Poética divertida del universal Perrault

El Ballet de Niza ofreció la versión de Thierry Malandain de la Cenicienta, un clásico que sigue atrapando al público y que cierra el bloque dedicado a la danza en el Festival

"El espectáculo debe continuar con la máxima calidad"

Un instante de la representación.
Un instante de la representación.
Alejandro Donaire

14 de julio 2024 - 12:29

Ballet Nice Méditerranée. Ballet de la Opéra Nice Côte d'Azur Éric Vu-An director artístico. 'Cenicienta'. Producción del Malandain Ballet Biarritz / Coreografía: Thierry Malandain Música: Serguéi Prokófiev / Adaptación: Giuseppe Chiavaro, Frederik Deberd / Director de producción, diseño de iluminación: Jean-Claude Asquié / Decorado y vestuario: Jorge Gallardo / Realización de vestuario: Véronique Murat / Realización de decorados y atrezzo: Chloé Bréneur, Alain Cazaux, Annie Onchalo/ Duración: 1 hora y 34 minutos sin descanso/ Fecha y lugar: 13 de julio en el Generalife. — ****

La primera versión del ballet La Cenicienta tuvo lugar en el King’s Theater de Londres como estreno mundial el 26 de marzo de 1822, con coreografía y libreto de François Decombe inspirada en la fábula de Perrault. Música de Fernando Sor, con María Mercandotti en el roll de Cenicienta. Después en 1845 el Bolshoi de Moscú, estrenó su versión con coreografía de Rostislav Zakharov protagonizada por la bailarina Galina Ulanova. Pero desde estas hasta nuestros días, infinidad de coreógrafos la han abordado a lo largo de sus trayectorias versionándola a su registro personal de movimiento; Petipa, Ivanov, Cecchetti, Ashton, Nureyev, Stevenson, Wheeldon, Bourne, Maillot, Ek... predominando mayormente la brillante partitura de Prokofiev, todas bellísimas y singulares en su fidelidad a su creativo.

En esta versión, como si de una pintura de Sorolla o Picasso se tratara, las obras de Thierry Malandain (13 de abril de 1959, Petit-Quevilly, Francia), una vez más nos son fácilmente reconocibles, de estilo limpio, claro, elegante, fino, con una tenacidad fuera de lo habitual, uso de los “retiré au jarret”, “attitudes-penché”, miradas a tierra y cuyos trabajos conocimos por primera vez dentro de nuestro festival con el Wiener Staatsballett dirigido entonces por Manuel Legris, en la velada del 14 de junio de 2015 con su pieza Mozart á 2, una pieza compuesta de tres Pas de deux con la que gratamente se inició el programa. Más tarde en 2021, en la 70 edición del Festival regresó presencialmente con su impactante La Pastorale a la cabeza de la compañía de la que es coreógrafo y actual director, el Ballet de Biarritz. Ciudad que desde 1998 lo acogió queriendo proteger su repertorio, adoptándole y ofreciéndole el primer Centro Coreográfico Nacional de estilo clásico, a cuya institución aporta gran prestigio en este arte colocándola en una posición universal destacada. Su última visita, fué en 2022 en la que regresó con un programa compuesto; L’Après-midi d’un faune (La siesta de un fauno), L’Oiseau de feu (El pájaro de fuego) y Le Sacre du printemps (La consagración de la primavera). Este artista de prestigio internacional con fuerte apasionamiento hacia la danza, ofrece su repertorio en las mejores compañías internacionales, siempre derrochando sensibilidad y buen hacer, respetuoso con la narrativa de sus piezas en su sentido más holístico. En esta versión de cenicienta, estrenada el 3 de junio de 2013 en el Kursaal de San Sebastián, despliega con un gusto exquisito, ambientación, vestuario, iluminación y espacio sonoro en consonancia a la agudeza del relato universal, en la que, desde su particular visión, no falta la inteligencia de sus divertidos toques de humor dentro del dramatismo de la obra, y desde un registro de movimiento, ya clásico pero en su momento neo-clásico moderno, cercano a las corrientes holandesas de Jirí Kylián, Hans van Manen y al sueco Mats Ek, que tanto nos atraparon en los 90. Esta vez, en la que los jardines del Generalife, sirvieron para enmarcar la trama en defecto de una adaptación al espacio totalmente fiel a la original.

Y es que Francia, que siempre apostó por la cultura de su pueblo como identidad y abanderamiento nacional, aún sigue motivando y protegiendo con esfuerzo, muy a pesar de su difícil realidad actual, a sus mejores artistas de la danza derivándolos con el tiempo y la experiencia, a desarrollar proyectos que continúen ampliando este sector por todo su territorio nacional. De forma que nunca cese ni decaiga su industria a este nivel, magnífica forma de promover la excelencia de los formadores de sus futuros artistas y profesionales de la danza. Muy a diferencia de España, también por sus resultados que, continúa sin tener suficientemente en cuenta, como experiencia profesional previa a la docencia, la experiencia escénica real de sus artistas para la formación de sus futuros intérpretes de este arte. Algo esencial ante la excelencia y desarrollo del talento de las nuevas generaciones.

