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Ángel García Roldán | Videoartista
Ángel García Roldán (Córdoba, 1972) es un artista visual licenciado y doctor en Bellas Artes que para convertirse en videoartista completó su formación audiovisual en la prestigiosa Escuela Internacional de Cine y Tv de San Antonio de los Baños, La Habana (Cuba). Trabaja como profesor en la Universidad de Granada y su producción artística se ha mostrado desde 1999 en numerosas salas de arte privadas e institucionales tanto nacionales como en el extranjero: EEUU, Cuba, Brasil, Perú, Alemania, Francia, Bélgica, Irlanda, Israel o Siria.
-Estos días ha presentado Tractatus, en el espacio Secuencia de Inútiles, dentro del Festival Proyector en Madrid. ¿Qué supone estar allí?
-Estoy muy contento porque es uno de los eventos de videoarte de referencia en nuestro país y da cita artistas de gran proyección internacional. Además, Tractatus de allí pasará esta misma semana a Córdoba a través de Art Sur Festival de Arte Contemporáneo de La Victoria.
-¿Es un mundo que se mueve sólo en festivales o llega a cines o galerías?
-Bueno, hay muestras muy importantes y comisarios especializados en espacios muy diversos. El vídeo es un lenguaje en expansión.
-¿Cuáles son sus referentes en la materia?
-Son muchos porque hay muchos, pero sí destacaría algunos artistas que me parecen interesantes en el panorama del videoarte en relación a mi producción como Eve Sussman, Matthew Barney (que estuvo casado con Bjork) o Doug Aitken, entre otros. O Francis Alÿs, aunque en mi caso la narrativa no surge de una idea o guión previo, sino de la relación posterior con la narratividad de las imágenes; es un ejercicio de montaje.
-¿Qué le llevó a decantarte por la videocreación de todas las disciplinas de Bellas Artes?
-Nada especial. Yo empecé con la pintura y la instalación, pero me encuentro muy cómodo generando este tipo de trabajo: la fotografía y lo que hoy se llama videoarte.
-¿Cómo se llamaba antes?
-Museísticamente, en realidad, el videoarte empezó en los 60. Ahora somos muchos los que preferimos llamarlo narrativas audiovisuales, porque en realidad engloba a gente que trabaja el cine ensayo, la videoacción, la videodanza, la videoperformance...
-¿Cómo ha evolucionado desde aquellos años 60?
-Es un arte relativamente muy joven. Nació por las necesidades de la institución arte y la historia fundacional es la siguiente: Nam June Paik iba grabando desde un taxi al Papa en una visita a Nueva York, un vídeo que luego proyectó en un garito con una finalidad conceptual y estética. Ése es el mito, aunque realmente no fue así porque antes ya había gente que hacía esto, desde el cine de los años 50 a las propuestas del movimiento Dadá de los años 20. Lo que ocurrió en los 60 es que se pasa del celuloide al vídeo.
-Dice que engloba cosas muy distintas. ¿Podría definirse por su vocación estética? ¿Por su extensión?
-Es muy complejo. Digamos que el videoarte es una invención necesaria del sistema artístico. Es verdad que aquellos primeros videoartistas jugaban estéticamente, pero lo hacían desde un punto de vista crítico sobre el poder de la televisión. Luego se ha empapado de muchas cosas hasta llegar a los recientes mapping 3D. La frontera es difusa, porque hay cineastas que se ha pasado al trabajo experimental al igual que muchos videoartistas hacen auténticos largos.
-Por ejemplo, ¿David Linch hace videoarte?
-Él hace obras maestras del territorio cinematográfico que estarían más en el ensayo, aunque es una referencia para videoartistas.
-Como creador y como profesor universitario de la materia, ¿hay cultura cinematográfica hoy en día?
-Pues, a pesar de lo que podemos pensar, esa cultura es muy opaca. Se ve cine, sí, pero de poca calidad y con poco sentido crítico. Y la crítica se hace desde el conocimiento y la reflexión. Es fundamental la alfabetización audiovisual, porque estamos todo el día con el móvil. La gente cree que la realidad es lo que consumimos a través del vídeo.
-Y con la extensión que tiene lo audiovisual en la actualidad, ¿cree que se le dedica el espacio suficiente en las salas de arte?
-Pues cada vez más. Si nos vamos a provincias pequeñas el videoarte no tiene presencia, pero en determinados sectores y ambientes va creciendo. Paradójicamente, en el arte parece que todavía todo lo que tiene que ver con lo físico, como la escultura o la pintura, tiene más valor que lo inmaterial.
-¿Qué lugar ocupan las narrativas audiovisuales en los programas de nuestras universidades?
-La universidad sigue siendo muy matérica con los discursos audiovisuales. En los premios de la Universidad de Granada, por ejemplo, se meten en un mismo saco desde una pieza de arte hasta un documental o una serie de ficción y tienen que competir en una sola categoría.
-¿Estarían más cerca de Comunicación Audiovisual o de Bellas Artes?
-Desconozco si en Comunicación se hace algo de videoarte. Ésta es una de las paradojas del mundo académico: que no haya comunicación entre los programas de un campo que toca todas esas ramas; nuestros alumnos estudian el tema audiovisual de una forma y los otros de otra, y podía haber más sintonía.
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