Schubert esencial en el Patio de los Arrayanes

Crítica del Festival de Música y Danza de Granada

Después de una de las páginas más bellas de la composición clásica occidental firmada por Schubert, la noche discurrió entre la elegancia y una belleza que se podía tocar

Trío Arbós en el Patio de los Arrayanes
Trío Arbós en el Patio de los Arrayanes / José Velasco/ Photographerssport
Jorge Rodríguez Morata

18 de junio 2024 - 15:15

En la presente edición del Festival de Música y Danza de Granada, tanto Schubert como José María Sánchez-Verdú, son dos de las figuras más destacadas. Del genio vienés por ejemplo se interpretará la integral de sus sonatas para piano y se le dedicarán otros conciertos. Respecto al recién miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, José María Sánchez-Verdú, es artista residente en esta edición del Festival y se interpretarán un total de 12 obras suyas, de las cuales, cuatro serán estrenos absolutos encargados por el Festival. Por tanto, la velada de este lunes, fue redonda, una obra del algecireño y otra del vienés, un breve descanso de algún minuto, y de nuevo una obra de Sánchez Verdú, un estreno y el Trío correlativo al anterior, con piano de Franz Schubert.

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Trío Arbós: Juan Carlos Garvayo piano; Ferdinando Trematore violín; José Miguel Gómez violonchelo. Programa: José María Sánchez-Verdú (1968) ...In aeternum (del Trío II) (1996)

Franz Schubert (1797-1828) Trío con piano en si bemol mayor, D 898, op. 99 (1827); Allegro moderato; Andante un poco mosso; Scherzo. Allegro avec Trio; Rondo. Allegro vivace; José María Sánchez-Verdú. Jardín de agua II (Trío VI)* (2024); Franz Schubert. Trío con piano en mi bemol mayor, D 929, op. 100 (1827); Allegro; Andante con moto; Scherzo. Allegro moderato avec Trio; Allegro moderato. Lugar: Patio de los Arrayanes. Fecha: 17-6-2024.-

Todo comenzó con In aeternum, una joya, una obra en la que parece que nada se mueve, pero a su vez llena de sugerencias que se funden con el reflejo del agua del patio de los Arrayanes. La verdad es que las obras de Verdú adquieren una monumentalidad en los espacios de la Alhambra únicas, el ensamblaje es perfecto. El Trío Arbós, la disfrutó, pues se trataba de profundizar en la esencia de cada una de las propuestas de su programa. In aeternum dura apenas cinco minutos y luego vendrían casi cuarenta y cinco de Schubert. Lo dicho, un ensamblaje perfecto y un espacio propio el de las obras de Verdú en los Arrayanes.

El primer trío con piano, el op. 99, compuesto unos meses antes del siguiente que se interpretó, el op. 100 y a su vez unos meses antes de la muerte del genio vienés comienza con un monumental Allegro moderato, que seguramente sea de las páginas más bellas de la música académica occidental. Las melodías, la exposición de las mismas, las progresiones armónicas son tan bellas que en seguida te introducen en el mundo de Schubert, del Schubert más maduro y a partir de ahí la noche discurrió entre elegancia y una belleza que se podía tocar.

El comienzo del segundo movimiento de este op. 99, con un solo del violoncello de una belleza única abrió la puerta al resto, donde destaca el trabajo de ensamblaje de este trío en el que se profundiza en la esencia de cada una de las indicaciones de Shubert. Es conmovedor el trabajo del Trío Arbós a la hora de enfocar un Sherzo o un Rondó, pues recrean la mismísima esencia de lo que es la génesis de esos movimientos. Un disfrute.

Estreno absoluto

A continuación, el estreno absoluto, Jardín de agua II (Trío VI), evidentemente de 2024. Una obra llena de experimentación, que recrea zonas imposibles en los agudos del piano, y que siendo mucho más dinámica que la primera, lleva a lugares comunes, usuales en Sánchez Verdú. Lugares en los que el efecto es solo un medio para indicar el camino, no se recrea en el efecto, sino que a través de ellos, nos conduce al universo tan intelectual y a la vez tan natural y tan palpable que tan bien conoce el académico. Salió el compositor a saludar junto al trío Arbós y recibió una sonora ovación por parte del público que abarrotaba el patio de los Arrayanes.

De ahí, a la última obra de la velada, el Trío con piano op.100. Una obra con un segundo movimiento, que igualmente comienza con un solo de violoncelo exquisito, pero que en su conjunto ofrece, especialmente en su segundo movimiento y en el último, el Allegro moderato, dos momentos únicos, ampliamente utilizados en el mundo del cine y que gozan de habitar en la memoria colectiva pero de manera entrecortada, pues se utilizan solo fragmentos. Ayer, en su contexto, y en un ambiente que cada vez se volvió más íntimo durante la noche resultaron una auténtica delicia.

La interpretación del Trío Arbós, soberbia, la combinación inmediata de pasajes llenos de candidez y sencillez a momentos de erudición y de virtuosismo se hace con una conjunción que sobrecoge, y el nivel de disfrute que irradian, comprometiéndose en cada compositor y cada movimiento de la obra que interpretan, único.

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