La joven Mahler Orquesta abre el Festival, con la 'Quinta' de Bruckner, recuperando uno de los pilares fundamentales del certamen

Previa

Krill Petrenko se pone a las órdenes de la orquesta para subir el telón de esta edición, cuando se cumplen dos siglos del nacimiento del austriaco

Más allá de la Filarmónica de Viena, este año pasarán por la programación del Festival distintas formaciones que ofrecerán un ciclo rico y variado

Esta edición supone, además, la despedida de Antonio Moral

La joven Mahler Orquesta abre el Festival, con la 'Quinta' de Bruckner, recuperando uno de los pilares fundamentales del certamen
La joven Mahler Orquesta abre el Festival, con la 'Quinta' de Bruckner, recuperando uno de los pilares fundamentales del certamen

La Gustav Mahler Jugendorchester, bajo la dirección de Krill Petrenko, abre esta noche la 73 edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, con la Sinfonía núm. 5 en si bemol mayor, de Anton Bruckner, una de las cuatro que se interpretará este año con motivo del 200 aniversario del nacimiento del compositor austriaco. Inicia el ciclo sinfónico-coral con en la despedida del director del certamen, Antonio Moral, quien puede considerarse uno de los más robustos e interesantes de la historia de la más importante y longeva oferta cultural de Granada.

Porque no se trata sólo de que acuda, al fin, -lo hará también en Oviedo- la Filarmónica de Viena, sino que comparecerán españolas como la Orquesta Nacional y su Coro, con la Missa Solemnis, de Beethoven; la de RTVE, la Sinfónica de Castilla-León y la Orquesta Ciudad de Granada, a la que se unen conjuntos de la solvencia de la de París, la del Capitole de Toulouse y especial interés tendrá la Orquesta de la Suisse Romande, que estuvo tan vinculada a los estrenos de Manuel de Falla, con el mítico André Ansermet. El barroquismo de Les Concert des Nations, de Jordi Savall. Completa un ciclo rico y variado, en programación, directores y solistas.

El recuerdo a Bruckner era obligado. En su Quinta sinfonía engrana parte de lo que se ha llamado "fe de carbonero" en los esquemas más fundamentales del sinfonismo, que sin aportar grandes novedades, encierra dosis de espiritualidad trascendida. Si la Novena, incompleta, es su testamento más lúcido, en la Quinta consigue su acento más personal, más fervoroso quizá, grandioso a veces, aunque comience con un místico recogimiento. En la cuatro sinfonías programadas el público podrá acercarse a la evolución de un autor que aunque fuese influido por Wagner, encontró su propia fórmula de expresar sus sentimientos. Barenboim nos ha dejado en la memoria del Festival el mensaje de sus nueve sinfonías.

Historia de un culto

El Ciclo Sinfónico-Coral, lo he señalado, desde mi incorporación periodística en 1958, como pilar básico de estas convocatorias internacionales, en el que hemos podido disfrutar de las mejores orquestas europeas y españolas. Entre ellas la Orquesta Nacional de España, básica en los comienzos y en el transcurso de estas sesiones, bajo las batutas de Argenta y Frücbeck, quién dirigió en San Jerónimo, en 1962, la primera versión de Atlántida y en 1970 estrenó en España, en el festival granadino, la Octava Sinfonía, de Mahler, reuniendo entre orquesta y coros a más de quinientos músicos. No olvidaremos a la de Radio Televisión, las procedentes de diversas regiones y, naturalmente, la Orquesta Ciudad de Granada, fundamental en el programa, en un auténtico culto al sinfonismo europeo.

