Antonio Moral: "Por el precio de un gin-tonic uno puede ir a escuchar un concierto o ver un ballet"
Antonio Moral, director del Festival de Música y Danza
El director del Festival de Música y Danza hace un repaso de las cuatro ediciones que ha afrontado como responsable de la cita y detalla las novedades de esta última
Programa completo de 2023
Granada Hoy/Antonio Moral llegó al Festival de Música y Danza en enero de 2020 sin imaginar lo que el mundo tendría que afrontar ese año. Después de los tiempos más duros de la pandemia, el arranque de esa edición con un réquiem en la Catedral resultó salvífico para el mundo de la cultura, que vislumbró gracias al esfuerzo del nuevo director la vuelta a una nueva o al menos una cierta normalidad. Superado ya ese periodo, encara ahora el inicio de su cuarta edición al frente de la cita, que ha arrancado este viernes con el primero de los conciertos extraordinarios con Lucas Macías al frente de la OCG en un concierto vocal que contará con la colaboración de Clara Montes y cuyos beneficios estará destinados a la Fundación Reina Sofía.
-Una de las principales novedades de este año ha sido la salida del Festival de Música y Danza de la provincia de Granada. ¿Cómo surgió esta posibilidad?
-Era algo que estábamos buscando desde el año pasado el año, cuando intentamos ir a Almería. Finalmente la propuesta no salió porque las instituciones, la una por la otra, la Diputación por el Ayuntamiento y el Ayuntamiento por la Diputación -y después de estar hablando con ellas casi un mes- no llegaron a un acuerdo y no pudimos hacer el concierto. Este año hablamos con el Ayuntamiento de Jaén y como el Festival tenía mucho interés y la Fundación Unicaja también porque tiene una implantación importante en esta provincia, ya sí fue posible. La verdad es que la gente se ha volcado. Creo que está muy bien que el Festival salga, al menos a estas dos provincias porque desafortunadamente no tienen orquesta y no tienen un nivel musical como pueda tener Granada, Sevilla o Málaga.
-¿Jaén y Almería serán las dos provincias hermanas a las que el Festival también llegará en años futuros?
-Sí, no tiene sentido que vayamos a otros sitios porque Málaga tiene su propia actividad y Sevilla también. Yo entiendo que en Andalucía oriental las dos provincias más perjudicadas, por así decirlo, son estas dos. Y en Andalucía occidental, Huelva y Cádiz, pero creo que ahí las competencia son sevillanas.
-Otra de las principales novedades de esta edición han sido los nuevos sistemas de abonos para la venta de entradas.
-Sí, y hemos tenido muy buena respuesta porque hemos vendido casi 300. Este sistema es interesante sobre todo para que la gente de Granada pueda comprar el abono a la carta prioritariamente y así hacerse su propia selección. Y el abono fin de semana viene muy bien a la gente de fuera, que puede organizarse con tiempo suficiente y sabe que ya tiene garantizadas las entradas. Es una novedad aquí en Granada pero no fuera, todos los festivales del mundo lo tienen porque es una buena fórmula para que la gente se pueda garantizar las entradas. El día en el que salen todas las a la venta se produce un tapón muy importante, incluso puede llegar a colapsar el sistema. Además de descuentos, así se van disponiendo diferentes tiempos para la compra, porque los abonados pueden hacerlo 15 días antes y luego todo el mundo quiere comprar los mismos. Además, el año que viene los que se ya se hayan abonado tendrán prioridad para renovarlos.
-A parte de Bob Dylan, ¿cuáles han sido esos superventas de este año que todo el mundo quería?
-Bob Dylan fue un éxito inmediato porque las entradas tardaron en agotarse 32 minutos. Ha sido la ciudad donde menos han durado. Para nosotros fue una sorpresa que se vendiesen tan pronto porque, de hecho, queríamos haber reservado algunas y no lo pudimos hacerlo porque ya estaban bloqueadas la compra. Además de Dylan, la ópera Turandot está agotada, como la Scala. También la pasión según San Juan de Tom Koopman y el recital del pianista Víkungur Ólafsoon en el Patio de los Mármoles. Y de otros quedan las últimas entradas, como los conciertos inaugurales o el de Tom Koopman en el Patio de los Mármoles y el de la Orquesta de los Campos Elíseos con Philippe Herreweghe... Hay como seis o siete prácticamente agotados pero todavía quedan entradas para todo tipo espectáculos como los ballets, los conciertos del Carlo V y en espacios como el Hospital Real o el Patio de los Arrayanes.
-Lo de los conciertos previos se hizo por primera vez con el Réquiem y este año también se ha vuelto a programar con el de la OCG del 9 de junio y el de Dylan del martes 13, aunque el Festival arranca el miércoles 21 con El retablo de maese Pedro. ¿También es una propuesta que llegó para quedarse?
