Un recital lorquiano y el final del ciclo Lewis-Schubert este martes en el Festival de Música y Danza
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Paul Lewis pone punto final a su ciclo de sonatas con el que es considerado el testamento pianístico del compositor
Por su parte, Ana María Valderrama y Dvid Kadouch llegan al Centro García Lorca con un íntimo y sugerente recital
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En la noche de los Arrayanes, Paul Lewis mañana cerrará su ciclo de Sonatas de Schubert en el Festival de Música y Danza. Para el final ha dejado el testamento pianístico del compositor. Fue en septiembre de 1828, apenas dos meses antes de su muerte, cuando, en un arrebato creativo casi inconcebible, si bien apoyado en esbozos preparatorios que se han conservado, Schubert escribió tres sonatas para piano de gran trascendencia en el repertorio. Schubert recoge aquí el espíritu del último Beethoven, que funde con la herencia de su propio trabajo en el género. La nº 19 es posiblemente la más beethoveniana de las tres, convulsa hasta lo violento desde los primeros acordes en forte de su arranque. La nº 20 resulta de un equilibrio formal casi mozartiano, pero está cruzada de presagios agitados (ese Andantino en fa sostenido menor, que para Brahms era casi «una nana del dolor») y pasajes un punto caprichosos (ecos de valses sombríos en el Scherzo). En fin, la nº 21 cierra el ciclo de manera magistral, con ese primer movimiento de serenidad y lirismo bellísimos que representa a la perfección las «divinas longitudes» schubertianas de las que habló Schumann.
Pero antes, en el Centro Federico García Lorca, la violinista madrileña Ana María Valderrama, una ganadora el prestigioso Premio Sarasate, ofrecerá acompañada por el pianista francés David Kadouch un íntimo y sugerente recital que servirá para abrir el Universo Lorca. Se trata de un programa que el dúo acaba de llevar al disco y en el que se incluyen obras muy vinculadas al poeta granadino, como la Sonata que Poulenc le dedicó (póstumamente) en 1943. A su lado se oirán versiones de algunas de las canciones españolas antiguas que Lorca armonizó o una de las Danzas de La vida breve de Falla, definitivamente independizada de la ópera. Pero sin duda lo más original de la propuesta es la muy poco programada Sonata en do mayor que el venezolano de origen Reynaldo Hahn, especialmente conocido por sus canciones, escribió en 1926, una obra en tres movimientos, muy poco programada, que recuerda a la música de Fauré.
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