Análisis
Santiago Carbó
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Grecia se mueve por arenas movedizas con el anuncio del referéndum: según la Comisión Europea, en caso de que la población griega aprobase salir del euro, ello tendría como consecuencia legal inmediata el abandono de la Unión Europea (UE), a la cual el país mediterráneo se adhirió en 1981.
"El Tratado de Lisboa no prevé una salida de la zona euro sin un abandono también de la Unión Europea (UE). Eso es lo que dice el tratado. Esa es la situación actual", comentó una de las portavoces de la Comisión Europea.
La decisión del primer ministro griego, Giorgos Papandreu, de anunciar la convocatoria de un referéndum para diciembre próximo en el cual someterá a votación si quiere que el país siga o no en el euro, ha colocado a la eurozona en una situación todavía más complicada de lo que estaba, señala un editorial del periódico holandés De Volkskrant.
Si los griegos optaran por abandonar al resto de 16 socios de la moneda única tendrían también que despedirse de su pertenencia a la UE, opinan los expertos del servicio jurídico de la Comisión de los 27 socios. "Los acuerdos de la semana pasada tienen que ser respetados", subrayaba Karolina Kottova, una de las portavoces de la Comisión de los 27.
Si se analiza con lupa el complejo entramado jurídico del Tratado de Lisboa, la situación no será fácil para Grecia: quien desee formar parte de la eurozona tiene una serie de obligaciones ineludibles, entre ellas el respeto de las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) en materia de control de déficit y deuda públicas, pero sobre todo en relación a su pertenencia, en sentido estricto, a la Unión.
En el artículo 3 del Tratado se afirma: "La UE es una unión económica y monetaria cuya moneda es el euro". Ese artículo define además las tareas del Banco Central Europeo (BCE) y el funcionamiento del Eurogrupo, el órgano en el cual se sientan los ministros de Economía y Finanzas de los 17 socios de la moneda única.
No obstante, en ninguna parte se afirma que un socio pueda salir voluntariamente de la eurozona ni que pueda ser excluido a la fuerza.
No obstante, sí existen complejas fórmulas de ingeniería jurídica que fueron adoptadas en su momento para permitir que países como Reino Unido o Dinamarca puedan, mediante la formulación opt out, permanecer fuera del euro. El Tratado de Lisboa contempla en su artículo 50 la posibilidad de abandono voluntario de la UE (pero no de abandono de la moneda, sin tener que dejar al mismo tiempo la UE): "cada Estado miembro puede, en consonancia con las disposiciones constitucionales (nacionales) decidir su salida de la UE", reza el texto.
Ése es uno de los puntos clave que debate ahora los expertos en derecho comunitario: ¿Es posible aplicar una fórmula opt out a Grecia? ¿Podría Atenas permanecer un tiempo fuera del territorio del euro, hasta que arregle sus problemas en casa, para después volver? En estos momentos, en Bruselas hay más preguntas que certezas.
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