El Alhambra Palace, mucho más que un hotel
Historias de Granada
La construcción del establecimiento a comienzos del siglo pasado costó dos millones de pesetas y se podía dormir y comer en él por 16 pesetas, lo que son hoy 10 céntimos de euro
En las puertas de aquel edificio con 112 años de historia hacía yo mis entrevistas tipo "aquí te pillo aquí te mato"
Granada/Uno de los lugares que siempre me ha gustado visitar para hacer mis entrevistas es el Alhambra Palace. Mi vida profesional, de alguna forma, ha estado vinculada a ese hotel, a pesar de que nunca he dormido allí. Pero en su esplendorosa terraza desde la que se ve la ciudad a los pies, me he bebido los crepúsculos de Granada (que diría García Lorca) en compañía de personas importantes que venían a la ciudad y que yo creía que los lectores del periódico merecían saberlo.
Cuando los atardeceres granadinos se suben a la terraza del Alhambra Palace, el aire es de oro, dice Rafael Guillén. También su amplia y esplendorosa sala principal es ideal para la conversación relajada. Me acuerdo de mis citas allí con Allan Sillitoe, Camilo José Cela, Luis Eduardo Aute o Alfonso Grosso, por ejemplo.
El personal ya me conocía y me trataba de manera admirable. Allí tenía yo en los años ochenta un recepcionista compinche (era un vecino con el que me tomaba cañas) que me chivaba cuando algún personaje importante se hospedaba en el hotel. "Si preguntan no digas como te has enterado", me advertía. Yo iba entonces con el fotógrafo y esperábamos al personaje en cuestión a la salida para abordarlo al más puro estilo paparazzi. De esa manera, el aquí te pillo y aquí te mato del periodismo, pude hablar brevemente con la reina Noor de Jordania, Vargas Llosa o Andrés Segovia, que cuando lo entrevisté a pie de hotel había vuelto a Granada para recibir la medalla de la Fundación Rodríguez Acosta. Por entonces no había tantas trabas a la hora de acercarte a un famoso. Ibas hacia él, le decías que eras periodista, le ponías la grabadora delante y ya estaba. Ahora hay que echar una instancia. O pedir cita previa, para estar más acorde con los tiempos.
Me acuerdo muy bien de la vez que entrevisté a Camilo José Cela, el escritor en el que me había inspirado para escribir mi primer libro. Él había escrito Viaje a la Alcarria, para mí el mejor libro de viajes de cuantos existen. De una sencillez gozosa y desnudo de todo juego pirotécnico verbal. Ese es el estilo que elegí para mi libro Carriles de silencio. Cela aún no había sido conseguido el premio nobel y había venido a Granada a participar en un homenaje que le habían hecho lo carteros. Me dijo que había aceptado porque el cuerpo de Correos para él era una institución muy respetable y querida. Por aquellos años, comienzos de los ochenta, casi toda España se reía de su ocurrencia en el Senado (él ocupaba un escaño por designación real) cuando el presidente Antonio Fontán le recrimina que estuviera dormido. "No señor, no estoy dormido, estoy durmiendo", le contestó Cela. ¿Y no es lo mismo?, le preguntó Fontán. "No señor, no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo", ocurrencia recibida con grandes risas y narrada luego cien mil veces. También se había hecho famosa la anécdota que él mismo contaba cuando un periodista le insinuó que era muy mayor para la novia que se había echado (Marina Castaño) y que, por lo tanto, le sería muy difícil mantener una cadencia sexual. "No olvide, joven, que soy académico de la lengua", le dijo Cela. De él se contaban cientos de anécdotas, algunas más chuscas que otras. Gran aficionado a su propia leyenda, se pirraba por una buena frase y por descolocar al interlocutor. Pero conmigo, se portó bien y contestó con respuestas sabias y correctas todas mis preguntas. Solo cuando pasó por delante de nosotros dos mujeres con enormes panderos, hizo gala de su gran ironía e insinuó que debían de ser americanas, las cuales, según él, todas tenían el culo muy grande por culpa de la Coca Cola.
Al terminar la entrevista, resultó que él tenía que ir al edificio de Correos y cuando pidió en recepción un taxi, le dijeron que ese día había huelga de taxistas. Total, que lo bajé yo en mi viejo dos caballos. Cuando la Academia Sueca le concedió su galardón, a todo aquel que se sentaba a mi lado en el dos caballos le advertía que en ese asiento había puesto sus posaderas nada menos que un Premio Nobel.
