Una dama al piano

Crítica

Martha Argerich recibe la medalla de honor del Festival de Granada en reconocimiento a una extensa carrera pianística y docente

Noche para el reencuentro en el Carlos V a ritmo de los ballets de Falla y Stravinsky

Argerich durante un momento del concierto.
Argerich durante un momento del concierto. / Antonio L. Juárez / Photographerssports
Gonzalo Roldán Herencia

07 de julio 2024 - 19:26

El Festival Internacional de Música y Danza de Granada ha concedido este año su medalla de honor a la pianista Martha Argerich, en reconocimiento a una brillante carrera dedicada a la interpretación y al apoyo a los nuevos intérpretes. Antonio del Moral, junto a representantes del consorcio del Festival, le hizo entrega del galardón y recordó, en una amable semblanza de la pianista, su estrecha relación con Granada.

Recibir un reconocimiento, como la medalla de honor del Festival de Granada, a toda una carrera llena de éxitos profesionales y grabaciones discográficas consideradas de referencia es un privilegio que solo unos pocos artistas clásicos han obtenido. Pero si, además, se hace sobre el escenario con una interpretación que evidencia el buen estado artístico de quien lo recibe, sin duda podemos afirmar que se trata de una ocasión excepcional. Martha Argerich representa esta última categoría de artistas incombustibles que, tras seis décadas dedicadas a la interpretación al más alto nivel, comparte todo lo vivido y aprendido desde una situación de serenidad y experiencia.

En el escenario pudimos disfrutar de la Orchestre de la Suisse Romande, una de las orquestas europeas de mayor trayectoria y una histórica en la interpretación de la música contemporánea. Su fundador, el director suizo Ernest Ansermet, fue uno de los primeros en introducir a Falla, Prokofiev o Stravinsky en el repertorio habitual de la orquesta, por lo que resulta muy oportuno que figurasen en su programa que, en esta ocasión, dirigió Charles Dutoit.

La primera obra presentada por esta colosal formación fue El sombrero de tres picos de Manuel de Falla. Charles Dutoit acometió la segunda suite de este ballet con decisión y unas dinámicas muy cuidadas, construyendo el sonido desde los pianos más delicados hasta unos poderosos tutti orquestales, y dotando su interpretación de una vivacidad palpitante. No en vano, la orquesta lleva cien años visitando esta partitura, y evidencia una especial predisposición tímbrica para el repertorio del siglo XX.

Con la siguiente obra, el Concierto para piano y orquesta en la menor op. 54 de Robert Schumann, Charles Dutoit invitó al escenario a Martha Argerich, quien ocupó con decisión su posición preminente y acometió con fuerza y resolución la parte solista de esta virtuosística página de la literatura pianística. Si bien no fue la mejor interpretación que le hemos escuchado, pues la pianista mostró en varios momentos su incomodidad con los focos y con el instrumento, su versión del concierto estuvo marcada por esas trazas de brillantez que sólo una experimentada artista como Martha Argerich puede conferir a la música para piano, y el auditorio agradeció su presencia en una noche tan especial con una prolongada ovación, en la que todo el patio de butacas del Palacio de Carlos V se puso en pie. La pianista, persuadida por Charles Dutoit, ofreció como obra fuera de programa la primera de las Escenas de niños op. 15 de Schumann.

Orchestre de la Suisse Romande

73 FESTIVAL DE GRANADA

Programa: Manuel de Falla, El sombrero de tres picos – Suite núm. 2; Robert Schumann, Concierto para piano y orquesta en la menor op. 54; Igor Stravinsky, La consagración de la primavera.

Solista: Martha Argerich

Director: Charles Dutoit

Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, 06 de julio de 2024

Clasificación: 4 estrellas

La segunda parte del programa incluyó La consagración de la primavera de Igor Stravinsky, una de las obras de referencia de Charles Dutoit, que desde el profundo conocimiento de la partitura articuló una expresiva versión al frente de la Orchestre de la Suisse Romande. La interpretación de Dutoit consiguió capturar la esencia de esta obra maestra del siglo XX. Desde los primeros compases, transportó al oyente a un mundo primigenio, donde la música respira y palpita con una fuerza casi tangible. La precisión rítmica, fundamental en esta pieza, fue impecable, permitiendo que las complejas y polirrítmicas estructuras de Stravinski emergieran con claridad y vigor. Hay que destacar la cohesión y el dominio técnico de la formación orquestal, rica en timbres y dúctil en la expresión de la gran variedad de dinámicas y rítmicas de la obra. Particularmente importante son las secciones de viento y percusión, que destacaron por su potencia y precisión, mientras que las cuerdas aportaron una textura rica y vibrante parea sostener hábilmente el tejido musical.

En definitiva, la interpretación de La consagración de la primavera por la Orchestre de la Suisse Romande bajo la dirección de Charles Dutoit fue no solo un testimonio del poder cautivador de esta partitura, sino también de la habilidad de los intérpretes para su puesta en atriles con toda una complejidad y ferocidad intactas. Fue, sin duda, una experiencia auditiva que dejó una huella profunda en el oyente, reafirmando el lugar de Stravinski en el panteón de los grandes compositores.

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