Cuando toca, siempre responden
El talento, la solidaridad y el oficio afloran justo cuando más se necesita
El Granada ha tenido que jugar muchos partidos importantes esta temporada y prácticamente en todos ha dado la cara y los ha sacado adelante. Esa ha sido la clave de la permanencia, que ya sí que sí está a la vuelta de la esquina. La diferencia entre permanecer en Primera o descender a Segunda es casi siempre una línea imperceptible para equipos como el rojiblanco, un modesto, recién ascendido, imberbe en la altísima competición. Para los equipos que luchan por sobrevivir hay partidos que valen más de tres puntos y otros, como el de ayer, que van más allá y pueden significar el éxito o el desastre en sólo 90 minutos. El equipo rojiblanco encontró en Ighalo a su estilete decisivo, pero sería injusto sólo resaltar la figura del peculiar delantero nigeriano. Si tras el choque en el campo del Levante se escribía que al equipo de Abel Resino le había faltado alma para reponerse y buscar al menos el empate, de ayer hay que decir todo lo contrario: que cuando la cosa se puso un poco fea afloró el espíritu competitivo, que todos arrimaron el hombro y dieron la cara y que, por encima de todo, el paso de las jornadas le ha servido al equipo granadino para adquirir poso y veteranía. Los cambios introducidos por el entrenador con respecto a la cita anterior funcionaron, comenzando claro está por el de Ighalo, pero siguiendo por la aportación de David Cortés y por el trabajo abnegado y continuo de Jara y Benítez. Además, el Granada jugó con uno más durante todo el partido. El jugador 12, que ese nunca falla.
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