1969: el año en el que el Gobierno aprobó para Granada un Polo que se quedó en palo
Granada año a año
La Universidad compra a la Compañía de Jesús los terrenos de la Cartuja para ampliar el número de facultades
Fraga inaugura el complejo Solynieve de Sierra Nevada y canta 'Clavelitos con la tuna universitaria'
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Al pisar el hombre la luna por primera vez en 1969, dio un paso que fue muy pequeño para él, pero muy grande para la humanidad, según dijo el propio Neil Armstrong al regresar de aquel histórico viaje espacial. Granada quiso dar ese mismo paso en su historia al aprobarse el tan cacareado Plan de Desarrollo para la provincia. Las instituciones echaron mano de los bombos y los platillos para anunciarlo. Por fin Granada iba a contar con unas ayudas para relanzar la maltrecha economía. Era un paso grande para rebajar las cifras de paro e industrializar la provincia, tan pegada a las labores agrícolas y a la economía de servicios. Las autoridades locales se deshicieron en elogios hacia el régimen y muchos granadinos se echaron a la calle el 25 de febrero para manifestar su apoyo a Franco y al Gobierno que había hecho posible el gran Polo de Desarrollo para Granada. Toda la Gran vía fue un río de gente, las pancartas llegaron hasta el Gobierno Civil y en toda la tarde no cesaron los gritos de ¡Franco, Franco, Franco! Eran muchos los pobres y parados que creyeron que aquella iniciativa les iba a solucionar la vida. Los análisis que hicieron los catedráticos José Cazorla Pérez y Miguel Rodríguez Acosta no podían ser más optimistas. Luego la cosa no fue para tanto. El polo se quedó en palo.
El proyecto consistía en la construcción de un polígono (que luego serían Juncaril y Asegra) y la concesión de importantes ayudas (como la reducción de impuestos) a las empresas que quisieran instalarse en él. En un principio cuarenta y nueve empresas presentaron la solicitud, con una inversión de siete mil millones de pesetas y la promesa de creación de cuatro mil puestos de trabajo. Pero tuvieron que pasar tres años para inaugurarse en Maracena la primera empresa protegida por este plan empresarial. Se trataba de una fábrica de cañas de pescar y artículos deportivos fundada conjuntamente por una empresa de capital francés y el desparecido Banco de Granada. La maquinaria propagandística del franquismo se puso en marcha y la factoría se inauguró por todo lo alto, con la presencia de las más importantes autoridades provinciales y del Movimiento. Incluso el Caudillo recibió a los directivos de la fábrica en el Palacio de El Pardo.
Pero el Polo de Desarrollo, como digo, fracasó. De los casi cuatro mil empleos prometidos solo se crearon 665. Y en cinco años solo se fundaron nueve empresas de las cuarenta y tantas previstas. Un fiasco más para Granada, acostumbrada a asumir un chasco tras otro.
Sierra Nevada y la Universidad
Quien sí daba pasos grandes para convertirse en una estación de esquí de referencia era Sierra Nevada, que empezó a dotarse de medios mecánicos para facilitar la práctica del esquí, considerado por entonces un deporte para los económicamente privilegiados. Los hijos del carbonero o del albañil nunca tendrían ocasión de ponerse unos esquíes. A comienzos de 1969 aparecieron instalados los primeros postes de hierro, los cables y las telecabinas. Todavía no había conciencia ecologista ni personas que protestaran por el posible impacto ambiental que pudieran causar las obras. Así que la estación iba camino de convertirse en una de las principales de Europa. El domingo 23 de marzo el ministro de Información y Turismo viene de nuevo a Granada para inaugurar las estaciones de Pradollano y Borreguiles. Con aquel viaje inaugural en telecabina, comenzaba su andadura el complejo Solynieve.
José Luis Entrala nos cuenta que Fraga, además de inaugurar un telesquí, visitó los apartamentos turísticos que se estaban construyendo en Pradollano y cantó Clavelitos junto a los tunos que fueron a agasajarlo. Por la tarde asistió al encuentro entre el Granada y el Real Madrid, que inició la bailaora Mariquilla con un saque de honor y que terminó con empate a cero. Después se trasladó al pantano de Cubillas para ser informado sobre un importante proyecto turístico que allí se iba a crear. Fraga se interesó mucho por la iniciativa y dijo que eso es lo que necesitaba Granada. Según la maqueta expuesta en el Tiro Pichón, ese plan turístico contemplaba un auditorio de música junto al pantano, un hotel de cuatro estrellas, un centro comercial, un centro escolar, un supermercado, un campo de golf de 18 hoyos… Todo quedó, como suele pasar, en aguas de borrajas. Solo se construyeron los chalets.
