Manuel Ruiz Ortega: "Si no siento lo que estoy viendo, no necesito pintarlo"

El artista jerezano, todo un referente que ha despertado el interés de investigadores, incluso para la elaboración de una tesis doctoral en vida, entra a formar parte de la última edición del DHAC (Diccionario de Historiadores de Arte Catalán y Balear)

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Manuel Ruiz Ortega.
Manuel Ruiz Ortega. / Manuel Aranda
Arantxa Cala

28 de septiembre 2024 - 07:00

Manuel Ruiz Ortega nació en La Barca de la Florida (entidad local autónoma de Jerez de la Frontera), en 1951. La particularidad de este artista se encuentra en la doble especialización en el ámbito artístico y académico. Un artista con una gran trayectoria, maestro de maestros, que ha despertado el interés de investigadores, e incluso para la elaboración de una tesis doctoral en vida, como la realizada por la pintora y dibujante Emilia Sánchez de Ibargüen:  'Manuel Ruiz Ortega. La enseñanza del dibujo como eje de su obra' (Universidad  de Sevilla, 2017). Es licenciado con Premio Extraordinario, doctor en Bellas Artes y catedrático de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona. Desde 2001, es académico correspondiente de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi. Desde 2011, es profesor emérito de la misma. Con esta Universidad ha colaborado como coordinador de estudios, miembro de las comisiones de contratación, vocal de la comisión de investigación, representante de la Facultad en la Comisión de Doctorado, miembro del Comité Organizador de la III Bienal  Europea de Facultades y Escuelas de Arte entre otros. En julio de 2024 entra a formar parte de la última edición del DHAC (Diccionario de Historiadores de Arte Catalán y Balear) en calidad de investigador, escritor y  académico. El próximo 3 de octubre, el Ayuntamiento de Jerez tiene prevista la inauguración de una exposición individual del autor en los Claustros del Santo Domingo.

¿Por qué el arte? ¿En qué momento llegó a su vida?

El arte nace en uno de forma natural, no es una elección consciente. Viene de la propia sensibilidad y de la necesidad de expresar de dentro hacia fuera. Además de ser un campo expresivo es una forma de comprender la vida, un lenguaje y una forma de mirar el mundo.

¿Cuáles han sido las bases en las que se ha ido fraguando su pintura a lo largo de las décadas?

–La base principal de mi pintura nace de la necesidad de expresarme a través de otro elemento que no es la palabra ni la escritura, sino la interpretación de la realidad mediante la pintura. La premisa de trabajar con luz natural es otra de las bases fundamentales de mi trabajo, si no siento lo que estoy viendo, no necesito pintarlo. Mi pintura es un viaje al instante detenido, a una hora indeterminada de una tarde cualquiera, la luz dorada que se posa en objetos comunes, anclados a cualquier memoria.

¿Ha desechado alguna de ellas, de esas bases, e incorporado otros criterios a lo largo de su carrera?

No, las he complementado con mi trayectoria docente, mi historia de vida y mi curiosidad como pintor.

¿Qué es la pintura hoy respecto a lo que era antes?

El artista es hijo del pasado. De sus referencias, impresiones, sensibilidades y despertares. De su motor creativo y su propio sentimiento. La pintura como tal, la de verdad, no esos experimentos mas cercanos a la artesanía y el hiperrealismo fotográfico, sigue siendo lo mismo. Una vía de escape, otra realidad, un desahogo y un mundo ajeno a la prisa y al efectismo planeado del especulador que se dice artista, y que crea en base a fórmulas y juegos de impacto. Mi pintura es consecuencia de la evolución de toda una vida de experiencias, vivencias y sentimiento.

¿Qué espera de ella? ¿O qué ha esperado de la pintura en todo este tiempo?

No espero nada. La pintura está por encima de uno, es un desahogo y una necesidad que te arrasa el propio sentimiento. La pintura solo tiene como material el presente, la realidad, el momento justo. Hay que entregarse, se disfruta y se sufre a partes iguales.

¿Qué cambiaría de su carrera profesional o conservaría si echa la vista atrás?

No cambiaría nada, respeto mi evolución ya que ha sido marcada por el propio sentimiento. Cada etapa de mi pintura tiene sentido con la anterior porque forman parte del mismo universo.

Usted ha entrado a formar parte de la última edición del DHAC (Diccionario de Historiadores de Arte Ctalán y Balear) en calidad de investigador, escritor y académico. ¿Qué le parece? ¿Cómo se ha sentido?

Pues un honor y un agradecimiento muy parecido al que sentí con la tesis doctoral sobre qué ha aportado mi obra pictórica a la enseñanza. El Diccionario es consecuencia directa de todos los trabajos de investigación que tuve que realizar para mi tesis doctoral y, sobre todo, las diferentes exposiciones que realicé de temas de investigación sobre cómo se había perdido en la enseñanza la visión del pintor sobre la propia enseñanza. Yo he sentido siempre que la lectura que hace un historiador es muy diferente a la que hace un pintor, porque este último conoce las técnicas, los oficios y las maneras de trabajar, algo que han sabido ver en Cataluña. Y la suerte de tener a Mari Paz Barbero a mi lado, que como restauradora hemos podido intercambiar gran parte de lo que el historiador necesita.

¿Qué proyectos tiene ahora a la vista?

Pues seguir pintando, comprendiendo, y continuar en diálogo con la naturaleza. Mi amigo Gaya escribió lo siguiente: “Hoy no se cultiva la novela, sino lo novelesco; no la poesía sino lo poético; no la pintura sino lo pictórico. ¿Cuándo nos decidiremos a escribir un novelón como Dios manda, un poema como debe ser o un cuadro como nos habían enseñado?”.Próximamente voy a exponer una retrospectiva de mi obra en los Claustros de Santo Domingo de Jerez, que se inaugurará el próximo 3 de octubre, y que se podrá visitar hasta el 19 del mismo mes. La exposición se llama ‘Del Natural, pintura sin artificios’, y la curaduría de la exposición la lleva mi hija, Claudia Ruiz Caro, fotógrafa.

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