“No me gusta ese marketing de música clásica que apoya a jóvenes y guapos”
Entrevista | Fabio Biondi | Festival Internacional de Música y Danza
El violinista barroco Fabio Biondi actúa este martes en el escenario de la Fundación Rodríguez Acosta
El artista italiano asegura que "Andalucía está llena de gente con inteligencia y sensibilidad" pero "no siempre recibe la oportunidad de desarrollar su talento”
Granada/Curiosa y original. Así podría definirse la música del violinista barroco Fabio Biondi, un artista italiano que se enamoró del violín a los 12 años y que la noche de este martes 7 de julio tratará de embaucar a los espectadores del ciclo Digital Granada Festival, con un concierto online a partir de las 22:00 horas, desde el escenario de la Fundación Rodríguez Acosta.
—¿Cuáles fueron sus primeros pasos y por qué se decantó por la música barroca?
–Mis primeros pasos fueron académicos y tuve buenos profesores. En concreto, recuerdo uno maravilloso que representó y todavía representa muchas cosas en mi vida. Fue quien me invitó a enamorarme del violín. Tuve mucha suerte y gracias a él desarrollé una relación muy profesional con el instrumento. Todo esto conllevó mucho tiempo de estudio, mucha práctica y mucha música barroca. Normalmente, la música de cuerda encuentra un repertorio muy grande en el siglo XVIII y yo lo recibí con mucha pasión. Me acompañó con mucha profesionalidad en un momento de mi vida en el que podría haberme perdido en muchas tonterías, algo que puede suceder cuando todo te sale de manera fácil.
–Fundó la orquesta Europa Galante, ¿cómo surgió la idea? ¿Cómo es el trabajo de director?
–Surgió de una idea que no fue mía, sino de una casa de discos. Estábamos en el 86 y yo tocaba en Radio France (París), grabando un disco como director de orquesta. Entonces, la directora de la grabación me dijo que si estaba interesado en formar una orquesta de cámara italiana barroca para cubrir un hueco que en aquella época no tenía presencia discográfica. Así que, de esta forma, creamos Europa Galante. El trabajo como director de orquesta es apasionante; fantástico. Permite conocer cosas nuevas, te pone en cuestión cada día y da mucho entusiasmo, que es el motor indispensable para sobrevivir. Venimos de una era muy oscura, entonces este trabajo es el que me permite levantarme cada mañana con un deseo de descubrir, estudiar,… Algo muy importante.
–¿Cómo logra plasmar su sello personal al interpretar obras como las de Vivaldi o Scarlatti?
–Es un proyecto largo y complicado, porque pasamos por diferentes pasos. Primero, exige gran responsabilidad, porque partimos de una partitura que hay que restituir de una forma cercana a la idea de origen del compositor, con lo cual se necesita un gran conocimiento de la literatura musical –fraseo, trabajo técnico–. Después, es importante que esa interpretación sea personal, que, respecto a la música pueda, dejar un sello personal, una imagen próxima del artista. Esta es la parte complicada porque hay que hacerlo siguiendo y respetando la música original, lo cual implica que ciertas decisiones parten de una idea personal que hay que elaborar siendo respetuosos.
–¿Cree que sería interesante una fusión de su música con otros géneros más contemporáneos?
–La fusión de la música, en general con otros géneros, normalmente puede ser interesante. Hay mezclas de música gregoriana con india y suena bien. Lo que me da miedo de la contaminación es que requiere mucho trabajo y esfuerzo. Hay gente con mucha sensibilidad e inteligencia que es capaz de hacer grandes fusiones, pero hay poca que lo haga realmente bien. Hay que tener mucho cuidado, porque tiene sentido cuando ambos géneros se complementan y se exalta lo bueno de uno y de otro; cuando se genera una relación con sentido. Si no, queda una operación un poco estéril. A mí me gustaría hacerlo pero creo que hay que dedicar mucho tiempo a un proyecto así.
–¿Qué le parece el panorama musical actual en términos más populares?
