1950: El año en que desaparecieron los mendigos de Granada
Granada año a año
En Pinos Puente se produce en octubre un gran revuelo ciudadano al creerse que se había encontrado petróleo
En junio el gobernador civil saca un bando para conminar a los turistas a que no enseñen más carne de la cuenta
Granada/En 1950 el censo de Granada era de 102.089 habitantes. Las viviendas urbanas censadas eran 32.426, de las que 3.682 eran cuevas y de las que la mayor parte (3.309) se encontraban dentro de los límites del casco urbano. Aunque la ciudad ya empezaba a salir del túnel, todavía quedaba una gran cantidad de mendigos e indigentes que atender y que atestiguaban que quedaba algún tiempo para alcanzar la pretendida prosperidad. En torno a las iglesias y lugares concurridos se formaban una especie de Corte de los Milagros en la que abundaban los indigentes y lisiados en busca de una limosna. La fila de pedigüeños en la Virgen de las Angustias a la salida de una misa se podría asemejar a las colas que provocaban los aprovisionamientos con cartillas de racionamiento. Al gobernador civil, Servando Fernández Victorio, le llegan las quejas de comerciantes y turistas de que hay muchos pedigüeños en Granada y éste, ni corto ni perezoso, saca en 1950 un edicto por el cual prohíbe la mendicidad en Granada. La orden dice que la primera vez serían advertidos, pero la segunda vez que alguien fuera sorprendido pidiendo por las calles, se le aplicaría la ley de Vagos y Maleantes y, en caso de ser menores de edad, "los padres serán multados y detenidos". Es más, en la orden se dice que serían sancionados todos aquellos ciudadanos que "sean vistos dando limosna a indigentes y mendigos". Total, que durante un tiempo los desheredados de la tierra se escondieron y no salieron a pedir ni a molestar a los turistas, que es lo que se pretendía con el bando. Granada se quedó sin mendigos. Si hubiera vivido San Juan de Dios, el gran protector de los pordioseros y los menesterosos, hubiera corrido a gorrazos al gobernador civil.
Y es que fue a partir de ese año cuando empezaron a venir en masa los turistas. La nueva conquista social empezaba a sentir sus efectos en el resto de Europa, ya casi repuesta de la catástrofe de la II Guerra Mundial. En 1949 vinieron a Granada casi 300.000 turistas, según decía entusiasmado el director general ramo, "y en 1950 esperamos que vengan medio millón", dijo en unas declaraciones a la prensa. No vinieron 500.000 pero poco le faltó. Aunque, para los guardianes de la moral y las buenas costumbres, el problema no estaba en los que venían, sino cómo venían. La vestimenta de los turistas nada tenía que ver con la de los granadinos. Por eso la población se escandalizaba cuando veía a los extranjeros en pantalón corto y a las extranjeras con los hombros al aire o con faldas demasiado menguadas. Al público masculino, acostumbrado a ver no más para arriba de media pantorrilla de una mujer, se le salía los ojos de las órbitas cuando veía el esplendor de una nalga femenina completa.
A ser posible, de sueca. Y eso no se podía aguantar. Había que impedirlo como fuera. Tal es así que el mismo gobernador que apostaba por el turismo, editaba bandos de obligado cumplimiento cuyo primer artículo decía: "Queda prohibido para todas las personas mayores de 14 años, el uso del pantalón corto por el casco urbano de la ciudad y en cualquier lugar público, salvo en clubes deportivos y en lugares de veraneo". Todo fuera por la moral y la salvación de los lascivos mirones.
Petróleo en Pinos Puente
Fue noticia bomba en los periódicos. El 18 de octubre de 1950 llevaban en las primeras páginas de sus ediciones que se había descubierto petróleo en Pinos Puente. Lo cuenta José Luis Entrala en su libro de anécdotas. ¿Qué digo petróleo? Lo que se descubre es gasolina directamente. Sale de un pozo que antes estaba seco y que ahora tiene un líquido que la gente le pone en los coches y funciona de maravilla. Todo el mundo está revolucionado y en la casa en donde se ha dado el hallazgo hay aglomeración de gente con cubos para coger combustible, no para los coches –porque en aquellos años casi nadie tenía– sino para las lámparas y para encender los braseros. La noticia corre como la pólvora, aunque en este caso como la gasolina. Como aquello es tan inaudito como inquietante, el gobernador envía a un grupo de expertos a comprobar el supuesto yacimiento. Los enviados comprueban que la gasolina proviene de una bolsa creada tras la rotura de un estanque de una estación de servicio cercana. ¡A tomar por saco el sueño de que la gasolina era gratis en Pinos Puente!
