Controlar el flujo de turistas y el alza de los precios es el caballo de batalla en el barrio Patrimonio Mundial, que pugna por mantener una población que envejece poco a poco, o que huye ante la carestía de los alquileres. Mientras tanto, Haza Grande y El Fargue permanecen alejados, con sus propios problemas, de las vicisitudes de un Albaicín que se revuelve para seguir siendo la esencia, el pueblo dentro de la gran ciudad