Mäkelä triunfa junto a la OCG en el Festival
Crítica del Festival de Música y Danza de Granada
Una OCG rica en sonoridades y un director preciso pusieron en los atriles un programa complejo y ofrecieron una gran velada musical
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Programa: Jörg Widmann, Con brio; Béla Bartók, Divertimento Sz. 113; Ludwig van Beethoven, Sinfonía núm. 7 en la mayor op. 92. Orquesta Ciudad de Granada. Director: Klaus Mäkelä. Fecha y lugar: Palacio de Carlos V, 25 de junio de 2021.
El Festival Internacional de Música y Danza ha invitado a Klaus Mäkelä como director residente en la edición de este año. Esta promesa emergente de la dirección lleva tras de sí una breve pero exitosa carrera que lo configuran como uno de los nombres propios en el panorama europeo. Para su segunda aparición en el Festival contó con la Orquesta Ciudad de Granada, con la que ha declarado sentirse cómodo al haber encontrado una formación dúctil y dinámica. Juntos prepararon un programa con nombres aparentemente tan lejanos unos de otros como Jörg Widmann, Béla Bartók y Ludwig van Beethoven.
El programa se abrió con una obra del compositor Jörg Widmann, clarinetista, director y compositor alemán enmarcado dentro de una línea estilística ecléctica, con sonoridades enraizadas en la tradición pero tratadas desde la óptica del lenguaje contemporáneo. En Con brio el autor realiza un guiño a Beethoven, ya que la obra fue concebida como una obertura para las séptima y octava sinfonías del maestro de Bonn. En ella algunas células motívicas de las sinfonías beethovenianas sirven al autor como elemento generador de todo el material sonoro, deconstruido en melodías de timbres y organizadas por bloques sonoros. Una OCG rica en sonoridades y un director preciso pusieron en atriles esta compleja obra, preludio de lo que sería una gran velada musical.
La segunda pieza del programa, el Divertimento para cuerdas de Béla Bartók, tiene múltiples referencias a la literatura y el folklore de su país. El Allegro non troppo inicial, de carácter pastoril, contiene reminiscencias de melodías populares, mientras que en el último movimiento encontramos referencias inequívocas a la literatura de los verbunkos y las danzas populares rumanas. Esta bella página para cuerdas contiene un rico juego de alternancia entre solistas y tutti, perfectamente delineado por el director. Con gesto amplio y claro, Klaus Mäkelä demostró una comprensión preclara de la dialéctica de Bartók en la articulación del discurso de cuerdas de la OCG, bien empastadas y equilibradas. Hay que destacar la labor de los solistas de cada sección, particularmente violines y chelos, que por momentos tienen bellos pasajes solistas. Así mismo, la delicadeza de los pasajes en pianissimo, como el inicio del segundo movimiento, o el brío del fugado final elevaron a la categoría de sublime la interpretación.
La Sinfonía núm. 7 en la mayor op. 92 de Ludwig van Beethoven cerró la velada. Klaus Mäkelä desarrolló un magnífico trabajo tímbrico al frente de la OCG, concibiendo unos tempi bien entendidos que dieron dinamismo a su interpretación. Su elegante dirección, caracterizada por sus brazos abiertos, gesto preciso y batuta larga, captó desde el primer momento la atención del público, haciendo evidente la buena sintonía existente entre director y orquesta. Atacó con gran acierto el Sostenuto-Vivace inicial, dentro de una intencionalidad vívida y alegre. El segundo movimiento, el Allegretto en La menor contenido y doliente, estuvo muy ajustada en tempo y carácter, con un estupendo balance entre planos sonoros. Tras el Presto, en el que destacó la magnífica labor de la sección de vientos en el trío central, Klaus Mäkelä culminó con un enérgico y resuelto Allegro con brio en el que definió un crescendo emocional bien llevado, concluyendo con un aire triunfal y optimista esta monumental sinfonía. Fue una magnífica versión de la Séptima de Beethoven, una página bien conocida por el público y muy exigente en lo que a su interpretación se refiere; su acertada dirección y el bello sonido de la formación granadina se ganaron una prolongada ovación del público, puesto en pie, en una agradable noche y en el marco incomparable del Palacio de Carlos V.
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