–Tengo bastante miedo porque el marketing juega un papel importante. Tratan de vender una imagen de la música clásica que no es verdadera. El mundo de la música clásica es pequeño, siempre lo ha sido. Es un placer tener nuevo público, sobre todo joven. Pero no hay que exagerar. No se puede transformar esta música en algo que no es. Es suficiente con entrar en YouTube y ver cosas que se están haciendo y son verdaderamente horribles. Hay que enviar un mensaje respetando. No hay que mistificar la música clásica, debemos enviar un mensaje que sea aceptable por lo que es y no por una transformación que puede ser muy peligrosa. No me gusta este marketing ligado a la costumbre de promocionar esa imagen de la música clásica que apoya a mujeres guapas y jóvenes o lo mismo para los hombres –joven, con traje moderno, que se estila hoy en día–. Me parece que todo esto es una equivocación. Hemos tenido muchísimas mujeres violinistas en el siglo pasado, y no eran precisamente guapas. Parece que si físicamente no es atrayente, no vale. Creo que es otra forma de racismo que hay que combatir. En este aspecto habría que volver un poco a la forma tradicional de presentar y aceptar la música clásica, apoyándola por lo que es.
–En alguna ocasión ha dicho que cree que en Andalucía y Sicilia existe una cultura extraordinaria, ¿podrían liderar cierta renovación en el panorama musical?
–Sí, siempre he hablado de esa relación. Primero, por el color del cielo y la gastronomía. También es parecida la forma de ser de las personas –una gran generosidad y esa sonrisa que tenemos en común–. Sobre la posibilidad de desarrollar una potencialidad cultural, sin duda, está en la genialidad de la gente. Andalucía está llena de gente con inteligencia y sensibilidad. Es una región un poco más machacada a nivel económico, sobre todo en el ámbito sociocultural; Palermo, como capital de Sicilia, ha mejorado mucho en los últimos 15 años porque se ha internacionalizado. Se ha esforzado por mostrar situaciones culturales propias de cara al exterior. No conozco bien la situación de Andalucía, pero sé que es una comunidad que no siempre recibe la posibilidad de desarrollar su talento. Espero que, en el futuro la parte sur de nuestra Europa sea ayudada como merece para tener un puesto importante en el desarrollo cultural en general.
–¿Encuentra en la ciudad de Granada un público abierto y receptivo a la música que usted ofrece?
–Lo que recuerdo del público de Granada es que abierto y entusiasta seguro que era, como suele ser la sociedad andaluza. Sobre todo me acuerdo de presentar varias veces conciertos con la Orquesta Ciudad de Granada y recuerdo haber resuelto dudas de personas entre el público, así que era todo muy directo y cercano. Estoy feliz de volver a esta ciudad, que es un lugar casi indispensable para comprender la historia, nuestra historia. Es una ciudad que inspira y que te da la llave de traducción de muchas cosas.
–¿Cómo fue colaborar con la OCG?
–Colaboré varias veces, siempre con mucho cariño y relación con los músicos. Poseen una atmósfera muy buena y creativa, aunque, bueno, a veces este tipo de relaciones se interrumpe por cambio direccional, gerencial… Pero siempre me he encontrado bien con estos músicos y creo que tienen mucho potencial.
–En cuanto al Festival, ¿cómo estructurará su concierto? ¿Cree que podrá afectar a su atención el hecho de que el público vaya estar viéndole desde casa?
–El concierto será en streaming y, personalmente, no soy muy fan de él, pero creo que es buena idea en este momento. Aprecio el coraje por parte del festival porque es importante que siga vivo. Estamos barajando la posibilidad de tocar cada sonata de Bach en un lugar diferente al interior del mismo lugar. Es una ocasión esto del streaming para mostrar la belleza de la ciudad de Granada, esos lugares acogedores que son de los mejores del mundo a nivel cultural y monumental. El streaming permite al público estar en contacto con los artistas y a nosotros también nos hace falta esa presencia, porque esta relación es fundamental en el acto musical. Poder ver la reacción del público ante lo que suena es muy importante. Además, volviendo al flamenco, es difícil pensar en una actuación flamenca sin público. Es difícil pero se acepta de forma positiva. Es un momento muy especial que pasará a la historia y lo veremos más adelante como un mal trago que pasó nuestra sociedad.
–La herencia del flamenco en esta parte de España es indudable. ¿Podría tener algo que ver con esa calidad cultural que tiene el sur?
–Aquí entramos en un tema muy de corazón. Yo soy muy fan del flamenco, es un sello distintivo de Andalucía y es un material muy precioso. Estoy a favor de que el flamenco se pueda conocer en todo el mundo. El verdadero, un flamenco no contaminado. Creo muy profundamente en el cante jondo, en el flamenco de verdad. Es una de las expresiones musicales más ricas que hay y creo que es una bandera muy extraordinaria. Espero sinceramente que en el futuro sea ayudado para exportarlo al mundo y que se convierta en un bien de la humanidad.
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