Visión de futuro
El duque de San Pedro de Galatino, el artífice del hotel, quizás haya sido la persona con más visión de futuro de cuantos próceres ha tenido Granada. Este hombre supo que uno de los pilares más importantes de la ciudad sería el turismo y que la Alhambra y Sierra Nevada serían dos destinos que atraerían viajeros de todo el mundo. Por eso levantó un hotel cerca del monumento nazarí y otro cerca de Pradollano. Este último estaba dotado con su propia central eléctrica. Además, construyó un tranvía que llevaba los clientes desde la capital al mismo hotel. El siempre añorado tranvía de la Sierra. También edificó una azucarera y una fábrica de aceite.
Es el prototipo del político-empresario en la España de la Restauración, como lo define Manuel Titos en la biografía que tiene sobre él. Se llamaba Julio Quesada Cañaveral y Piédrola y había nacido en Madrid. Pero era granadino por familia, adopción y vocación. Vivió a caballo entre Granada y Madrid. En Láchar se hizo construir un castillo estilo 'alhambreño' desde donde recibía a autoridades de toda España. Alfonso XII estuvo varias veces y su hijo Alfonso XIII estuvo en diez ocasiones participando en notorias cacerías de todo tipo. La amistad del duque con el rey Alfonso XIII era tal que le hizo prometer que estaría en la inauguración de hotel, que iba a comenzar a funcionar el primer día del año de 1910. Y aquí vino el monarca para estar presente en la bendición del local.
Cuenta Manuel Titos en su libro sobre el duque que cuando éste quiso construir el hotel en un terreno muy complicado, los técnicos y arquitectos le pusieron pegas. Estaban esos terrenos, muy pendientes, en una ladera al lado del bosque de la Alhambra, en una colina desde la que se divisaba la ciudad. Entonces el duque sacó una moneda de oro y la arrojó sobre el solar.
–¿Será esto capaz de allanar el terreno? –preguntó el duque.
–Si hay muchas monedas como esa, pues claro, señor duque –le dijeron.
–Pues entonces que mañana comiencen las obras.
Fue así como empezó la construcción del hotel más emblemático de Granada. Levantar el hotel, con una estructura totalmente metálica (hay por ahí fotos y vistosas postales con el esqueleto del edificio), costó casi dos millones de pesetas (1.980.000 pesetas exactamente). Se hicieron dos subsuelos y tenía una altura de 50 metros. Su capacidad era para 220 personas. Tenía teatro y cine y salones para todo tipo de reuniones y celebraciones. La fachada imitaba a las murallas de Ávila y una de las torres laterales era un homenaje a la Torre del Oro sevillana. Uno de sus principales atractivos fueron sus salones de juego, separados los de los hombres de los de las mujeres, no en vano su nombre inicial fue el de 'Hotel Casino Alhambra Palace'. Para la cocina se contrató a un 'chef' francés, M. Garnier, que preparaba unos menús cuyo costo era de 5 pesetas para el almuerzo y 7 para la cena. El coste de la habitación era de 12 pesetas y la pensión completa 16 pesetas.
Para su construcción, recuerda Manuel Titos, hizo venir de Inglaterra al arquitecto Mr. Lowet, que hizo los planos del primer edificio con estructura de hierro que se construyó en Granada y uno de los primeros de España. También contó con la dirección del arquitecto Modesto Cendoya. Ambos diseñaron un «singular edificio, extraña mole hoy totalmente identificada con el paisaje de la colina de la Alhambra, donde se funden las formas alhambreñas con volúmenes extraídos de la Torre del Oro de Sevilla y de las murallas de Avila», escribe Manuel Titos.
Cultura y juego
Al terminarse las obras y tras su inauguración, el duque consiguió convertir el hotel en el centro neurálgico de la vida social y cultural de Granada. El establecimiento conserva el pequeño teatro donde transcurría gran parte de la vida nocturna y lúdica de Granada. Por allí pasaron para actuar, exponer o representar sus obras nada menos que Federico García Lorca, José María Rodríguez Acosta, Manual de Falla o Ángel Barrios. García Lorca presentó allí (también en el Centro Artístico) el concurso de Cante Jondo que se celebraría en 1922, hace ahora exactamente cien años. "Aquella tarde fue una de las grandes del joven poeta Lorca, que vio cómo sus paisanos aplaudían el borrador de uno de sus grandes poemarios, el cual tardaría en darlo a la imprenta, pero el teatrito del hotel Alhambra Palace fue el primer lugar en donde se escucharon aquellos versos, de viva voz del malogrado poeta", escribe Andrés Molinari.
