La fosa de Alhendín, un vertedero con ocho fusilados que recuperan su dignidad
El patio civil del cementerio fue usado como basurero y abierto en varias ocasiones para enterrar a suicidas · Los cuerpos sepultados allí tenían algo en común: no merecían un sepelio porque eran considerados impuros
Patio de los Ahorcados. En esta zona civil del cementerio de Alhendín eran enterrados, sin ataúdes ni honores, las personas que no eran merecedoras de un sepelio, como los impuros o los suicidas.
Tan sólo tenían derecho a ir al infierno, a ser pisoteadas y a compartir espacio con una zanja usada de vertedero. La fosa, además, fue abierta en varias ocasiones, una de ellas para enterrar un ataúd con una persona que se había suicidado y que después sería recuperada por sus familiares.
Allí fueron a parar los cuerpos maltrechos del tío y del tío del padre de Rafael Calero, con cuyo testimonio, entre otros, ha contado la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Granada para llevar a cabo la exhumación de las fosas del cementerio de Alhendín.
El arqueólogo Antonio Oliver, uno de los cuatro expertos que ha desarrollado los trabajos, explicó ayer cómo se llevó a cabo el hallazgo de los restos de ocho de las 21 personas asesinadas durante la Guerra Civil y enterradas en una fosa común en el camposanto, a las que han buscado desde el 22 de abril al 18 de mayo.
Todos eran varones, procedían de Armilla, Ogíjares y Gójar y fueron enterrados en el camposanto tras ser asesinadas, si bien no recibieron el llamado tiro de gracia. Junto a los cuerpos han aparecido botones, alpargatas, suelas, la mina de un lápiz, un par de monedas y hasta un garbanzo, que da idea de la procedencia campesina de muchos de ellos.
Aunque de momento sólo se han encontrado nueve cuerpos, no se podrá confirmar la procedencia de uno de ellos hasta su identificación genética, ya que ya tiene una fractura en la caja torácica que evidencia que ha sido autopsiado por causas que aún se desconocen. La presidenta de la ARMH, Maribel Brenes, explicó que de momento no se van a realizar nuevas excavaciones, por lo que no se procederá a identificar los restos hallados por considerar que sería "imposible" realizar.
Rafael Calero aseguró tener certezas de que dos de los cuerpos corresponden a sus familiares gracias a los testimonios de su madre y del hombre que les dio sepultura, un vecino de Alhendían al que le perdonaron la vida a cambio de hacer la fosa y enterrar los cuerpos.
"La noche siguiente al fusilamiento se presentó en la casa de mi abuelo con el cinturón, la navaja de bocadillo y un pañuelo de color rosa. Y nos dijo dónde estaban. Mi hermana y mi madre estaban interesadas en encontrar los restos. Y la verdad es que... yo se lo prometí a mi madre", aseguró el familiar, muy emocionado al explicar la razón de ser de su empeño.
Los fusilaron el 31 de julio de 1936 y 74 años después, asegura sentirse "muy satisfecho con los trabajos" que se han desarrollado en el camposanto.
Sin embargo, Rafael Calero entiende que aún queda mucho por hacer, ya que "España tiene un punto negro en la historia, que ocurrió de verdad y que no se estudia en ningún centro educativo". Porque "igual que se conoce el genocidio alemán, hay que saber que aquí ocurrió lo mismo y no se les debe ocultar la realidad de este país a los más pequeños".
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