Virtuosismo en estado puro
Crítica del Festival de Música y Danza de Granada
73 Festival de Música y Danza de Granada. Programa: Béla Bartók, Rapsodia Sz 26 op. 1; Franz Liszt, Estudio de ejecución trascendental núm. 12 “Chasse Neige” y “Vallée d’Obermann S160/6” de Années de pèlerinage: Premier anée “Suisse”; Serguéi Rajmáninov, Sonata para piano núm. 1 en re menor op. 28. Alexandre Kantorow (piano). Lugar y fecha: Patio de los Arrayanes, 08 de julio de 2024.
El pianista Alexandre Kantorow visita el Festival de Granada como parte de su periplo europeo durante la temporada de festivales estivales. El ganador del Concurso Internacional Chaikovski en 2019 ha añadido recientemente a su palmarés el Gilmore Artist Award, siendo el artista más joven que ha recibido dicho galardón. Con esta tarjeta de presentación, las expectativas creadas ante su recital eran elevadas, a lo que contribuyó también el programa escogido, con algunas de las obras más complejas y virtuosísticas del repertorio.
Se podría decir que Alexandre Kantorow es un buen exponente de la nueva generación de pianistas de élite que ha aparecido en nuestro siglo: artistas que no se conforman con la excelencia técnica y la exhibición de sus habilidades, sino que van más allá, al estudiar a los grandes autores e intérpretes de la literatura pianística para asimilar todo aquello que pueda hacerles únicos e inigualables. Verdaderamente, el recital ofrecido la pasada noche en el Patio de los Arrayanes de la Alhambra fue una clara muestra de ello, pues en el cautivó al auditorio desplegando su gran capacidad ante el teclado. La maestría técnica demostrada, pese a su juventud, y la enorme clarividencia interpretativa frente a algunas de las páginas más densas y complejas de todos los tiempos hacen de Kantorow un meta-artista, del que nos queda todavía mucho que descubrir.
El concierto, que interpretó de memoria y sin descanso, se distribuyó en dos partes. La primera estaba dedicada a la música para piano de dos autores húngaros bien conocidos. Primeramente, interpretó la Rapsodia Sz 26 op. 1 de Béla Bartók, una pieza de juventud que hunde sus raíces en el romanticismo pleno, y que toma como referente en el tiempo a Franz Liszt, segundo autor del programa. Desde las primeras notas, en las que ya se intuye la densidad y complejidad semántica de la partitura, Kantorow demostró un completo dominio del lenguaje pianístico. Cada nota tuvo su peso justo, las texturas fueron definidas orgánicamente a partir de la adición progresiva de motivos melódicos y pasajes armónicos, y las múltiples agilidades y melodías paralelas evolucionaron hasta su clímax expresivo con total coherencia. Conseguir algo así en una partitura como esta se consideraría un coup de force para cualquier pianista; sin embargo, en el caso de Alexandre Kantorow, alguien que tiene poco que demostrar tras su apoteósica y fulgurante trayectoria de los últimos siete años, no es sino la lógica consecución de su formación y su profunda comprensión del instrumento al que ha dedicado su vida.
De Fran Liszt se interpretaron dos obras: el Estudio de ejecución trascendental núm. 12 “Chasse Neige” y el pasaje “Vallée d’Obermann S160/6” del primer cuaderno de Années de pèlerinage: Premier anée “Suisse”. Ambas obras pertenecen a un corpus pianístico de gran dificultad y complejidad expresiva, y ambas fueron magistralmente acometidas, sirviendo como puente entre Bartók y Rajmáninov, autor que ocupó la segunda sección del recital.
La velada se cerró con la Sonata para piano núm. 1 en re menor op. 28 de Serguéi Rajmáninov, un autor con un lenguaje posromántico de estilo muy personal que siempre consideró a los grandes maestros decimonónicos, como Chopin o Liszt, referentes para su música. La interpretación que Alexandre Kantorow hizo de esta sonata puede considerarse como sublime tanto por su fuerza y dinamismo en los movimientos extremos como por el profundo lirismo y conmovedor discurso del movimiento central. El control de las dinámicas y el justo balance de cada nota, acentuando aquellas que configuran el canto melódico y articulando con agilidad y precisión las complejas series de arpegios y escalas secundarias, son solo algunas muestras de la maestría pianística de Kantorow, quien no dejó indiferente a ninguno de los asistentes.
La ovación prolongada de una audiencia asombrada y encantada con Alexandre Kantorow hizo que el pianista saliera a saludar hasta seis veces. Éste, agradecido por el reconocimiento a su arte, ofreció dos obras más fuera de programa, cada una sublimemente interpretada: Jeux d’eau M. 30 de Maurice Ravel, y Mon coeur s’ouvre a ta voix, aria de la ópera Samson et Dalila de Camile Saint-Saëns, en una versión para piano de la gran Nina Simone.
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