Mariza cautiva con su voz y su elegancia en una velada dedicada al fado portugués

Crítica del Festival de Música y Danza de Granada

Mariza durante su actuación en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada.
Mariza durante su actuación en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. / José Velasco/ Photographerssport
Gonzalo Roldán

08 de julio 2024 - 15:21

73 Festival de Música y Danza de Granada. Programa: Amor, canciones y fados versionados por Mariza. Mariza. Grupo instrumental: Luis Guerreiro (guitarra portuguesa), Phelipe Ferreira (guitarra), Adriano Alves (bajo), João Freitas (percusión) y João Frade (acordeón). Lugar y fecha: Teatro del Generalife, 07 de julio de 2024. — *****

El Festival Internacional de Música y Danza de Granada recibe a una de las grandes voces del fado actual, la cantante Mariza, que presentó en el Teatro del Generalife su último trabajo Amor, un tributo al fado tradicional portugués y a la canción brasileña.

Mariza es una artista icónica, cuya poderosa voz se conjuga con una exuberante belleza y una elegancia en escena dignas de una gran diva de la canción melódica. De madre mozambiqueña y padre portugués, ha degustado desde su niñez una fusión de estilos y culturas que la han enriquecido como artista y la han llevado a la cima del panorama actual. Viajera y emprendedora, su carrera ha trascurrido por varios países, entre ellos Brasil. Asentada en Lisboa, desde allí exporta al mundo una singular visión de la música portuguesa, aderezada por elementos de las múltiples ramas culturales que ha conocido.

La cantante, que con su sola presencia llenó el teatro del Generalife, comenzó su concierto con el tema Beijo de saudade, muy oportunamente traído para la ocasión. En escena le acompañaba un quinteto instrumental de gran solvencia, con el que interactuó en varios de los temas. La voz de Mariza, de gran potencia y bellos armónicos en los distintos registros, fluye por la suave lírica de la lengua portuguesa y la engalana con su naturalidad sobre la escena.

Dirigiéndose en varias ocasiones a la audiencia, la artista fue desgranando el programa de una velada que prometía ser mágica y llena de encanto, aderezando cada interpretación con comentarios y vivencias personales que acercaban el repertorio al público y lo dotaban de una semántica sentimental única. A lo largo de la velada se rindió tributo al fado portugués, como en la canción Lagrima de doña Amália Rodrigues, que Mariza versionó desde un sentimiento de admiración profundo y un gran cariño, siendo este uno de los temas de su último trabajo.

En su nuevo proyecto discográfico se incluye también Alma, de Javier Limón, un bello canto al amor y a la sinceridad de los sentimientos, que no siempre nos transmiten aquellas sensaciones que desearíamos. Su presentación en este recital hizo las delicias de todo el teatro, que a cada tema aplaudía con entusiasmo. Igualmente íntimo y emotivo fue el tributo que rindió con Quem me dera de Matías Damasio.

En un arrebato de espontaneidad y cercanía, la cantante bajó al patio de butacas para interpretar una de las canciones que más fama ha obtenido en su carrera: Meu fado meu, compuesta por Paulo de Carvalho. Mariza quiso compartir parte de su universo personal, de sus miedos y su camino de superación vivido en los últimos años, y por ello interpretó un bello poema de Alexandre O’Neill Há palabras que no beijam, puesto en música bella y desgarradoramente emotivo en la voz de la cantante.

El momento íntimo que contribuyó a crear la cercanía al público dio pie para que Mariza nos transportara a sus orígenes musicales, cuando acudía a competiciones amateur de fado en Lisboa, y recordando el ambiente cordial y festivo del barrio de Mouraria, donde se instaló su familia al venir de Mozambique, quiso hacer un brindis a la vida con el tema Oiça lá ó senhor Vino de Alberto Janes.

La cantante se despidió con Rosa Branca de José de Jesús Guimarães, un bello tema que resumió el carácter emotivo y lleno de encanto de la velada. El público, rendido ante la belleza vocal y la elegancia del gesto de esta artista intemporal del fado y la canción portuguesa, se puso en pie y aplaudió profusamente su interpretación. Mariza, emocionada y agradecida, vovió a bajar al patio de butacas para regalar una canción fuera de programa: el precioso fado Ó gente da minha terra.

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