También la Universidad daba un paso para hacerse más grande, por lo menos en espacio. A finales de septiembre emprende su ampliación por los polígonos universitarios. El ministro Villar Palasí y el rector Federico Mayor Zaragoza firmaron ese año la compra a la Compañía de Jesús de la finca de Cartuja para instalar allí un nuevo Campus y con él completar la expansión comenzada unos años antes en Fuentenueva. Son los años en los que Universidad se convierte en uno de los principales motores económicos y culturales de la ciudad. También convertida ya en un motor reivindicativo de las libertades, que estaba en contra de la represión política y que pedía que la Policía Armada no invadiera las facultades cuando se celebraban recitales musicales de Raimon o de José Meneses. Así que una representación de estudiantes aprovechó la presencia del ministro en Granada para reprocharle en vivo y en directo su política educativa.
En cuanto al Festival Internacional de Música y Danza, también progresaba adecuadamente. Ese año vinieron a una de sus sesiones los príncipes don Juan Carlos y doña Sofía. Esta última se haría una fan incondicional del mismo porque vendría después muchos años más. Los príncipes vinieron para asistir a un concierto con música de Manuel de Falla. Un día más tarde asistieron en la Fundación Rodríguez Acosta a un recital de poemas recitados por Nuria Espert con los acordes de la guitarra de Manuel Cano.
Las polémicas
La polémica municipal de ese año estuvo centrada en el nombre que se le iba a dar a la calle que nace con las obras de pavimentación y acerado de la calle situada entre Puerta Real y la confluencia de los ríos Darro y Genil, lo que hoy es la Acera del Darro. Las propuestas de nombres, según recuerda José Luis Entrala, fueron múltiples: Avenida del Padre Arcoya, Alcalde Gallego Burín, Alcalde Manuel Sola. Eugenia de Montijo, América… El periodista Rafael Gómez Montero propuso que se llamara García Lorca y que se añadiera al final de la calle una estatua del poeta, junto a la unión de los dos ríos de Granada, "uno llanto y otro sangre", según la definición lorquiana en la Baladilla de los tres ríos. El Ayuntamiento puso fin a la polémica en el pleno del 22 de mayo de 1969 permitiendo que aquella calle siguiera llamándose Avenida de José Antonio. Sin embargo, el vulgo ya la había bautizado con un nombre tras ser pavimentada: Avenida de la Filomatic, porque al circular por ella daba el 'gustirrinín' que prometía el anuncio de la famosa cuchilla de afeitar.
Otra importante polémica la protagonizó ese año el alcalde José Luis Pérez-Serrabona, que con buen criterio paralizó una obra cerca del Carmen de los Mártires porque sobrepasaba la altura permitida. La polémica vino porque tanto el delegado de Bellas Artes como el propio arquitecto municipal habían aprobado el proyecto.
En 1969 se produjo un incendio en la Iglesia de San Cecilio, en donde habita la Virgen de la Misericordia, también conocida por la Greñúa. Una de las hipótesis sobre el sobrenombre de la Virgen viene porque en dicho incendio la imagen quedó totalmente desmelenada fuera de su tocado. Parecían greñas. De ahí que al barrio también se le llame de los greñúos. Hay más leyendas sobre el origen de este apelativo, pero parece que este es el más fiable.
El 13 de mayo los periódicos daban en primera página la hazaña de un niño llamado Juan Jesús, de doce años, que se tiró a una acequia de Peligros para salvar a una niña más pequeña que estuvo a punto de ahogarse. Fue la primera y la única vez que aquel niño salió en los periódicos.
En agosto ardieron diez cisternas de gasolina y petróleo cerca de Iznalloz al descarrilar un tren de mercancías por un fallo en los frenos. Los periodistas utilizaron por doquier la manida frase de "espectáculo dantesco" para describir el infierno provocado por la gasolina y el petróleo. En el mismo capítulo de sucesos, ese año hay que destacar la terrible tormenta que se desató el 1 de octubre en Albuñol que se llevó la vida de un labrador y provocó daños materiales por valor de doscientos millones de pesetas.
En 1969 Franco derogó lo que se llamaba Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada, promulgado por los Reyes Católicos en el que se ordenaba la expulsión de los judíos y que fue redactado por el famoso inquisidor Torquemada. Y el 27 de octubre de ese año se trasladan los restos de Fray Leopoldo a la cripta en donde está actualmente enterrado. También se elabora por parte del gobierno franquista la candidatura para celebrar en 1976 los Juegos Olímpicos de Invierno. Todo como una justificación para las inversiones multimillonarias que se llevaban a cabo en Sierra Nevada con el objetivo de explotar su potencial turístico, aprovechando también su cercanía con la Costa del Sol.