Éric Vu-An

Lo cierto es que de ésta forma fue como en nuestro país vecino Éric Vu-An (Paris, 1964–Niza 2024), quien falleció tristemente el pasado 8 de junio, y de momento sustituido en funciones por su directora ejecutiva Céline Marcinno, reconocido coreógrafo de origen vietnamita y bailarín de la Ópera de París, llegó al Ballet de la Ópera de Niza, para revitalizar la compañía y elevar su ballet al nivel de excelencia. Impulsado por el político francés Pierre Pasquini (Niza 1921) que había creado la compañía en 1947, como forma de presentar a estrellas invitadas, ampliar repertorio, y dar una nueva visión artística, estableciendo colaboraciones con otras estructuras formativas y culturales, como el Departamento de Danza del C.N.R.R. (Conservatorio de Niza) y la Escuela Nacional Superior de Danza Rosella Hightower, o el Foro de Danza de Mónaco. Impulsado por el deseo de construir la reputación del Ballet de Niza Méditerranée, también potenció la presencia de esta compañía en la esfera internacional a través de numerosas actuaciones por Francia, Europa, Asia y América. Apostó por la relación de proyectos educativos y profesionales con la influencia de colaboraciones internacionales. Gracias a él, hoy el Ballet de Niza Méditerranée basa su nueva identidad en su capacidad para apropiarse de los estilos de danza más diversos, híbridos y exigentes.

El triángulo artístico Malandain, Vu-An, Ballet Mediterranée de Niza, cierran el espacio de la danza de esta 73 edición dejándonos un fantástico y grato recuerdo, en el que, con el principal símbolo de cenicienta, Jorge Gallardo viste con elegancia al conjunto y ambienta con acierto el simpático drama en una colgante caja alemana cargada de zapatos de princesa perfectamente ordenados, delimitando la escena entre los elegantes cipreses y la acción, mimetizando la fábula al ajardinado entorno, bellas imágenes como la esbozada carroza con la gran rueda que Cenicienta atraviesa el foro escénico, elfos y personajes fantásticos como metáfora a sus referencias poéticas en las que ensoñación y realidad se confunden. Una fábula marcada por la eterna diferencia social de clases que nos han acompañado en la historia desde siempre y de la que difícilmente nos libraremos, actual como ella misma y no siendo nada nuevo la marginación que sufren las clases más humildes ante unas élites a las que tan sólo les importa su incesante enriquecimiento, posición autoritaria y poco solidaria ante el bienestar social común al que no temen destruir sin el menor de los escrúpulos.

Excelentes interpretaciones de Ilenia Vinci (anterior bailarina del Bayerisches Staatsballet Munich) en un hada elegante de armoniosas líneas, simpáticas y muy divertidas en sus interpretaciones de carácter feísta, las calvas hermanastras que a modo paródico como tradicionalmente se ha ido haciendo en muchísimas versiones, interpretan elenco masculino, Andrea Canalicchio (del Elmhurst ballet school Florencia, Birmingham Royal Ballet) y Théodore Nelson (del Joffrey Ballet) consiguiendo sacar las risas en reiteradas ocasiones junto a una hábil y grotesca madrastra, que con la incorporación al personaje de las muletas como extensión de su cuerpo, le aportaban una atroz ineptitud admirablemente interpretada por Alessandro Pulitani (del Teatro Wielki im. Stanislawa Moniuszki w Poznaniu), no siendo en esta versión el único juego de roles, y cómo no, la pareja principal en sus destacados papeles de Cenicienta a una correcta Verónica Colombo (Instituto Universitario Nacional del Arte, Buenos Aires) y un excelente Luis Valle (Cía. Acosta Danza) de técnica brillante, espectacular salto, en el papel de elegante príncipe, que con seriedad nos hicieron regresar a la reflexión que imponía la seriedad del tema. La extravagante madrastra acabó esparciendo su somnífera agua por el resto de la troupe, para concluir de este modo el ballet, dejando a todo el conjunto adormecido tras el distinguido saludo de despedida que los devolvió al inicial círculo mágico de la ensoñación. Cerrando así una edición en general algo floja para la danza, pero con la gratitud de un recuerdo algo mejorado de todo lo visto anteriormente esta vez en este espacio.

Como despedida indispensable a Éric Vu-An (París en 1964), citar que ingresó en la Escuela de Danza de la Ópera de París en 1974, donde a los 15 años, obtuvo una exención de edad para convertirse en bailarín profesional. Su talento lo llevó a ser rápidamente impulsado a papeles solistas, construyendo una reputación internacional. Interpretó varios papeles exitosos para Rudolf Nureyev en Don Quijote, Romeo y Julieta y El lago de los cisnes, así como para Maurice Bejart en La consagración de la primavera, Boléro y Arépo. Solista permanente de la Ópera de París desde 1989, interpretó posteriormente los papeles principales de su repertorio (El joven hombre y la muerte, El sueño de una noche de verano, Rubí, La tarde de un fauno, etc.). Fue director artístico del Ballet del Gran Teatro de Burdeos en 1995, seguido de profesor invitado en la Escuela de Danza de la Ópera de París y luego Director del Ballet de la Ópera de Aviñón en 1997, coreografió varias obras (Ivresse de Dionysos, Walpurgis de Fausto Noche, Coppélia, etc.). Nombrado maestro asociado de ballet del Ballet Nacional de Marsella a partir de 2005, creó Le Petit Prince, adaptó El lago de los cisnes (Acto I) y actuó con la compañía en numerosos ballets (La tarde de un fauno, La Pavane du Maure, El lago de los cisnes). Oficial de la Orden Nacional del Mérito, Comendador de la Orden de las Artes y las Letras y Oficial de la Legión de Honor, hasta su fallecimiento había continuado su misión en el Ballet de Niza Méditerranée con gran pasión y determinación. Sin duda, sus trabajos y memoria han dejado huella en la historia de la danza de este siglo para la eternidad.

El público que con aceptación ha asumido el programa 2024 para la danza, trató de disfrutar con deleite los platos de danza que se le sirvieron, teniendo una menor concurrencia que en los años de bonanza, de grandes estrellas y de compañías de primera, pero que se dejó llevar a través de los periplos al interior de sus instintos más emotivos, para disfrutar en lo posible con reflexión, energía, humor y mayor esperanza para los tiempos venideros.

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