Por aquellos años había muchas restricciones de luz. No llovía lo suficiente y los pantanos estaban todos en las últimas, por lo que la energía hidráulica era escasa. Hubo que echar mano en las casas de los aparatos que funcionaban a base de petróleo. El más conocido fue el 'Petromax', una marca de lámparas que funcionaban quemando parafina y que dejaba en las viviendas el olor intenso del petróleo. Hasta la comida tenía el sabor del petróleo. Por eso la noticia de que había un yacimiento en Pinos Puente alivió las expectativas de los soñadores. En años de sequía eléctrica y de cortes continuos de luz, se recurrió al llamado grupo electrógeno, que garantizaba el suministro eléctrico, aunque más débil. Había establecimientos como cines, heladerías o cafeterías que se anunciaban destacando: "Este local posee grupo electrógeno propio".
En 1950 se celebra el cuarto centenario de la muerte de San Juan de Dios. El ocho de marzo de ese año se abren los actos con una misa ante las reliquias del Santo en su basílica y se inaugura una exposición sobre su vida y sobre la orden hospitalaria que fundó. La celebración tuvo también su parte social y benéfica porque permitió que se construyeran 300 viviendas para gente crujía y sin posibles. Había que dar ejemplo de lo que el Santo hizo por ellos.
Ese año se desplazó a Granada el director de cine Florián Rey, que vino a rodar la película Cuentos de la Alhambra, basada en la obra de Washington Irving. La protagonista será Carmen Sevilla, que había sido recién descubierta para la gran pantalla. El mismo Florián Rey, con ayuda de Fernando Alarcón, adapta La leyenda del gobernador y el escribano, del citado libro. También ese año se rueda en Granada Debla, la virgen gitana, que fue una de las primeras películas españolas en color y representó a España en el Festival de Cannes. En Francia se estrenó con el nombre de La gitana de Granada, según cuenta Juan José Carrasco en su libro sobre el cine rodado en la capital de la Alhambra.
Hablando de cine, ese año se inaugura el cine Gran Vía en la calle Boquerón. Y echa el cierre el cine de verano Palermo, que estaba en la Acera del Darro, en el solar que hoy ocupa el Teatro Isabel la Católica. También se inaugura la Avenida Nueva Granada y el 14 de junio se pone la primera piedra del nuevo sanatorio del Seguro de Enfermedad: El Hospital Ruiz de Alda, que con el tiempo sería conocido por los cachondos como el Ruiz que Arda. Tendría una capacidad de 350 camas, distribuidas en 14 plantas. El presupuesto inicial para su construcción fue de 50 millones de pesetas. Luego, como siempre pasa, fueron muchos más.
El sector del taxi estuvo ese año muy revolucionado. Los taxistas se quejaban de que con lo que ganaban no tenían para alimentar a sus churumbeles. Por eso piden que se actualicen, no sin antes mostrar su malestar por la situación en una especie de conato de huelga (por entonces las huelgas siempre se quedaban en conatos). Al final los taxistas consiguen su objetivo. A partir de entonces subir a la Alhambra costaría 20 pesetas, 25 por subir al cementerio y 40 por ir al Sacromonte. Tener un taxi parado en espera costaría 13 pesetas la hora. Pero el taxi era más para los turistas. Los ciudadanos de a pie contaban con el tranvía para desplazarse.
Hoy tengo ganas de ti
En 1950 nacen en el Albaicín el cantante Miguel Gallardo, un ídolo de la juventud romántica entre los años setenta y setenta (recuerden su canción Hoy tengo ganas de ti); el poeta Álvaro Salvador, que crearía junto a Javier Egea y Luis García Montero el movimiento la Otra Sentimentalidad; el cantaor Luis Heredia 'El Polaco', un cantaor clásico y sin concesiones a las nuevas corrientes que tuvo problemas con la justicia por disparar a un vecino tras una discusión; Elena Morón Antequera, nacida en Cádiar y que sería la primera mujer taxista en Granada, y Enriqueta Barranco, ginecóloga del Hospital Clínico que fue una de las pioneras en la implantación de métodos de planificación familiar tales como los dispositivos intrauterinos, los DIU. Hablando de planificación familiar, en aquellos años ni existía. No se había inventado aún la televisión como anticonceptivo y no era raro encontrar a matrimonios con ocho o nueve hijos. Por eso los pueblos vivieron en esa década su particular boom demográfico. Orce, por ejemplo, registró en el año 1950 la cifra más alta de habitantes de su historia: 4.500. Hoy no llega a 1.200 habitantes. De la España llena hemos pasado a la España vaciada en poco más de cincuenta años.