Orquesta y Coro Nacionales de España con David Afkham - Carlos V - 2022
Orquesta y Coro Nacionales de España con David Afkham - Carlos V - 2022

Cuando hablamos de este tema, forzosamente tendemos que referirnos a momentos inolvidables, para al público y para el crítico. En el capítulo dedicado a este apartado, en el 70 aniversario del Festival, bajo el título Universo sinfónicoUniverso sinfónico recordaba las impresiones que transmitía el día siguiente a los lectores. Estaban, entre tantas otras, los impactos musicales provocados por orquestas, coros y directores, en la variedad de programas y ofertas. Porque, en verdad, la historia del festival ha sido un culto al sinfonismo europeo, recreado en esta edición. Un culto por los mejores conjuntos del continente, en los que hay que recordar no sólo a la Filarmónica de Berlín, con Herbert von Karajan, en 1973, sino a las grandes orquestas británicas, francesas –la de París y la del Capitolio de Toulousse son visitantes habituales-, alemanas, italianas, como la del Teatro de la Scala, de Milán; rusas, entre ellas la entonces llamada de Leningrado que en 1982, con un magistral anti-mito, Yevgeni Mrawinsky, sentado en el pódium por su avanzada edad, nos ofreció una memorable versión de la Quinta Sinfonía, de Chaikowsy.

El crítico pudo trasladar a sus lectores estas impresiones que son la entraña de la historia del festival. Como fueron otras recreaciones sinfónicas, entre ellas las ofrecidas por la Concertgebouw de Amsterdam que bajo la dirección de Bernard Haiting, iluminó el mundo de Mahler. Y ese europeísmo elevado nos trajo la Filarmónica Checa y el Coro de la Filarmónica de Praga, con el emocionante intimismo del Stabat Mater de Dvorak. Los checos tuvieron el detalle de enviarme al periódico la grabación de la obra por ellos ejecutada que conservo como uno de los recuerdos más intensos vividos por el crítico en estas jornadas.

Culto al europeísmo a lo largo de la historia de la que he sido testigo, con programas conocidos, pero también con ofertas no habituales, como la Sinfonía Turangalila, de Olivier Messiaen (para gran orquesta, ondas Martenor y piano solo) y estrenos de los mejores compositores actuales, extranjeros y españoles, entre los que destacó el colosal Réquiem del granadino José García Román, considerada por muchos críticos, entre los que me encuentro, como la obra más importante sinfónico-coral escrita después de Falla, a la altura de los grandes Réquiems escuchados de la historia de la música.

Europeísmo, enriquecido en contadas ocasiones, con aportaciones de otros continentes. Particularmente intensa fue la actuación de la Sinfónica Simón Bolívar, de la juventud venezolana, dirigida por Gustavo Dudamel, en una encendida versión de La consagración de la primavera de Strawinski.

Gustav Mahler
Gustav Mahler

Y junto a los españoles y granadinos –Gómez Martínez y Heras Casado- los grandes nombres de directores como Mehta, Eschenbach –unidos el mismo año en homnaje a Mahler- Celibidache, Solti, Barenboin y un largo etcétera que se completa este año con importantes valores actuales, además de Petrenko, en la sesión inaugural y Lorenzo Viotti, dirigiendo a la Filarmónica de Viena, el siempre admirado Eschenbach, el joven filandés Talmo Peltokoski, Klaus Mäkelä, Charles Dutoit o David Afkham.

En fin, me he detenido en este capítulo por ser, a mi parecer, la base de esta triunfal despedida de Antonio Moral, aunque en el amplio programa hay infinidad de ofertas de solistas prestigiosos –hay que subrayar la interpretación de las 12 sonatas para piano de Schubert-, danza en plenitud, música de cámara, flamenco que se irán desgranando a lo largo de estas ediciones. En este preámbulo sólo he pretendido recordar algo que ha sido base medular del festival, que el todavía director ha sabido acertadamente recuperar en toda su brillantez y que esperamos que quién le suceda tenga en cuenta esta premisa por la que hemos luchado con insistencia, no siempre reconocida. Otros compañeros tomarán el timón de contarles el día a día del fin –que no dudé de calificarla de triunfal de una etapa.

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