Ese año el Gobierno quiere tener un detalle con los exiliados y emigrantes con motivo de celebrarse el trigésimo aniversario del final de la guerra civil y diseña una llamada 'Operación España', con la que quiere traer a personas que habían abandonado nuestro país, ya fuera para que terminaran sus días en su ciudad de origen o para que la visitaran después de tantos años de ausencia. Los granadinos que formaron parte de esta expedición fueron solo 36. La mayoría de los exiliados no vinieron porque no se fiaban de las intenciones del Gobierno. El diez de octubre se organizó una bienvenida a los emigrantes, a los que llevaron después a la Virgen de las Angustias y a una recepción en el Ayuntamiento.
En 1969 nace Francisco Cuenca, actual alcalde de Granada, el vicerrector de Investigación de la Universidad de Granada Enrique Herrera y el pianista y compositor Juan Carlos Garvayo. También nacieron dos restaurantes muy apreciados por los granadinos: Monte Vélez y Las Perdices.
Se acaba la década
1969 fue el año en el que el Granada Club de Fútbol alcanzó las semifinales de la Copa, entonces del Generalísimo. Había hecho una buena temporada con Marcel Domingo como entrenador y se había reestructurado el equipo con muchos fichajes: destacó el traspaso de Barrachina por cuatro millones de pesetas y la cesión de cuatro jugadores al Valencia CF. En la semifinal de Copa cayó ante el Atlético de Bilbao, que luego sería campeón. En la temporada anterior nos había eliminado el Langreo en un partido que se jugó una noche muy fría en que la directiva tuvo la idea de repartir entre los asistentes al partido unas botellitas de coñac para que pudieran entrar en calor. Eso era un club, sí señor.
Y así se acaba una década pacata y aun en blanco y negro en la que había vivido Pepe El Cochero, que llevaba en su coche de caballos viajeros que iban desde la Plaza de la Trinidad hasta el final de la Redonda pasando por El Cañaveral. El camino a veces estaba tan embarrado que las ruedas del coche se quedaban atascadas y Pepe hacía bajar a los pasajeros para que empujaran y ayudaran a sacar el vehículo del barro. Tiempos en los que Pepe Chorreando vendía pavos en la plaza Bib-Rambla en época de Navidad y melones y sandías en verano. Los clientes más pudientes tenían derecho a elegir los pavos ("deme usted aquel del cuello largo") y luego darle una peseta a un niño callejero para que se lo llevara a su casa, a la casa del pudiente, no a la del niño. Tiempos de cordeleros, lleva-maletas y recaderos que se ganaban unos reales haciendo las más genuinas actividades, desde participar en una mudanza a ser enviados a comprar unos alfileres a la mercería de Purita, la de la Avenida de Cervantes. Tiempos de taxistas buscavidas que recogían borrachos pudientes en la Venta del Álamo y que si les pedían que los llevara a Motril esperaban a que durmiera la mona para pararse y menear el coche en plan traqueteo para que el cliente creyera en sus sueños que había viajado hasta la Costa. Paco El Brillantinas fue a recoger a un cliente al Alhambra Palace que quiso, después de recorrer casi todas las tabernas de Granada, que lo llevara a Almuñécar porque quería meter los pies en el mar. El Brillantinas paró en la Acequia gorda, cogió al cliente totalmente ebrio, le quitó los zapatos y los calcetines y le metió los pies en la acequia. Al día siguiente el cliente borracho, tan contento, solo se acordaba de que había tenido los pies en el agua. ¡Con un par! Tiempos en los que se anegaba tanto la Vega que los cementerios amanecían totalmente inundados después de las lluvias. A veces los muertos tenían que esperar días enteros y esperar a que la tierra se secase para poder enterrarlos. Un día llovió tanto que el sepulturero, al ver tan lleno de agua el terreno, dijo: "Hoy no se puede enterrar a nadie porque el difunto se puede ahogar". Tiempos en los que el Colegio del Sagrado Corazón, también conocido por el de las Brujas, tenía dos puertas: una principal por la que entraban las niñas de pago y otra más pequeña y lateral por la que entraban las escolares que acogían de la beneficencia. Tiempos en que Los Moscas, gitanos que vivían cerca de Plaza Nueva, cultivaban perejil que vendían para practicar abortos. Tiempos, en definitiva, que pertenecían a una provincia aún adormecida por las tres décadas de dictadura y que aun reclamaba tímidamente la libertad que no tenía.
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