Tribuna Económica
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Entrevista Joaquín de Luz | Director de la Compañía Nacional de Danza
Granada/El ballet le atrapó en cuanto su madre, una gran amante de la danza, le apuntó a clases en una academia de San Fernando de Henares. "Era un niño normal. Jugaba al fútbol y tenía muchas inquietudes. La magia del estudio me atrapó. También ayudó que había muchas muchachas guapas y yo el único chico", cuenta entre risas Joaquín de Luz (Madrid, 1976). Desde entonces, el coreógrafo se ha labrado una carrera llena de éxitos y triunfos (sobre todo en América). En 2018 se despidió por todo lo alto del New York City Ballet, su casa artística durante 15 años.
El bailarín volvió con el objetivo de dirigir la Compañía Nacional de Danza, que hoy presentará un versátil programa en el Teatro del Generalife. Será también el regreso a los escenarios españoles de De Luz, quien interpretará Suites of Dances, "una conversación íntima con el público" entre el madrileño y la chelista Iris Azquinezer. "Son dos extraños que se encuentran y tienen esa conexión", resume. Cuando no está bailando, el artista pinta, lee, viaja y juega al tenis. "Debería haber nacido en el renamiento porque me gustan un millón de cosas", reconoce durante la amable conversación.
-La pandemia paralizó todo, incluido el sector cultural. ¿Cómo lo están pasando en la Compañía Nacional de Danza?
-Somos muy afortunados de poder dar ese paso y estar en el escenario, y más en este marco que me pone los pelos de punta. Tengo muchas amistades en América a las que le han parado totalmente la actividad y no saben cuándo la van a reanudar. Estar reencontrándonos con nuestro público es muy inspirador. Estamos todos bastante motivados.
-La formación actuará por primera vez en el Festival con usted como director. ¿Qué cambios ha experimentado la compañía desde que está al frente de ella?
-No he tenido mucho tiempo. Encima nos ha pillado esta situación. Quiero inyectar a la compañía cosas que mi carrera me ha aportado. También quiero que el repertorio sea más versátil, más musical; y elevar la calidad de la compañía y devolver a los intérpretes lo que he aprendido. Ahora me toca sacar mi programación. El primer año fue de transición con la anterior dirección. Ahora se vienen cosas muy nuevas y muy especiales. Va a ser un año trepidante si las condiciones nos dejan. Soy muy optimista y creo que hasta de las situaciones más catastróficas se pueden sacar cosas positivas. Hemos salido del confinamiento con esta actitud. Además, yo vengo de vivir en América 23 años y allí se hacen cosas. Van a una velocidad de crucero.
-Usted se define en algunas entrevistas como un "talento español fugado". ¿En España, o se malvive de la cultura o se emigra?
-En España tenemos muchísimo talento, pero no hay suficientes plataformas y apoyos de calidad para acoger todo ese talento. Si hablamos de ballet y contemporáneo en el clásico, sólo hay una gran compañía que es la CND. Todo el talento que sale de los conservatorios tiene que emigran como me pasó a mí. Esto tiene que cambiar. Tiene que haber más apoyo institucional y, sobre todo, autonómico. No entiendo por qué no hay una gran compañía en Valencia o en Andalucía. Hay maravillosos teatros. Deberíamos mirar el talento propio que triunfa fuera y hacerlo nuestro. Los espectadores llenan los teatros para ver danza. Hay olvido por no decir maltrato. Yo voy a intentar hacer lo que esté en mi mano. He vuelto a España para difundir y empujar la danza.
-¿La concepción que se tiene de la danza en Estados Unidos está a años luz de España?
-La cultura en muchos países es un bien de primera necesidad. Aquí como estamos desbordados de talento se da por hecho que todo el mundo canta, baila y actúa (ríe). Hace falta mucho apoyo y que se den cuenta del gran patrimonio cultural que tenemos. En otros sitios del mundo le abren los brazos al talento español. A mí me los han abierto todo mi vida. Te echas las manos a la cabeza y te preguntas por qué en España cuesta tanto.
-Somos, según Nacho Duato, "el único país que no tiene una compañía nacional estable con un teatro nacional". A él le parece un escándalo.
-Eso es lo primero que reivindiqué al llegar. Incluso antes. No hay razón. No sólo una, sino varias compañías deberían tener una sede en un teatro y que vivan en él. En todas las ciudades del mundo tienen esto. No se explica porqué en España no. Ojalá pase pronto. Es muy necesario para que la Compañía Nacional crezca, para afianzar ese público y para enseñar a la ciudad en donde reside la compañía un repertorio digno y unas temporadas más largas. Hay millones de ventajas.
-Usted estudió en la escuela de danza de Víctor Ullate. A finales de febrero el artista la cerró tras liquidar su ballet y su fundación. ¿La danza en España se queda más huérfana tras esta noticia?
-Es triste que haya dejado esa mancha después de haber creado mucho y haber hecho tanto por la danza en este país. Es uno de mis padres artísticos y estoy muy agradecido de la formación que me dio. Me parece triste que no se haya llenado el vacío en el ballet de la Comunidad de Madrid. Siempre que se cierren centros o compañías supone un gran dolor para el sector. Debería pasar al contrario.
-Estrenarán Arriaga, un coproducción del Festival donde rinden homenaje al Mozart vasco. ¿Sólo grandes personalidades o grandes sentimientos inspiran una gran coreografía?
-Pues sí. Al volver del confinamiento, nos inspiramos en una filosofía japonesa. Si se rompe un jarrón de porcelana lo vuelven a unir pintando las grietas de oro para destacar las imperfecciones. No se trata de esconder las grietas, sino incluso de acentuarlas más. Hay belleza en la fragilidad. Hemos pasado por un momento muy delicado y ahora estamos más unidos. No por eso olvidas lo que ha pasado. Queríamos enseñar la gran alegría y unidad que sentimos al volver. Me pareció interesantes que fuéramos tres creadores con voces tan diferentes. Ha quedado una pieza muy bonita y redonda.
-Regresará a los escenarios tras su despedida del New York City Ballet con una pieza que la tiene dominadísima, A suite of Dances.
-Esas piezas nunca se dominan. Son grandes pilares de la danza. Sólo un inepto diría que las domina. Nunca se domina la danza del todo. Siempre se aprende.
-Su ídolo de la infancia, Mikhail Baryshnikov, siempre ha deseado ser más espontáneo. ¿Hay lugar en el ballet para la improvisación?
-Improvisación no es la palabra correcta. Creo que es libertad. Siento que el trabajo y la disciplina te da una habilidad para ser libre. Tú dejas la técnica a un lado después de aprenderla y puedes empezar a hacer tuyas las piezas. Cuando llega ese momento en la carrera del bailarín es un antes y un después. Te hace volar en el escenario. Un bailarín te puede impresionar porque hace mil piruetas o por sus cualidades técnicas, pero eso se te olvida en dos días. Cuando alguien te mueve de verdad y te enseña su alma, quien es, eso nunca se te olvida. Esto te lo explica Baryshnikov, con quien he tenido la gran suerte de compartir cosas.Me ha dado muchas lecciones y ha sido un gran regalo trabajar con él. El arte es desnudarte ante tu público y que te conozca a través de un movimiento, una mirada, o una pausa a veces.
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