Pero en 1921 el general Primo de Rivera, que se hace con el control del país, prohíbe el juego y obliga al duque a cerrar el casino, principal fuente de ingresos del local. Fue un golpe duro para el dueño del Alhambra Palace, que no duda en nombrar personan non grata al dictador. La proclamación de la República en 1931 obligó a Julio Quesada a reorientar su actividad. Comenzaron los problemas con sus colonos de Láchar, el Estado se incautó del Tranvía de Sierra Nevada, el hotel de la Sierra era comercialmente un fracaso y el duque optó por arrendar el hotel Alhambra Palace a la cadena Husa, especializada por entonces en la gestión de hoteles de lujo, que se hizo cargo de su explotación
El duque de San Pedro de Galatino falleció tres días antes de comenzar la Guerra Civil. No vivió para ver como su viuda donaba las instalaciones, sin inventario no formalidad alguna, a las fuerzas militares. Fue entonces cuando, dice Ignacio Durán, se convertiría en hospital de sangre durante los tres años que duró la guerra. En los largos y amplios pasillos del hotel se dispusieron las camas para los heridos. "Las azoteas del edificio se pintaron con cruces rojas. De esta manera, la duquesa, quizás sin proponérselo, salvó el edificio de los bombardeos aéreos", dice Durán, cuyo padre fue médico del hotel.
Acabada la Guerra Civil, el hotel reabrió sus puertas como tal en 1942. A partir de esa fecha vivió su época más glamurosa, hasta llegar a ser un referente nacional en el listado de hoteles más importantes de España y del mundo. A primeros de los años ochenta del pasado siglo, los herederos del duque retomaron directamente la gestión del hotel, convirtiéndose así en el hotel de cinco estrellas más antiguo de España y el único que conserva los mismos propietarios durante sus 112 años de historia.
Sería casi imposible saber cuántas personas famosas han dormido en el hotel, pero no sería pretencioso decir que los representantes de la realeza de todo el mundo que han visitado Granada han dormido en sus instalaciones, así como destacar que un gran número de famosos artistas, literatos, pintores, políticos, empresarios o científicos han tenido comida y cama en el lugar. Había un libro de oro en el que firmaban todos los famosos que allí se alojaban, pero dicho libro ha desaparecido, digámoslo así. Han sido sus trabajadores y la labor indagatoria de su director de ventas y de marketing los que han conseguido elaborar una lista tan amplia como interesante.
Tres momentos
Ignacio Durán dice que, aparte de la historia del edificio, hay tres momentos que él considera importantes en la intrahistoria del lugar. El primero es en junio de 1922, cuando García Lorca presenta allí el mítico Concurso de Cante Jondo de 1922. Esa tarde recita parte del famoso poema del mismo nombre con Manuel de Falla al piano.
El segundo momento entrañable e histórico es en 1944, durante los llamados conciertos del Corpus. Vino a tocar al Palacio Carlos V nada menos que la Filarmónica de Berlín. Pero antes de tocar se desencadenó un aguacero impresionante que obligó a los músicos y público a salir corriendo y refugiarse en el Alhambra Palace. Allí, en el salón, los músicos ofrecieron el concierto.
Un tercer momento significativo es cuando allí se citaron Orson Wells y Charlton Heston, que rodaba en España El Cid. En el hotel hablaron de un proyecto que tenía el famoso director de cine: quería hacer una película sobre Lorca y que la protagonizara Heston. La película nunca se hizo, pero aquel encuentro ha quedado grabado en los anales del establecimiento.
El hotel ha estado cerrado dieciocho meses a causa de la pandemia del covid, tiempo que sus dueños han aprovechado para hacerle un lifting y adaptarlo a los nuevos tiempos. Abrió sus puertas el 1 de septiembre. Sus dueños han creído que había restaurarlo un poco, pero tenían claro que no tenía que perder su esencia. El Alhambra Palace ha llevado a cabo la rehabilitación de parte de su reconocida fachada naranja, así como de las almenas y de su torre del oro, y una completa modernización tecnológica. Larga vida al Alhambra Palace.
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