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El tacticismo, la política española ha caído este domingo 3 de noviembre hundida en el barro del tacticismo. Cinco días después de la terrible riada de Valencia, cuando aún hay decenas de cadáveres perdidos en los aparcamientos subterráneos, cuando la ayuda no ha terminado de llegar a las zonas cero de las poblaciones del entorno de Valencia, aún se estaba jugando una sonrojante partida de ajedrez entre el Gobierno de Pedro Sánchez y la Generalitat de Carlos Mazón, entre el PSOE y el PP, entre los partidarios de declarar el estado de emergencia desde Madrid o desde Valencia. Hasta el estallido de Paiporta, toda una hora durante la cual Felipe VI ha intentado apaciguar la indignación de los vecinos bajo una lluvia de barro, piedras, palos e insultos. Solo.
Ha sido una hora angustiosa. A pesar del peligro y de que la comitiva oficial se había disuelto, el Rey, el jefe del Estado, ha permanecido en la callle, envuelto en un enjambre de policías, guardias civiles y personal de seguridad que a duras penas podía protegerlo de una indignación popular que ha encontrado este domingo una válvula de presión nunca vista en España. Ni en los años más graves del País Vasco, cuando su padre, Juan Carlos I, soportó un abucheo en la Casa de Juntas de Guernica, ni en Cataluña, habíamos visto al Rey de España en peligro real.
Hasta este momento hay 216 muertos en Valencia, se trata de la catástrofe más grave que ha vivido España, la segunda inundación más mortífera que ha sufrido la Unión Europea y aún hay decenas de cadáveres en los subterráneos. Pero el Gobierno de Pedro Sánchez aún jugaba al tacticismo, a ver quién ganaba esta partida, si él o Alberto Núñez Feijóo, el líder del PP. "Si quieren más ayuda, que la pidan". Terribles palabras de Pedro Sánchez, aunque peor fue la respuesta de Mazón: siete ministros y el Jemad, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa. La moral del pragmatismo se había impuesto, lo importante no era la verdad o la mentira, la ineficacia o el acierto, sino quién ganaba la partida para, poco después, pasar a la siguiente pantalla.
La política encierra a sus protagonistas en una burbuja, donde los dirigentes españoles han vivido aislados hasta este estallido de Paiporta que traerá graves consecuencias sobre el sistema de partidos. Es todo un cisne negro, un hecho que lo altera todo, es imposible prever las consecuencias, aunque Felipe VI ha salvado su institución. La Reina, con gotas de barro en la cara, lloraba, Pedro Sánchez había sido evacuado, Mazón se salía de foco.
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