Los matrimonios se cargaban de hijos y los padres que delinquían y cumplían condena tenían la oportunidad de verlos una vez al año porque en 1950 se puso en marcha los llamados encuentros en la cárcel. Se celebraban con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Merced. Ese día los niños podían visitar a sus padres encarcelados y merendar con ellos.
Hablando de meriendas, en el año 1950 nace la popular 'maritoñi', ese dulce inventado por el entrañable Raimundo Pérez que alimentó a los niños de la postguerra y que se ha convertido en uno de los productos granadinos más genuinos. Durante mucho tiempo era muy habitual entrar en un bar y oír a un cliente pedir: "Deme usted una maritoñi con un pulevín". Quién no haya oído eso alguna vez, es que no es granaíno. A Raimundo le tocó una vez la lotería y cuando fui a hacerle una entrevista por tal motivo, me confesó el secreto de su exitoso dulce: "Se hace con mucho cariño, hijo, con mucho cariño".
En el capítulo cultural, en ese año Gerald Brenan publica La faz de España, donde expone sus investigaciones sobre el asesinato de Federico García Lorca tras visitar Víznar y Alfacar. El Museo de Bellas Artes inaugurado en 1839, se traslada a su sede actual, el Palacio de Carlos V, en el recinto de la Alhambra. Y el fotógrafo Torres Molina, que enfocaba para la posteridad la vida de Granada de esa época, recibe la Cruz de Alfonso X el Sabio.
En el terreno deportivo, muchos granadinos octogenarios aún recuerdan el grito de Matías Prats anunciando el gol que Zarra le había metido a Inglaterra (la Pérfida Albión, como se la llamaba) y con el que España se clasificaba para la fase final del Campeonato Mundial de Fútbol de Brasil. ¡Habíamos eliminado a Inglaterra, el país que inventó el fútbol! Eso pasó el tres de julio y hasta en las plazas de toros se celebró el gol de Zarra.
Pero a nivel local seguimos siendo un desastre. El Ganada CF hace en el mes de agosto de esa temporada una auténtica limpieza de plantilla. Se van 17 jugadores nada menos. Solo quedan tres de la temporada anterior: Toñín, Más y Sosa. Se fueron Rey, Fraga y hasta Millán, que formalizó un contrato de 300.000 pesetas por dos temporadas en el Coruña. A Candi y Morales se les dio la carta de libertad y Trompi, ya maduro, se marcha con Luiqui al Jaén por 45.000 pesetas. Megino se va al Oviedo y Almagro al Murcia. Una auténtica sangría. Para compensar tantas deserciones, el club ficha a diestro y siniestro a todo aquel que esté libre: Verde, Callejo, Mompean… Hasta trae a dos húngaros con la ilusión de que fueran tan buenos como Kubala y Puskas, que también procedían del país magiar. Los fichados fueron Otto y Licker. El primero se lesionó a las primeras de cambio y el segundo tampoco aportó mucho al club. Un fiasco más. También echaron al entrenador, que era Gaspar Rubio, que fue cesado fulminantemente tras una derrota con el Levante. Carlos Tomás Romero cuenta en su libro sobre la historia del Granada una anécdota graciosa sobre este cese. Resulta que el club envió a un directivo del Granada a la casa donde vivía el entrenador con el objetivo de informarle de que el equipo ya no contaba con él. El directivo llamó al piso en el que vivía Gaspar Rubio y al asomarse éste al balcón para ver quien llamaba, oyó al dirigente que le decía:
–Si ya has cenado baja y nos tomamos un café, que tengo que decirte algo.
El entrenador entró en el interior de la vivienda y volvió al balcón con una maleta que enseñó al directivo.
–¡Mira! ¡Ya la tengo hecha! –le gritó.
Tal como ahora, que llegan los entrenadores foráneos y ni siquiera deshacen la maleta. Y si no que se lo pregunten a Moreno, Torrecillas y Karanka.
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