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José María Sánchez-Verdú, compositor residente del Festival de Música y Danza de Granada
Granada/La relación de José María Sánchez-Verdú (Algeciras, 1968) con el Festival de Música y Daza de Granada viene de lejos: empezó a acudir cuando era un jovencísimo violinista de la Orquesta Manuel de Falla, estrenó su primera obra en él a principios del 2000 y ahora regresa como compositor residente de 2024. En esta 73 edición estrenará hasta cinco obras, cuatro de ellas por encargo del Festival, además de otras siete compuestas a lo largo de su larga y fructífera trayectoria internacional. Entre otras, este jueves llega el turno de la música que creó para la banda sonora de la histórica película Nosferatu (1922) de F. W. Murnau, que se proyectará con la participación de la OCG, dirigida por el propio compositor en el Colegio Mayor Santa Cruz la Real. Este mismo martes se vivía otra página relevante con el estreno escénico de KHÔRA, un ciclo para cuatro saxofones y acordeón microtonal compuesto entre 2012 y 2019 (SIGMA Project).
El compositor se muestra muy satisfecho de esta "residencia especial" a modo de retrospectiva de toda su trayectoria, algo frecuente por ejemplo en artes plásticas pero excepcional en el terreno de la música de vanguardia en este país. "Hay obras de diferentes periodos de tiempo, la más antigua tiene 34 años, pero hay otras recientes y estrenos. Además, son muy diferentes. Lo que ha desarrollado el Festival a través de su director es localizar diferentes contextos de obras mías, de todo mi catálogo: de orquesta, ahora con Nosferatu; música de cámara, vocal, orquesta de instrumentos antiguos, cuartetos de cuerda... Toda una panorámica".
Reconoce que es una oportunidad única para un compositor en España. "Aquí no se hace casi nunca. Tan solo el Centro Nacional de Difusión Musical plantea un ciclo así, que también inició Antonio Moral. Fuera eso no hay ningún Festival que siga apostando por esta figura, que por otro lado es muy frecuente en países centroeuropeos: Alemania, Austria, Suiza... En ellos sí hay muchos proyectos de este tipo en los que un compositor presenta seis o siete obras durante un Festival. Por eso yo me alegro mucho de poder hacerlo en mi tierra".
"La música de creación que es valiente, distinta, que tiene otra trayectoria, no está tan presente en festivales, orquestas... Y al estar menos presente que en Europa, los compositores actuales también lo estamos. Hay que ser valiente para hacerlo. En España yo creo que no hay ningún otro festival que apueste por algo así. Como mucho, hacen el encargo de alguna obra actual, pero no plantean una retrospectiva como ha hecho este año el Festival de Música y Danza conmigo. El pasado con Tomas Marco o el anterior con Mauricio Sotelo... Esto es una seña de identidad de Granada", explica el músico, para el que la solución pasa por la pertinente pedagogía dentro del própio ámbito musical. "Hay una tendencia muy grande a repetir el repertorio del XVIII y XIX y eso va en contra de hacer música de hoy. Lo que hay que hacer es música de todos los tipos bien hecha y especializarse".
Además de impartir uno de los Cursos Manuel de Falla del Festival de Música y Danza de este año, otro de sus momentos cumbres de Sánchez-Verdú en esta edición fue a mediados de junio en el Patio de los Inocentes del Hospital Real. Este espacio acogió un concierto del ciclo+Bach que ha resultado una de las propuestas más originales de esta 73 edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Compuesto entre 1923 y 1926 y estrenado ese año en Barcelona, el Concierto para clave y cinco instrumentos es una de las obras mayores del período neoclásico de Manuel de Falla, pieza que escribió durante su residencia en Granada. Por encargo del Festival, Sánchez-Verdú ha creado ahora una nueva composición con la misma instrumentación de la de Falla titulada Las ínsulas extrañas. En reconocimiento a las fuentes de música antigua española empleadas por el compositor gaditano para su obra, ha preparado sendos arreglos de piezas de Juan Vásquez y Tomás Luis de Victoria.
Este jueves se recupera un clásico inolvidable del cine de terror, el Nosferatu que Friedrich Wilhelm Murnau filmó en 1922 no sólo es un monumental referente del género, sino una obra maestra que define a la perfección uno de los períodos más creativos de la filmografía europea, la que coincide con el llamado expresionismo alemán, del que Murnau es figura señera. En el año 2002, el Teatro de la Zarzuela y la Orquesta de la Comunidad de Madrid encargaron a José María Sánchez-Verdú una partitura para acompañar la película. El compositor andaluz escribió una obra para coro y orquesta, que incluye algunos instrumentos no habituales, como el saxo o el acordeón. La estrenó José Ramón Encinar al frente de los conjuntos de la comunidad madrileña en el Teatro de la Zarzuela el 26 de abril de 2003, con un éxito que veinte años después sigue repitiéndose cada vez que se ofrece.
Esta vez serán la Orquesta y el Coro Ciudad de Granada, con la participación estelar del acordeonista vasco Ander Telleria, los que asumirán el reto de acompañar la proyección de la película en el Colegio Mayor Santa Cruz la Real. Para completar la relevancia del acontecimiento y que todo salga en la forma en que fue concebida la obra, será el propio compositor el que tome la batuta.
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