la connivencia de los locales, que se sentían cómodos en pleno repliegue. Parri se encargaba de capitalizar el peligro de los gaditanos con la ayuda de Gustavo López por la izquierda. Ambos lo buscaron en dos ocasiones seguidas (25' y 27'), aunque no fue hasta la recta final del primer tiempo cuando el equipo de Calderón rozara realmente el empate. Fue gracias a un gran disparo de Miguel García tras recoger un rechace en la frontal. Jaime respondió a la perfección para desviar a córner (39').

La llegada del descanso fue una buena noticia para el '74', que antes del pitido gozó de dos faltas seguidas en buena posición, sin que sacaran fruto de ellas ni Luque primero ni Aranda después.

Calderón movió ficha en el descanso. Sentó a un desaparecido Enrique y no situó a nadie en la derecha, sabedor de que Assemoassa no es precisamente un gran 'subidor'. A cambio, pobló la zona de la media punta con la inclusión de Natalio, la última adquisición cadista, que llega de Primera. Eso hizo mejorar a los cadistas, que reaccionaron aún más gracias al tempranero empate conseguido por Dani. El sevillano aprovechó un envío lejano de falta que cruzó el área sin que nadie despejara, desviando el cuero para impedir la intervención de Jaime (47').

El tanto fue una losa para los rojillos y el Cádiz tomó definitivamente el mando. Los granadinos se inquietaron y a menudo cayeron en la precipitación. El equipo daba la sensación de estar partido, y sobre todo sin timón en la medular. Javi Guerra a menudo se alejaba de la zona donde crea peligro, sus compañeros no encontraban a Aranda, que daba la sensación de estar tocado físicamente, y tampoco Luque encontraba la fórmula exacta para revitalizar a los suyos.

Por fortuna, el Cádiz tampoco aprovechó su dominio para poner en demasiados apuros a Jaime, que siempre respondió a la perfección.

Juanlu tuvo el dos a uno en sus botas en el 64' tras un buen pase de Gibanel, pero su disparo fue malo. Pareció un mero espejismo. Respondió el Cádiz por mediación de Dani, que chutó fuera primero (65') y se encontró luego a Jaime tras cabecear un envío de Gustavo López (66').

Apareció el desaparecido Arandas para romperse del todo en una acción en la que pidió penalti. Tapia refrescó la vanguardia con Francisco y Elvis y los cambios sirvieron de mucho. Guerra pareció agradecerlos especialmente, y sobre todo el nigeriano dio un impulso fresco al ataque. Elvis justamente protagonizó una veloz contra que murió en la defensa, tras centrar desde el interior del área (79').

Pocos apostaban ya por la victoria cuando se produjo la jugada de la polémica para unos y de la tremenda alegría para otros. Gibanel disparó desde dentro del área y el cuero se estrelló en un defensa; el rechace le cayó a Elvis, que gambeteó ante Gonzalo Vicente, no vio hueco y, seguramente con algo de pillería, estrelló el cuero en la mano del zaguero, a bocajarro. La grada gritó ¡mano¡ y el asistente le hizo una seña a su jefe. Penalti. Luque es un seguro desde los once metros. Y gol. Y tres puntos, los mismos que separan, otra vez, al '74' de su sueño de oro. Estos tres, revestidos de fortuna, también valen.

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