Pedro Sánchez diseña un Gobierno de peso político y sin concesiones

Nombramientos de Pedro Sánchez

La elección de María Jesús Montero como ministra de Hacienda facilitará las relaciones con el Gobierno de Susana Díaz

Carmen Calvo, María Jesús Montero, José Luis Ábalos, Teresa Ribera, Josep Borrell, Meritxell Batet, Nadia Calviño y Rafael Bengoa.
Juan Manuel Marqués Perales

05 de junio 2018 - 11:13

Pedro Sánchez está a punto de finalizar la confección de un Gobierno de claro peso político, sin las excentricidades a las que acostumbraba Zapatero y sin concesiones a otros sectores del PSOE. A simple vista, no hay más componendas que las propias de encajar 15 nombres de solvencia en sendos departamentos y que el reparto sea paritario. La elección de la andaluza María Jesús Montero (Sevilla, 1966) como nueva ministra de Hacienda, sin ser fruto de una concesión a la presidenta Susana Díaz, sí aliviará las malas relaciones que se podían prever entre el Gobierno central y la Junta.

Montero ha sido una de las consejeras más políticas de Díaz, aunque provenía de los gobiernos de Manuel Chaves y de José Antonio Griñán. Sin ser una susanista declarada -tampoco pedrista-, la ex consejera de Hacienda servirá para tender puentes entre dos administraciones que conoce muy bien. Sus ideas sobre la financiación de las autonomías beneficiarán a Andalucía y al resto de comunidades de llevarse a cabo, aunque su primer reto es aprobar los Presupuesto de 2019.

Además de Montero, el gobierno socialista contará con otra andaluza, la cordobesa Carmen Calvo, de 62 años, que será la única vicepresidenta y ocupará también la cartera de Igualdad. Calvo fue consejera de la Junta con Manuel Chaves y ministra con Zapatero, con las competencias en ambos de Cultura.

Su conocimiento en Derecho Constitucional -es profesora de la materia- hizo que Pedro Sánchez le encargase la negociación de la aplicación del artículo 155 con el PP. Mujer de carácter y mando, salió del Gobierno de Zapatero tras mantener malas relaciones con la ministra Magdalena Álvarez y con el propio presidente.

Faltan por conocer cinco titulares de ministerios; entre éstos, los de Defesa, Educación, Cultura, Interior y Justicia, y de la estructura que tendrán dentro del Gobierno. Está previsto que todos los nombramientos se publiquen este miércoles 6 de junio en el BOE.

Uno de los ministros que contiene más mensajes es José Borrell, un enunciado para tranquilizar a Bruselas y marcar distancias con los independentistas catalanes. Borrell (Lérida, 1947) será el ministro de Asuntos Exteriores. Con bastante experiencia en Europa -ha presidido el Parlamento Europeo y dirigió la Escuela de Europa de Florencia- se ha destacado en los últimos cinco años por desmontar las tesis fiscales de los independentistas catalanes. Ha sido el autor de varios libros sobre la financiación de Cataluña y participó en las dos grandes manifestaciones de la Sociedad Civil en Barcelona que rompieron con la espiral de silencio de los nacionalistas.

Borrell fue ministro con Felipe González, y llegó a ser candidato a la Presidencia gracias a unas primarias que ganó a Joaquín Almunia. Un problema de corrupción de antiguos colaboradores en la delegación de Hacienda en Barcelona le hizo dimitir de ese puesto.

El otro Ministerio de gran calado internacional, al menos europeo, es el de Economía y, para ello, Sánchez ha recurrido a una 'eurócrata': Nadia Calviño (La Coruña, 1968). Esta economista ha sido, hasta el día de ayer, la directora general de Presupuestos de la Comisión Europea, una persona de sobras conocida en Bruselas y enmarcada en la más pura ortodoxia fiscal. Antes, había sido subdirectora de Presupuestos y fue directora general con el ministro Pedro Solbes en tiempos de Zapatero.

Nadia Calviño es la hija de quien fuese presidente de la RTVA en los primeros gobiernos de Felipe González.

José Luis Ábalos (Torrent, 1959) será el ministro de Fomento y portavoz del Gobierno. El valenciano es la mano derecha de Sánchez en el PSOE. Su papel es similar al de José Blanco, que fue ministro de Fomento, a la vez que vicesecretario de Organización del PSOE. No deja, por tanto, su poder en el partido, aunque en el Congreso dará paso a otros nombres. La diputada Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE, será la nueva portavoz en el Congreso, ya que se da por hecho que la actual, Margarita Robles, será ministra de Interior o de Justicia, aunque su destino no está confirmado.

Meritxel Batet (Barcelona, 1973) será ministra de Administraciones Públicas, con lo que esta catalana será quien negocie con la Generalitat y el Gobierno vasco los asuntos territoriales más complicados. Batet se convierte, así, en otro de los pesos políticos del Ejecutivo. Su condición de catalana y de militante del PSC hacen de ella el eslabón con el que Sánchez está llamado a reestablecer el autobierno de Cataluña.

Teresa Ribera (Madrid, 1969) será la ministra de Medio Ambiente. Experta en esta última materia, asumirá también las competencias de Energía y, con ello, Pedro Sánchez otorga más importancia a la cuestión medioambiental, como ya había anunciado en su discurso de la moción de censura. El Ministerio puede llamarse de Medio Ambiente y Transición Energética o de Transición Ecológica, lo que ya sería una declaración de intenciones hacia un giro demandado desde la izquierda.

No obstante, Ribera no cuenta con buen cartel entre los grupos ecologistas, ya que avaló con su firma la declaración de impacto ambiental de la plataforma gasística Castor, que hubo de clausurarse por provocar temblores en el litoral castellonense. Ribera era la directora general de Cambio Climático en el último Gobierno de Zapatero.

La valenciana Carmen Montón (Burjassot, 1969), actual consejera de Salud en la comunidad valenciana, será finalmente la ministra de Sanidad, después de el vasco Rafael Bengoa haya rechazado el ofrecimiento de Sánchez. Montón formó parte de la primera ejecutiva del hoy presidente del Gobierno, y en Valencia ha desprivatizado el hospital de Alzira, que fue el experimento de Eduardo Zaplana.

Con este presidente del PP, una empresa privada se hizo cargo del hospital público y de toda la gestión sanitaria del distrito. Finalmente, la operación ha sido un fracaso en lo económico.

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