-Depende un poco de la coyuntura. En el caso del Réquiem de Mozart no podíamos plantear antes todo el Festival por la desescalada de la pandemia. Yo lo había planificado a partir del día 9 de julio, que es cuando terminaba el programa inicialmente previsto por Pablo Heras Casado, pero tuvimos la suerte de poder hacer ese antes. Este año Bob Dylan solo podía venir esa semana dentro de su gira por España. Luego surgió el concierto a beneficio de la Fundación Reina Sofía para los afectados por los terremotos de Turquía y Siria porque ella, por su agenda, solo podía venir a Granada el día 9 y tenía mucho interés. Los tuvimos que programar como conciertos extraordinarios, pero está muy bien tenerlos así como anticipo, una especie de aperitivo. El año que viene tengo planteado un preludio del Festival.
-Aquel primer año al frente del Festival y con las circunstancias de la pandemia sería como afrontar un cataclismo.
-Fue un cataclismo total porque era algo que no esperábamos ni yo ni nadie. Tuve la mala suerte de llegar aquí con un festival nuevo, una programación que no era mía, un equipo nuevo y, de repente, esa situación que obligó a modificar todo. Pero bueno, salió muy bien: hicimos todos los espectáculos y no hubo ningún contagio. Tuvimos la gran suerte de poder traer a los ocho mejores solistas del mundo. Probablemente nunca se volverá a repetir esa circunstancia porque no siempre todos van a estar libres en el momento en que tú quieres y en ese momento estaban todos en sus casas sin nada que hacer. Yo este año he intentado traer a un pianista que no tiene un hueco libre en todo el periodo del Festival, que es temporada alta. Fue más difícil la edición de 2021 que la del 2020. Tuvimos varias cancelaciones: no pudo venir el Ballet de Hamburgo, que viene este año. Tampoco pudo venir la Orquesta Philharmonía porque no pudo salir de Londres ni pudimos contar con una serie de solistas, que tampoco pudieron viajar por diferentes motivos. Entonces cada país tenía unas normas y una legislación diferente. Eso ocurría incluso entre las distintas regiones y ciudades españolas. Tuvimos un lío tremendo.
-Este año el factor incertidumbre parece que recae en el tiempo. ¿Hay Plan B para todos los conciertos?
-Siempre hay otro plan. Todos los conciertos del Carlos V o del Patio de los Arrayanes se hacen en el Auditorio Manuel de Falla. Y los conciertos que se hacen, por ejemplo, en el Patio de los Mármoles del Hospital Real si llueve se hacen dentro del Crucero. Los del Patio del Ayuntamiento de Granada pasan al Centro Lorca. Los únicos espectáculos obligados a suspenderse si llueve son los de ballet, porque no nos da tiempo a montarlos en otro sitio.
-La Universidad de Granada en sus últimos espectáculos, como la zarzuela que regresa en la programa de extensión del Festival, ha introducido alguna modificación en el sistema de retirada entradas gratuitas: para evitar las sillas vacías mientras que hay espectadores que se quedan fuera, se tiene que guardar cola antes del espectáculo y no se pueden reservar previamente por internet. Un sistema al que han regresado otras instituciones. ¿Va a introducir el FEX alguna novedad en ese sentido?
-A nosotros eso nos afecta sólo en los espectáculos en espacios cerrados, como el Patio del Ayuntamiento, el Museo Arqueológico o las iglesias, porque a los que se hacen en la calle la gente asiste a ellos y ya está. Este año lo que hemos hecho es que se pueden reservar el día de antes a través de la página web. Tú te aseguras tus dos entradas y se evitan las colas. Lo único es que al hacerlos a través del sistema de reserva, la empresa cobra por una comisión de 1,5 euros por la emisión. Creemos que es lo más democrático y lo más universal y así se evita que la gente reserve con mucho tiempo y luego no pueda ir. Lo que no queremos tampoco es que haya 50 personas pasen que dos horas haciendo cola en la puerta y luego no puedan entrar, que es lo que ha pasado siempre. Además todas las reservas que no se hayan retirado cinco minutos antes del inicio se dan a los espectadores que vayan allí y no tengan.
-El Festival también ha hecho un esfuerzo para acercase a los más jóvenes.
-En eso me gustaría mucho insistir. A parte de todos los conciertos gratuitos que hay en el FEX, tenemos un paquete de entradas para jóvenes en todos los conciertos en las zonas C y D con el 50% de descuento que no se terminan comprando y utilizando. Y es una pena, porque por el precio de un gin-tonic uno puede ir a escuchar un concierto o ver un ballet. Hay conciertos de diez euros a los que se puede asistir por cinco. Y también lo pueden usar los mayores de 65, que son los que lo aprovechan más. Vamos a tener que hacer un eslogan que diga: "Acércate al Festival por menos de lo que cuesta un gin-tonic".
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